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Durante la época electoral, algunas vallas y carteles de propaganda política son vandalizados, lo que incrementa la problemática en las ciudades. Foto cortesía. Tomada de: https://acortar.link/Gcblik.

En algunas ciudades del mundo, el paisaje parece ser un cuadro compuesto por tráfico; publicidad y propaganda; basura; paredes sucias, rayadas o mal pintadas; exceso de señales o señalización; edificaciones deterioradas; escombros; cableado de energía expuesto; nubes de smog y hasta ropa tendida.

Sin embargo, la contaminación visual va más allá de lo que se ve. Además de ser un tema de interés en el cuidado del medio ambiente, la protección del espacio público, y la seguridad vial; de acuerdo con el profesor de la Escuela de Medios de Representación, de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín, Nino Andrey Gaviria Puerta, este fenómeno afecta la calidad de vida y la salud física, mental (o ambas), de las personas que están expuestas a la misma.

También explica que, “estos son estresores urbanos o estresores ambientales, elementos que generan sobreexcitación en el estado psicosocial o psíquico del individuo o del colectivo; entre esas manifestaciones pueden estar la ansiedad, el estrés, entre otros. También puede afectar las pautas comportamentales, especialmente en el espacio público; o actuar como distractores que pueden tornarse en un factor de riesgo en el ejercicio de actividades como la conducción, por ejemplo”.

Las expresiones culturales llamadas arte urbano o arte callejero que se manifiesta a través de grafitis, murales o los museos a cielo abierto, no son considerados fuentes de contaminación visual, sino elementos que imprimen una estética en el espacio público, y que, además, promueven dinámicas sociales y/o económicas.

 

Espacio público, “escaparate visual”

Aunque en Colombia no existe una definición legal del concepto de contaminación visual, se abordan definiciones genéricas de contaminación y contaminante, en el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente (artículo 82 del Decreto 2811 de 1974).

En ese sentido, la Oficina Asesora Jurídica del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, señala que la contaminación es “la alteración del ambiente con sustancias o formas puestas en él ya sea por actividad humana o de la naturaleza, en cantidades, concentraciones o niveles capaces de interferir en el bienestar y la salud de las personas, atentar contra la flora y la fauna, degradar la calidad del ambiente, de los recursos de la Nación o de los particulares”.

Pese a que todos los factores que conforman esta clase de contaminación son importantes, tal vez el más evidente y común en el país es el exceso de imágenes o mensajes que se materializan en vallas, afiches, carteles, volantes, pasacalles, entre otros.

“Sin entrar a definir qué es un contaminante, la saturación de mensajes puede ser contaminación visual. Como solía o suele suceder en las épocas electorales, era un gran festín de vallas y pancartas, entonces el espacio público se vuelve como un gran escaparate saturado visualmente”, agrega Nino Gaviria, doctor en urbanismo.

La Ley 140 de 1994 fue creada para “mejorar la calidad de vida de los habitantes del país y para la simplificación de la actuación administrativa en relación con la Publicidad Exterior Visual en el territorio nacional”; entre sus prohibiciones contempla el uso de cualquier infraestructura propiedad del Estado como postes de apoyo a las redes eléctricas y telefónicas, puentes, torres eléctricas, entre otros, para ubicar publicidad o propaganda política exterior visual.

El autor del libro, El hombre y su ambiente. La problemática de contaminación ambiental y aportes para su solución, y docente jubilado de la UNAL Medellín, Julián de Jesús Bedoya Velásquez, enfatiza que, culturalmente se considera que ese exceso de contaminación visual es normal.

“Si en algún tipo de normativa estamos en pañales es en la de contaminación visual. Desafortunadamente en la época que más se infringe es en campaña electoral, pese a que la propaganda que un político puede poner está restringida, sabemos que a la larga no se cumple. Las autoridades ambientales no tienen jurisdicción alguna con respecto al tema. Hay iniciativas desde las secretarías de Gobierno y Planeación municipales, pero a la larga no hay grandes equipos o una normativa que regule estas cosas. Apenas estamos empezando a hablar de eso”, enfatiza el Doctor en Ingeniería Ambiental y Calidad del Aire.

Descontaminar los paisajes urbanos

Primero, de acuerdo con el profesor Nino Gaviria, es necesario tener en cuenta que el espacio público es donde se ejercitan los contratos sociales. “Se escenifican esos pactos sociales entre los entes gubernamentales y las poblaciones que están gobernadas por esas entidades, o los micropactos entre grupos y colectivos culturales, o individuos”.

El arquitecto manifiesta que, por esta razón, es un tema complejo debido a las fronteras sutiles entre lo socialmente permitido y lo que pueda ser dañino para el otro. Desde un punto de vista más holístico, “lo que se esperaría de los elementos compositivos o físicos, es un espacio público que permita mitigar consecuencias del cambio climático, disminuir el fenómeno térmico como el efecto islas de calor, con lo cual el espacio público verde se vuelve fundamental. Los elementos naturales en el espacio público deberían volver a ser los protagonistas”.

Pero para llegar a un equilibrio en el paisaje urbano, ambos académicos señalan que es necesario poner acento en investigaciones al respecto, pues no se puede legislar sobre un fenómeno del cual se ha estudiado poco. Sin embargo, los futuros estudios deben estar apoyados en disciplinas como la psicología, el hábitat, y la arquitectura, con el fin de obtener distintas perspectivas y claridades que permitan definir cómo las ciudades pueden ser ambientes más sanos. Para lo anterior, es fundamental, además, que este tema sea posicionado en la agenda política nacional.

Ningún barrio de Medellín está exento de un panorama cargado de contaminación visual: paredes rayadas y sucias, contaminación atmosférica, basuras, escombros y trancones. Fotos cortesía.

(FIN/JRDP)

31 de julio de 2023