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Cosecha sin herbicida. Foto: Reproducción.

Los conocimientos tradicionales, cuyas principales formas de configuración son la observación, la transmisión generacional y la experimentación en la finca combinada con métodos tecnocientíficos, son empleados en el Altiplano cundiboyacense, donde una investigación evidenció que la comprensión del clima, es deficiente, dado el cambio climático. Esta investigación también dio cuenta de la importancia de los procesos sociales en las diferentes transformaciones de las prácticas agrícolas, desde la agricultura tradicional a la agricultura moderna, y de esta hacia el intento de transitar hacia la Agroecologia, que hace referencia a una forma de practicar la agricultura, que surge como alternativa frente a la crisis provocada por la Revolución Verde.

En Ramiriquí (Boyacá) y en San Bernardo (Cundinamarca) María Claudia Torres Romero pasó temporadas de su infancia, en los hogares de su familia, a la cual visitaba con su mamá. “Siempre me sentí muy cercana a ese mundo de la ruralidad”, cuenta. Tanto así que al momento de elegir pregrado se inclinó por carreras profesionales relacionadas de una u otra manera con el campo, aunque estuvo en la disyuntiva de elegir entre Ingeniería Agronómica o Ingeniería Forestal, por la cual finalmente se decidió.

María Claudia, desde su formación, continuó interesada en el estudio de la naturaleza. Es, además, magíster en Biología de la UNAL Bogotá y estudiante de doctorado en Agroecología de la Sede Medellín: “Todo el tema que tiene que ver con el campo me gusta mucho”, comenta. Para la investigación de su último posgrado eligió analizar el tema de los conocimientos en la producción de alimentos en relación a la investigación participativa y al diálogo de saberes, que es una propuesta de relacionamiento entre sujetos que poseen diferentes sistemas o tipos de conocimientos fundamentada en el respeto y en la práctica de relaciones simétricas.

“Me dije: quiero indagar un poco más sobre esto, porque una cosa es lo que nosotros pensamos sentados en unas aulas, o lo que uno lee en un artículo científico, y cómo reconocer que en los procesos que hacen los campesinos hay otras dinámicas muy diferentes. Uno ve que ahí juegan un montón de cosas que pasan dentro de esas comunidades que no tienen que ver estrictamente con temas técnicos agronómicos, sino con procesos sociales”, agrega.

En una de las primeras páginas de la tesis se lee la frase de la filósofa francesa Simone Weil: “La adquisición de conocimientos hace que nos acerquemos a la verdad, cuando se trata del conocimiento de lo que se ama, y en ningún otro caso”.


Diálogos (rotos) de saberes

El análisis incluye tres capítulos en los que se abarcan las diferentes formas de practicar la agricultura y en cada caso la relación entre los conocimientos tradicionales campesinos y científicos: los sistemas de agricultura tradicional, de agricultura convencional o de Revolución Verde, que es la denominación usada internacionalmente para describir un conjunto de prácticas, que si bien incrementaron la productividad agrícola, también han generado impactos negativos en los recursos naturales y las economías locales y la agroecología, que es al mismo tiempo es un conjunto de prácticas basadas en la aplicación de los procesos ecológicos en los sistemas de producción, pero también es -o se pretende que sea- un paradigma científico, cultural y sociopolítico alternativo a la agricultura convencional.

El abordaje lo hace desde dos casos de estudio de asociaciones de campesinos del Altiplano cundiboyacense, donde las prácticas son afines a la Revolución Verde. Se trató de la cooperativa de consumidores y productores Agrosolidaria (productora de quinua) y la Cooperativa Integral de Productores de papa de Ventaquemada (Cooinpaven).

¿La investigación científica en agroecología genera aportes? María Claudia indagó por 10 proyectos realizados como parte de doctorados en el área con respecto a suelos, fitosanidad o diversidad; agroecosistema con énfasis en sostenibilidad, estructura agroecológica o resiliencia, cadenas productivas y propuestas de manejo. Asimismo, averiguó percepciones de técnicos, investigadores y campesinos que han participado en ellos.

Su propósito fue identificar elementos para que futuros investigadores tengan más bases para plantear y desarrollar estudios y facilitar la configuración de conocimientos campesinos que, como se indica en la tesis, son indispensables para la agroecología, según la investigadora, en tres dimensiones: como área de conocimiento, como práctica de la agricultura y como movimiento político.

