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Recientemente se anunció cambio de nombre y modificación de la indumentaria. Foto: tomada de Twitter Policía Nacional Oficial.

El escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) a partir de junio pasó a convertirse en la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (Undmo). Recientemente esta dependencia anunció la presencia de figuras pacificadoras y la mediación en primera instancia de sus funciones en las manifestaciones ciudadanas. Analistas exponen cómo debe seguir esa transformación y los retos que se dan con esta decisión.

Para que el proceso dialogante sea efectivo, hay que hacer hincapié, en el mediano y el largo plazo, en la formación de quienes integran la Undmo y en ella la pedagogía debe ser la línea rectora, de acuerdo con Edgar Ramírez Monsalve, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín, para que no se repitan, por ejemplo, casos de desapariciones forzadas.

Sin embargo, es fundamental ir más allá de la presencia de actores pacificadores, añade al referirse que además del “cambio de mentalidad se deberían implementar actividades más proactivas e inteligentes. Por ejemplo, todo lo que implica el manejo de vías o de calmar a personas que denoten intolerancia contra todo lo que se diga”.

En ese sentido, considera que, si bien se está evidenciando un esfuerzo, “hay que ampliarlo, reforzarlo y reorientarlo a la garantía de los derechos humanos, el respeto y la valoración de una ciudadanía activa, participativa y democrática”, teniendo en cuenta, además, según él, que el Estado ha debido pagar indemnizaciones ante las arbitrariedades y ha adquirido una imagen desfavorable, motivos que tuvieron que ver con la idea de campaña presidencial de Gustavo Petro de transformar al entonces Esmad cuando era candidato.

Para Pablo Emilio Angarita Cañas, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, la pedagogía no debe darse únicamente en la vía de los miembros de la Undmo, sino también al conjunto de la sociedad, teniendo en cuenta que les hace falta una mayor preparación frente al manejo de los conflictos y para respetar las diferencias, un aspecto que según él es fundamental para transformar los conflictos de manera positiva.

Insiste, también, en que no basta con hacer transformaciones en las políticas de la ahora Undmo, “lo cual todavía está por verse”. La labor educativa debe ser profunda y puede ser representativa para modificar la percepción que tiene la ciudadanía, acerca de la cual en sus estudios investigativos ha identificado una doble actitud, en general, hacia la Policía, pues ha encontrado que la rechaza por actos de abuso de autoridad o represión, pero a la vez la busca en casos de emergencia.

Además, expone que, si bien esa labor pedagógica es fundamental, continúa siendo un asunto pendiente. “No he visto una labor en esos términos”, afirma. Oficialmente la Undmo se ha referido solo a la intención de diálogo, a algunas modificaciones en la indumentaria y en la conformación del equipo que acompañará las manifestaciones.

¿Sería efectivo el diálogo?

De los integrantes de la Undmo que velarán por el diálogo se espera que sean buenos negociadores, con capacidad de comunicación y de consenso, pero también deben “conocer” a los manifestantes, según Juan Carlos Ruiz, de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad Rosario.

¿A qué se refiere con ese último enunciado? Lo responde aludiendo al ejemplo de Alemania, donde ese modelo ha funcionado: “allá lo llaman servicios de orden. Dialogan y tienen muy buen contacto con los manifestantes y sus representantes, pueden negociar con ellos antes de las protestas, pueden ponerse de acuerdo sobre ciertas restricciones y limitaciones para que las movilizaciones no se degeneren. Eso es lo que se esperaría en Colombia. Sin embargo, ese es el deber ser. Es decir, en la realidad sucede otra cosa totalmente diferente”.

En ese sentido, ante la intención de la ahora denominada Undmo para transicionar a un accionar basado en el diálogo el profesor Ruiz es escéptico, dado que menciona que hay riesgo de que los cambios anunciados “sean maquillados, y que en el fondo sea el mismo Esmad. Todavía no soy muy optimista de que vaya a ser un cambio fundamental”.

Adicionalmente pone en cuestión la supuesta novedad de la perspectiva de diálogo. Para él esa intención y función ya existía en la Policía Nacional en las protestas, y, de hecho, es una estrategia que se ha implementado en Bogotá, donde la alcaldesa Claudia López instauró la presencia de funcionarios encargados de interponerse entre las partes mientras velan por los derechos humanos.

Lo que es novedad es la indumentaria de los chalecos azules que llevarán los miembros de la Undmo que irán adelante, así como el casco blanco con la palabra diálogo y speaker, pero para él no tiene sentido el hecho de que se incluya el término en inglés.

(¿) Imposible evadir (?) medidas coercitivas

Llama la atención Ramírez Monsalve que es importante recordar cuáles fueron las situaciones que alentaron la idea de apostarle al diálogo como premisa de la dependencia de la Subjefatura Nacional del Servicio de Policía, que está precedida por casos recientes de represión durante la serie de manifestaciones ciudadanas que se dieron entre 2019 y 2020, a lo que se le denominó Estallido Social.

Para el docente son inevitables momentos en los que, ante el desorden, el diálogo no bastará, “porque de todas maneras hay unos sectores de los grupos políticos que estarían interesados en que ciertas manifestaciones toquen esa línea roja de la violencia”.

Por su parte, Ruiz expone que las policías no pueden ser “light”, que no se trata, por ejemplo, de vestirlas de blanco como alguna vez propuso un secretario de gobierno de la capital del país con el fin de reducir la represión, porque “deben intervenir cuando hay una explosión de violencia, y hay que restaurar el orden”.

Ganar confianza

Evidentemente los cambios, advierte el profesor Ramírez Monsalve, no se producen de un día para otro. Los esfuerzos, entonces, son primordiales para generar confianza en la ciudadanía: “Si eso se logra se merman las tensiones, los problemas de violencia y de (violación a los derechos)”.

La opinión del docente Ruiz es que hay un lazo que se rompió entre manifestantes, principalmente jóvenes, el anteriormente llamado Esmad y, como tal, la Policía Nacional, y es una relación difícil de recomponer, dado lo ocurrido durante el Estallido Social.

En esa medida, plantea que hay también un dilema al que se enfrenta el actual gobierno, que, menciona, algunos miembros del partido al que pertenece defendieron a integrantes de la primera línea, que después solicitó la libertad de personas que cometieron actos de vandalismo y que en campaña abogó por la transformación del Esmad: “La encrucijada es que cualquier gobierno, de izquierda o derecha, necesita un cuerpo antimotines. No hay policía en el mundo que no tenga uno. Es la página poco amable de las policías, pero les toca. El control de masas es una labor muy complicada”.

(FIN/KGG)

13 de junio de 2023