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En el fondo del mar, en la miel, en la leche materna y hasta en las nubes hay microplásticos, un residuo que ha llegado a casi todos los rincones y seres del planeta. La invasión provocada por este material es irreversible y cada vez más problemática; se calcula que al año se producen 200 millones de toneladas de desechos plásticos en el mundo. La reciente prohibición de la venta de microplásticos, como la mirella o brillantina suelta, se suma a una serie de medidas en distintos países para mitigar la contaminación por esta causa. ¿Será suficiente?

Según estudios, en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de San Bernardo en el Caribe colombiano, el 33 % de los microplásticos en el océano provienen de la ropa sintética. Foto cortesía de acortar.link/tyJHq2.

Cosméticos con microperlas, detergentes domésticos e industriales, suavizantes, cremas dentales, pinturas, fertilizantes, productos de limpieza y fitosanitarios, juguetes, medicamentos, dispositivos médicos, escarcha o diamantina y el relleno granular usado en superficies deportivas artificiales (considerado como la principal fuente de microplásticos añadidos intencionalmente), hacen parte de la larga lista de artículos cuya venta está siendo prohibida de manera gradual desde octubre de 2023 en los 27 países que conforman la Unión Europea (UE).

Las nuevas normas buscan reducir la contaminación por microplásticos por diferentes fuentes: desechos y basura de plástico, liberaciones accidentales e involuntarias de microplástico (por ejemplo, por la degradación de neumáticos o liberación por el lavado de ropa) y el uso intencional de los mismos en distintos productos.

“El plástico es un polímero que provienen de fuentes no renovables como el petróleo, estas estructuras no se degradan y permanecen en los ambientes por millones de años. Por efectos mecánicos, exposición el sol, el viento e incluso la acción de los microorganismos, se forman partículas de plástico o microplásticos con tamaños de hasta cinco milímetros de diámetro. Su pequeño tamaño y poca densidad permite que no solo sean transportadas a través del agua, sino también del aire, las nubes y el viento”, explica la profesora asistente de la Escuela de Química, de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, Juliana Palacio Betancur.

Lo que diferencia a este material de los demás plásticos es su tamaño. Se denomina así a fragmentos de plástico que pueden ser más pequeños que la cabeza de un alfiler o una hormiga. La prohibición de la UE cubre todas las partículas de polímeros sintéticos de menos de cinco milímetros que son insolubles y resistentes a la degradación. Con esto, se evitaría la liberación en la Unión Europea de alrededor de medio millón de toneladas de microplásticos y una reducción de la contaminación por estos en un 30% para 2030.

Aunque se dan en otro continente, estas restricciones marcan un precedente sobre los usos de este material, señala Juliana Palacio, doctora en Ciencias Químicas. “Dada su importancia, la Unión Europea ha tenido algunos avances en el estudio de los microplásticos que han llevado a que se comience a regular su uso, conduciendo cambios en la composición y producción de cientos de productos. Para un país como Colombia también genera impactos positivos dada la alta cantidad de artículos importados que se consumen diariamente en el país”.

La profesora y química señala que estos pueden aparecer en el ambiente por dos vías. La primaria, hace referencia a artículos farmacéuticos, cosméticos, entre otros, que contienen aditivos de microplásticos, después de cumplir su propósito estas pequeñas partículas se desprenden y van a parar a los ecosistemas, incluyendo ríos y mares. La fuente secundaria hace parte del proceso de degradación de los plásticos que se usan actualmente en casi cualquier cosa: llantas de los vehículos, dispositivos electrónicos como la tv y el celular, muebles, bolsas, etc.

“A nuestro alrededor tenemos muchos ejemplos de polímeros, los computadores, el celular, la ropa, y todos los materiales que están hechos, generalmente, de productos
no biodegradables que terminarán su vida útil en un relleno sanitario. La crema exfoliante es un caso típico de compuestos que contienen microplásticos, donde después de su uso van por el alcantarillado y los procesos de filtración en las plantas de tratamientos de agua no están diseñados para retener partículas tan pequeñas, por esto terminan en cuerpos de agua y océanos o ingresan a los organismos acuáticos los cuales son luego consumidos por animales y los humanos”, agrega Juliana Palacio.

“El problema es delicado y no lo podemos parar, todo lo que se arrojó de plástico en los últimos 50 años no lo podemos recuperar y sacar, ya está ahí en los ecosistemas. Pero esperamos que se disminuya mediante estas medidas gubernamentales o acuerdos mundiales, donde tratemos de usar de una mejor manera el plástico pues no lo podemos sacar de nuestra vida, hace parte de nosotros”, comenta María Isabel Criales Hernández, docente del Departamento de Biología UNAL Bogotá, quien se dedica a investigar los efectos de este residuo en las aguas del Caribe colombiano.

