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Cuando Ede participó en las Olimpiadas nacionales e internacionales de matemáticas, supo que su vida estaría ligada no solo a los números y al razonamiento lógico, sino también a las relaciones humanas. Han pasado más de 30 años desde entonces y ahora, este matemático, egresado de la U.N. Sede Medellín, vinculado al Banco Mundial, dirige proyectos de intervención social para personas que vivieron la guerra o que presenciaron la furia de un desastre natural.

Ede se dio cuenta que las matemáticas no eran un impedimento para formular propuestas encaminadas a mejorar las condiciones de vida de comunidades en diferentes partes del mundo. Las reconoció como más que entidades abstractas, las llevó a diferentes campos de acción y desde entonces actúo sin límites.

“En mi paso por la U.N. los principios de trabajo y rectitud se traducían en el nivel de rigor y en la pasión que le ponían los profesores a cada tema. La actitud permanente de resolver nuevos problemas, el deseo de estar siempre actualizados sobre innovación y desarrollo a nivel mundial, son ejemplos de cómo se formaban los valores de los estudiantes de la U.N.”: Ede Ijjasz.

En una época en donde nadie quería estudiar matemáticas, Ede levantó la mano para decir que él sí. Estaba dispuesto a explorar esa área que le llamaba la atención desde el colegio. Al graduarse ingresó a la Facultad de Ciencias de la U.N. en Medellín, donde desató una curiosidad permanente por descubrir y un rigor analítico que le depararon un camino de experiencias significativas.

En su paso por la U.N. no hubo muchas personas en la Facultad y la relación entre profesores y estudiantes era muy cercana: “teníamos más tiempo de conversar, de aprender y de intermediar con ellos, eso lo hizo muy interesante”, recuerda Ede. Ingresó a la universidad en 1982 cuando tenía 16 años de edad. Paralelo a su carrera de matemáticas estudió Ingeniería Civil en la Universidad de Antioquia.

Su paso por la Universidad Nacional de Colombia

De la U.N. rememora cómo los principios de trabajo y rectitud se traducían en “el nivel de rigor y en la pasión que le ponían los profesores a cada tema. La actitud permanente de resolver nuevos problemas, el deseo de estar siempre actualizados sobre innovación y desarrollo a nivel mundial, son ejemplo de cómo se formaban los valores de los estudiantes de la U.N.”, dice.

Al finalizar su pregrado viajó al Instituto Tecnológico de Massachusetts para hacer un doctorado en Ingeniería Civil. Allí compartió junto a estudiantes de más de 100 países. “Estuve en Massachusetts en la época en donde se estaba inventando el internet y haciendo una serie de investigaciones aeroespaciales fascinantes, todo el mundo estaba allí. Era una oportunidad de aprender a nivel global, de vivir experiencias y de tener compañeros de todos los continentes”, cuenta.

Realizó su tesis de doctorado sobre la Teoría del caos. Una teoría matemática para explicar fenómenos como la turbulencia en las aguas. Su interés se centró en hidrología. En su trabajo combinó matemáticas teórica y práctica de análisis de turbulencia.

Para ese tiempo, Colombia no tenía mucha información sobre el tema. Fue necesario conectarse con investigadores de Estados Unidos, Japón y Europa quienes compartieron con él los avances en este campo.

Después de observar mapas dijo: ¿Por qué los ríos se parecen a los árboles? Esa fue la pregunta que planteó para su investigación. Seis años más tarde lo logró explicar con fundamentos físicos: los ríos tienen forma de fractal.

Descubrió entonces que es el agua la que esculpe las montañas y no son las montañas las que le indican al agua hacia dónde ir. Concluyó que llevar cada gota de agua que cae en forma de lluvia hasta el mar y hasta esas estructuras de los ríos, permite que se gaste menos energía.

Su trayectoria en el Banco Mundial

Al terminar su doctorado trabajó en la Consultoría Ambiental de Estados Unidos y en 1997, gracias al programa Jóvenes Profesionales, ingresó al Banco Mundial. En el Banco inició en la División Ambiental de Recursos Naturales de América Latina y luego en la División de Infraestructura de Asia Central. Posteriormente estuvo a cargo de programas globales de agua y energía. Finalmente, en Beijing, fue responsable del programa de Desarrollo Sostenible para China.

Una trayectoria que le brindó las herramientas necesarias para ejercer como el actual director del Departamento de Prácticas Mundiales de Desarrollo Social, Urbano y Rural, y Resiliencia del Grupo Banco Mundial.

El Departamento tiene como fin abordar los desafíos de desarrollo más complejos en las áreas de: manejo de desastres, servicios e instituciones urbanas, inclusión social y sostenibilidad, desarrollo territorial y rural, conflicto y violencia y reconstrucción de procesos de paz.

Un liderazgo con propósito

Actualmente, Ede dirige un grupo de 700 profesionales pertenecientes a 90 oficinas en el mundo. Considera que entre los retos más importantes está encontrar cómo crear comunidad y sentido de pertenencia dentro del equipo. “Lo más significativo de un liderazgo de un grupo tan grande, es crear eternamente una conciencia de noción, qué es lo que queremos hacer y para dónde vamos en el área de la innovación. Una misión compartida permite que los principios se apliquen en cualquiera de las labores que desarrollan los miembros del equipo en sus países”, dice.

En un mundo en donde aún no se ha podido erradicar la miseria, Ede y su equipo de trabajo tienen una meta: apoyar a los países a eliminar la pobreza extrema en el 2030. En este proceso es fundamental el respeto que merece cada una de las personas con quienes se realiza intervenciones y su participación al momento de planear soluciones.

Además, traer experiencias de otras naciones, de tal manera que cada país pueda escoger su camino de desarrollo. En esto radica la importancia de estar conectados con el mundo, de entender otras soluciones y otras metodologías para desarrollar los procesos.

Más que encontrar explicaciones lógicas a cómo transcurre la vida, Ede aprendió en su paso por las matemáticas que es fundamental mirar cada situación como una oportunidad de aprendizaje, que los seres humanos tienen un nivel de generosidad más allá de lo que uno imagina, que no es posible conocer todas las respuestas a pesar de los años y de la experiencia, que siempre alguien tiene algo para aportar sin importar la edad o las circunstancias y, lo más importante, ¡que nunca se debe dejar de aprender!

8 de octubre de 2018