La investigación encontró que las condiciones que definen las universidades no facilitan el diálogo de saberes, puesto que “mantiene el discurso del rigor científico basado en lo cuantitativo y no existen mecanismos para reconocer los conocimientos campesinos”, como se indica en la tesis.

De acuerdo con María Claudia, se sigue dando la lógica de que lo válido es lo cuantitativo, de considerar a los campesinos o las comunidades como informantes en el proceso investigativo, que la academia es la que pone las condiciones y el criterio de validez continúa siendo solo el método científico. Otra limitante que considera es el poco tiempo de duración de las pesquisas, por lo que no es posible implementar los planes elaborados en conjunto o materializar las propuestas producto de las reflexiones.

El resultado, para la investigadora, es “frustrante”, en la medida en que menciona que todavía hay una limitante, pues, aunque desde la academia la integración del diálogo de saberes se plantea desde la teoría, no se lleva a la práctica. “Eso depende un poco más de las habilidades y del interés del investigador; termina siendo eso: una decisión personal. La estructura de las universidades y de los financiadores en general no se presta para incorporar el conocimiento (campesino)”, lamenta.

Para María Claudia, el trabajo además de técnico debe ser humano, por lo que considera que el investigador en la interacción con las comunidades, debe -además de otras labores académicas- convertirse en una especie de traductor de los conocimientos técnico-científicos disponibles. Lo dice también porque identificó que por ejemplo hay deficiencias en la comprensión del clima acentuada por la influencia del cambio climático. “Ese es un un rol muy importante entre quienes hacemos investigación o extensión en el sector rural”, puntualiza.


Combinación de prácticas campesinas y arraigo al campo

A partir de las experiencias de Agrosolidaria y de Cooinpaven, María Claudia buscó respuestas a inquietudes asociadas al proceso de tránsito de campesinos hacia la agroecología. “¿Qué es lo que pasa con el conocimiento que se teje un poco a través de las relaciones sociales y de las interacciones que tienen los campesinos con agentes externos? Por allí surgió el interés en el tema y en la región en la que trabajé. Para mí tenía mucho sentido por esa historia familiar de tíos, abuelos, que todavía son campesinos”, enfatiza.

Acerca de la combinación de prácticas tradicionales con otras técnico-científicas, en el Altiplano cundiboyacense son comunes los cultivos de papa con agroquímicos, teniendo en cuenta que han sido impulsados por el Ministerio de Agricultura, que los promueve como una posibilidad para aumentar la productividad con variedades mejoradas, según María Claudia, quien menciona que, en algún momento eso comenzó a traerles problemas como la proliferación de plagas, el deterioro de los suelos e inclusive de pérdida de autonomía dado que varios campesinos usaban los créditos bancarios para desarrollar la actividad. Entonces, decidieron adoptar cambios, como cultivar quinua, recuperar semillas de variedades nativas de papa y otros tuberculos andinos, y diversificar el monocultivo.

En ese sentido, de acuerdo con la investigadora se habla de la transición a la agroecología porque no la implementan por completo. De hecho, una de las asociaciones de productores reconoce su actividad enmarcada en esa práctica con la que se aplican procesos ecológicos a los sistemas de producción agrícola, mientras que la otra, en la agricultura sostenible.

Entre distintas posibilidades de actividades para la generación de ingresos, “se mantienen en la lucha, es una cosa entre persistencia y terquedad. Hay regiones en donde la gente es tan pobre y tiene tan pocas alternativas económicas que no tiene otra opción que la agricultura, , pero estas comunidades están muy cerca de Bogotá o de Tunja. O sea, hay otras posibilidades, porque son lugares muy conectados con capitales, pero quieren mantenerse como campesinos”, llama la atención la investigadora.

Es una labor loable que exalta desde su rol de científica, pero también como la persona que disfruta la naturaleza. La admiración por el campo se fortalece y de eso no solo deja evidencia con el trabajo académico, sino con las palabras que expresa en la dedicatoria de su tesis: “A todas las mujeres, hombres, jóvenes y niños, quienes entre la persistencia y la terquedad luchan cada día por seguir siendo campesinos. …Y entre estos con especial cariño para mi Tía Rosita”.

(FIN/KGG)

17 de abril de 2023