La bióloga marina y doctora en Recursos Naturales advierte que va a llegar un punto donde este material va a generar problemas como sucede actualmente con la contaminación atmosférica. “Si seguimos en este uso desmedido y poco gestionado, habrá tantas partículas de plástico que nos pueden afectar a las personas cómo están afectando actualmente los ecosistemas marinos”, agrega María Isabel.

En un reciente análisis de los desafíos frente a estos residuos con respecto a la salud en América Latina y el Caribe, la Organización Panamericana de Salud (OPS) advierte que “el incremento en el consumo de plásticos, especialmente de un solo uso, es alarmante. La producción de botellas, vasos y empaques alimenticios contribuye a una contaminación visible en ríos y lagos, lo que amenaza tanto al medio ambiente como a la salud humana", señaló Ana Boischio, asesora regional en seguridad química de la OPS, en el marco del Seminario virtual microplásticos: desafíos de salud y ambiente, realizado en Washington en agosto de 2023.

 

El plato principal de la cadena alimenticia

“Hay suficientes evidencias que confirman una alta presencia de microplásticos en la cadena alimenticia, así como en el agua dulce y el agua potable”, argumentó Luis Francisco Sánchez, asesor regional de salud, ambiente y cambio climático de la OPS.

De acuerdo con el funcionario, “estas sustancias también pueden afectar a las personas a través de la inhalación. Pueden ser liberadas por la abrasión de neumáticos, desgaste de textiles sintéticos, la quema de basuras y otros procesos. Su impacto sobre el bienestar humano va a depender del grado y tipo de exposición, la ruta de ingreso al organismo y también de factores como estado de salud, nutrición, consumo de tabaco, entre otros. Si bien el impacto en la salud humana aún no está completamente comprendido, existe preocupación por posibles efectos respiratorios, endocrinos y cardiovasculares”, resaltó Sánchez en un comunicado de la Organización.

En promedio, una persona ingiere involuntariamente más de 100 000 microplásticos al año, esto equivale en densidad a comer una tarjeta de crédito o un bolígrafo semanal, según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en inglés). De acuerdo con esta entidad internacional, distintos países han introducido prohibiciones a la fabricación de cosméticos y productos de cuidado personal que contienen microesferas como Canadá, Irlanda, Países Bajos y Reino Unido.

Pero las personas no son las únicas afectadas. “El problema del plástico es que tiene una duración entre 300 y 400 años, es una materia inerte que no se descompone, no se asocia con otra, se va partiendo en pedazos, son fragmentos tan pequeños que ya hacen parte de nuestro medio natural. Ingresan al ambiente marino y estas partículas son ingeridas por organismos vitales, como el zooplancton, que hace parte de la cadena alimenticia y que es como la guardería de las especies nativas: caracoles, cangrejos, estrellas de mar y peces se alimentan de él, muchos de ellos están ingiriendo plástico en sus primeras etapas de vida”, señala María Isabel Criales.

De acuerdo con la bióloga marina y profesora de la UNAL, hay estudios que muestran que a causa del microplástico estas especies mueren, sufren problemas de fecundidad, de desarrollo embrionario y de crecimiento.

“Estamos atacando a los bebés del ecosistema marino y eso va a repercutir en menos especies, sumado a otras problemáticas como el calentamiento global, metales pesados, hidrocarburos y otras variables de contaminación que afectan la fauna marina. Por otro lado, estamos generando un daño en la cadena alimenticia, porque estos animalitos son la comida de los demás, es como “vaciarles” la nevera. Es un problema que no se ve de manera inmediata, pero a los pocos años vamos a observar que esta será otra de las causas de la muerte de muchas de las especies marinas”, enfatiza la investigadora María Isabel, quien agrega que estos residuos quedan en el cuerpo de los peces y otros animales acuáticos de consumo humano.

Las primeras medidas en la Unión Europea, como la prohibición de brillantina suelta y microperlas, entraron en vigor en octubre de este año. Para los demás casos esta restricción se aplicará después de un período más largo (entre 4, 8 y 12 años) para dar tiempo a las partes interesadas y afectadas de desarrollar alternativas sin microplásticos. Se estima que los costos para la industria, los clubes deportivos y gobiernos ascenderán a 19 000 millones de euros en los próximos 20 años.

Pese a que en Colombia no se cuenta con una legislación sobre este tema, la doctora química Juliana Palacio enfatiza que hablar de restricción a los microplásticos es fundamental.

“Debemos hacernos conscientes que tenemos un problema grande con los microplásticos, por lo tanto, es necesario crear conciencia sobre lo que está pasando desde el usuario, el productor y quienes reglamentan su uso. Realmente, la responsabilidad es compartida. Por lo tanto, es necesario hablar de polímeros sustentables que provengan de materias primas renovables y que sean biodegradables, de tal manera que cuando termine su vida útil no afecten al medio ambiente. También es clave la economía circular donde la materia prima se pueda reutilizar para evitar que estos materiales lleguen a los rellenos sanitarios”.

(FIN/JRD)

27 de noviembre de 2023