Escudo de la República de Colombia
A- A A+


Aunque está ubicada en un punto estratégico, en el centro geográfico de Medellín, esta sede de la Universidad Nacional de Colombia tiene una vinculación muy limitada a transporte masivo y poca conexión vial con el resto de la ciudad. Entre los miembros de la comunidad universitaria es frecuente la queja por la lejanía con las estaciones del Metro o las frecuencias y escasas rutas de buses habilitadas en las vías aledañas.

Paulina Zuleta Acevedo, estudiante de Arquitectura, dice que lo padece a diario. Vive en un municipio del Oriente antioqueño y cree que es más fácil llegar a la Universidad que regresar. El bus en el que viaja la deja cerca, pero cuando se debe devolver para su casa se le hace complejo dado que debe ir hasta el sector de Coca-Cola, un sitio bastante inseguro, donde debe esperar varios minutos.

La propuesta del Municipio de poner en funcionamiento buses eléctricos que circulen por la carrera 80 puede abrir otro panorama, menciona Marco Londoño González, arquitecto y jefe de la Sección de Planeación Territorial en la Dirección de Ordenamiento y Desarrollo Físico. Para él, “es muy importante tenerlo en cuenta porque a veces nos centramos en resolver inconvenientes al interior de la Universidad pero nos desligamos de las decisiones a nivel de ciudad y, finalmente, pueden ayudar a mitigar o a solucionar el problema”.

Pero si es inadecuado el servicio de buses, para quienes usan el Metro no es mucho más fácil. La Estación Suramericana, la más próxima a la Universidad, “queda retirada; esa es una de las principales dificultades. Así que las personas pueden utilizar el bus, pero es bien conocida la baja calidad de este servicio y los integrados están muy lejos”, expone el profesor Víctor Gabriel Valencia Alaix, del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas. Muchas personas hacen el recorrido a pie o en bicicleta, pero también en esa zona hay reportes de atracos e inseguridad.

Para analizar la pertinencia de habilitar una nueva línea del Metro, en 2016 se hizo un estudio que propuso reemplazar la línea C, que operó entre las paradas Caribe y Suramericana, por la F. Esta conectaría a la Fiscalía, la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, la Biblioteca Pública Piloto y el barrio Carlos E. Restrepo, continuaría su recorrido hacia La Macarena, donde cruzaría el río Medellín – Aburrá y llegaría finalmente a Industriales.

“Eso le permitiría a la Sede tener una conexión directa al sistema masivo, tanto así que el puente que conectaría la estación entraría a los predios de la Universidad. Esa estación podría mover 20.000 personas al día y sería una gran solución para la movilidad del campus”, asegura el profesor Iván Sarmiento Ordosgoitia, del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas. Aunque hace parte del Plan Maestro del Metro, no se ve como una posibilidad cercana.

Esas dificultades con el transporte público, más la vulnerabilidad en seguridad, hace que muchas personas busquen soluciones individuales. El profesor Valencia Alaix, advierte que así es muy difícil desestimular el uso del vehículo particular, especialmente motocicletas, como la que usa David Esteban Gómez; vive en Bello y su razón para comprarla fue la dificultad que le significa movilizarse entre los campus.

Hace tiempo, en el campus El Volador, las motocicletas representaban un problema porque eran estacionadas sin orden. Se construyó entonces el parqueadero contiguo a la portería de la carrera 65, con un acceso exclusivo.

“Eso me parece una excelente idea, es mucho más cómodo tener todas las motos en un mismo sitio y no por todo el campus porque también se presta para accidentes”, destaca el estudiante de ingeniería civil.

Con el parqueadero el tema de las motocicletas ya se resolvió, por lo menos en el campus El Volador, donde hay 737 celdas de estacionamiento. Lo que se necesita ahora es un ejercicio pedagógico con los ciclistas. Debe ser “cada vez más fuerte para indicarles que movilizarse por el campus se debe hacer de manera más cuidadosa”, afirma Marco Londoño.

Su argumento lo valida Paulina, quien al desplazarse por el campus ha notado que la señalización es adecuada: “se indica por cuáles sitios deben ir los peatones y los ciclistas pero hay unos que van súper rápido”. En ese sentido, cree que faltan estrategias para que las personas se hagan conscientes.

En la Sede la prelación son los transeúntes. El área de senderos peatonales en El Volador, el más grande de los campus, es de 27.302,62 m²; 3.951,93 m2 en El Río y 1.438,29 m² en Robledo, según datos de la Dirección de Ordenamiento y Desarrollo Físico.

No obstante, Londoño González reconoce que hay caminos que no cumplen con estándares de accesibilidad como rampas, rebajes o pompeyanos viales, que son un tipo de obstáculo similar a los policías acostados pero a nivel del andén para que los vehículos disminuyan la velocidad en zonas de constante flujo de personas.

Ese mismo inconveniente se presenta en el Campus Robledo, donde el reto es mucho mayor teniendo en cuenta la empinada topografía de la zona.

Al girar el análisis a los vehículos, el profesor Valencia Alaix cuestiona que al interior del Campus El Volador la movilidad se afecta por el hecho de que se permite el estacionamiento en las vías y no en espacios destinados para ello.

Parquear lejos del sitio de destino está bien para jornadas educativas de varias horas, plantea, pero no opina lo mismo cuando se trata de actividades de corta duración como asistir a servicios de Unisalud.

El estudiante de Ingeniería de Control y conductor de vehículo particular, David Esteban Pulido, considera que las áreas de parqueaderos están bien; su reparo tiene que ver con el Pico y Placa, pues no está de acuerdo con que este se implemente en un lapso extendido al interior de la Sede. “Podría ser de 10:00 a.m. a 3:00 p.m., un horario más recortado para que no se nos presente tanta dificultad para venir en carro”, propone.

El profesor Sarmiento Ordosgoitia reflexiona en torno a que “el parquear es un derecho que se ha perpetuado en el tiempo como algo gratuito, pero que no debería ser. Cada quien debe asumir la responsabilidad y quien quiera comodidad debe pagar un poco. Esas tarifas se podrían utilizar para otorgar becas a estudiantes de bajos recursos, como una manera de compensar por la contribución de emisión de contaminantes”.

Propender por la movilidad es una responsabilidad de todos los actores: tanto de autoridades y peatones, como de conductores, ciclistas, pasajeros. Precisamente promover las buenas prácticas es una de las apuestas de la administración de la Universidad a corto plazo.

El vicerrector Juan Camilo Restrepo, ha adelantado gestiones con las autoridades locales para que se mejore el transporte público, e incluso ha promovido la creación de una ruta circular que vincule al complejo de universidades de la zona de Robledo, con los campus El Volador de la U.N. y la ciudad universitaria UdeA.

Adicionalmente se busca mejorar el flujo y la seguridad vial en los alrededores, ante ese requerimiento, la Secretaría de Movilidad de Medellín instalará semaforización en el cruce de la carrera 65 con la calle 59A, que en pocos días quedará con un único sentido de circulación: occidente – oriente.

22 de abril de 2019