Escudo de la República de Colombia
A- A A+
Las condiciones orográficas y de vientos influyen en la ocurrencia de rayos. Foto: cortesía Ernesto Pérez González

 

En Antioquia hay zonas como el Bajo Cauca en las cuales se presentan gran cantidad de descargas eléctricas atmosféricas. Esto puede generar varios tipos de riesgo, por lo que es fundamental estudiarlos y generar conocimiento, según profesores del Departamento de Energía Eléctrica y Automática de la Facultad de Minas.

¿Su habitación se iluminó de repente? ¿sintió cimbrar las ventanas? ¿Escuchó los truenos de los rayos ocurridos durante la noche del 13 de julio? A varias personas el sonido las despertó, como lo reportaron usuarios en redes sociales al día siguiente. Esa noche, según el Siata, se registraron 41 descargas eléctricas en el valle de Aburrá .

Las descargas eléctricas no se dan en días soleados y con el cielo azul, según el profesor Javier Gustavo Herrera Murcia, del Departamento de Energía Eléctrica y Automática de la Facultad de Minas. Para que ocurran los rayos, como los de la lluviosa noche del 13 de julio, debe haber una nube de tormenta.

Según el Siata, Colombia es uno de los países con mayores densidades de descargas eléctricas en el mundo y de acuerdo con el profesor Ernesto Pérez González, también del Departamento de Energía Eléctrica y Automática de la Facultad de Minas de la Sede, una de las zonas donde más rayos se presentan es el valle del Magdalena, en Antioquia y el Bajo Cauca.

En el valle de Aburrá, según el Siata, Medellín es el municipio con mayor promedio anual de descargas y el segundo en esa estadística es Caldas . De acuerdo a información reportada por la entidad, en lo corrido del 2020 y según datos con corte al 21 de julio, en el área metropolitana hubo 6.267 descargas. En ese periodo cuando más rayos se registraron fue la semana del 10 de marzo, con 1.099.

¿Tantos rayos solo en un instante?

En otros días, según el Siata, también “hubo acumulados importantes, superando las 200 descargas en 24 horas”. Esas fechas fueron el 21 de enero, con 273; el 21 de febrero, con 247, y el 19 de abril, con 277”.

Son muchos rayos. Es posible que a algunos las cifras les parezcan mentira; a otros, curiosas y a unos más, quizás, les genere duda por pensar que, en un momento muy corto solo puede notarse una, dos o tres descargas eléctricas. De esa percepción hay que despojarse por lo que explica el profesor Herrera Murcia.

Afirma que casi el 90 % de “los flashes” que notamos ocurren dentro de la nube, solo un 10 % tocan la tierra”. Si estos últimos se analizan en detalle, continúa, “se podrá conocer que a través del canal del rayo visible no circula un único pulso de corriente, sino que se dan varios en un periodo de uno o dos segundos” y eso es lo que identifican sistemas de localización actuales que cuentan cada pulsación uno como un rayo diferente.

“El ojo no tiene una resolución en tiempo tan alta como para poderlo discernir, pero sí alcanza a percibir el efecto. Cuando se ve el rayo muy lejos, por ejemplo, se ve una luz que titila”, explica el docente.

El ser humano no puede identificarlo, pero sí cámaras de alta velocidad que permiten conocer la evolución de las descargas eléctricas u otras tecnologías que han evolucionado al punto de que ahora pueden contar cuántas descargas eléctricas caen en un km2, pero mucho antes, hace unos 40 años, había una manera particular de tratar de registrar la ocurrencia de los rayos.

De la tarea se encargaba una persona del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), quien para ejercer su labor debía valerse de su oído y confiar en él, y hacía el registro desde una estación de meteorología. “No importaba si era uno, cien o mil; si oía algún trueno marcaba ese día como uno tormentoso en la zona”, cuenta el profesor Pérez González.

¿Y qué hay del sonido? ¿Qué tan potentes pueden ser? El docente explica que eso depende, no solo de la energía de la descarga sino también del lugar donde ocurra y de cómo puede generar o no un eco si hay, por ejemplo, montañas circundantes.


Los rayos en la mitología y en la cotidianidad

“El rayo fue, es y seguirá siendo uno de los fenómenos más extraordinarios de la naturaleza, que fue interpretado en la antigüedad en forma de fuego. Se conocen de la antigua cultura de Mesopotamia, entre el Tigris y el Eúfrates (hoy Irak), un país con más rayos que Egipto y no precisamente por su posición bélica, emblemas de rayos y bolas de fuego”.

Quien lo escribió fue Horacio Torres Sánchez, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UNAL Bogotá. En Colombia es considerado como uno de los expertos en el tema que también lo aborda en su libro El Rayo: mitos, leyendas, ciencia y tecnología.

No solo en la mitología, los rayos han hecho parte incluso de algunas expresiones; una de ellas: “que te parta un rayo”. Pero también han implicado temores al punto de la fobia como lo es la Astrafobia.

En cuanto a creencias al docente Pérez González le pareció curiosa una experiencia que vivió alguna vez durante una investigación que realizaba en Samaná (Caldas), una de las zonas donde más descargas eléctricas caen en Colombia.

Allá, cuenta, “veíamos cómo la gente se metía debajo de la cama cuando caían algunos porque empezaban a ver lo que llamaban duendes de fuego, que realmente eran chispas que salían de los tomacorrientes y que se producían porque las instalaciones no eran muy buenas”, recuerda.


Daños

A veces, luego de un día lluvioso, algunas personas pueden notar que sus televisores no encienden o uno de sus electrodomésticos dejó de funcionar. Comparada con la corriente que estos manejan, la de los rayos es muy alta.

La corriente eléctrica transportada por los rayos es, en promedio, de 30.000 amperios, mientras que, por ejemplo, por un adaptador de un computador puede circular una corriente de unos 500 miliamperios y por el cable de una plancha, aproximadamente uno a cinco amperios, según el docente Herrera Murcia.

Explica que, “cuando el rayo impacta o empieza a ser parte de alguna instalación eléctrica, de una línea de transmisión o de distribución, esa misma corriente circula por esos dispositivos y, al ser tan alta, aunque de una duración corta, causa daños que se traducen en sobrecalentamiento o derretimiento de las partes metálicas, y cuando se involucran gases causa explosiones”.


Prevenir el riesgo

Tanto el profesor Herrera Murcia como el docente Pérez Sánchez estudian los rayos, principalmente, con propósitos enfocados a la ingeniería. Sin embargo, llaman la atención sobre la necesidad de generar conocimiento al respecto para establecer medidas de prevención del riesgo.

Y es que, de alcanzar a una persona, un rayo la podría lastimar, como le sucedió al arquero de fútbol ruso Ivan Zaborovsky, o hasta podría causarle la muerte, como le ocurrió en 2002 al colombiano y también futbolista Hernán Gaviria.

“Si nos queremos proteger de ese fenómeno tenemos que conocerlo, saber cuáles son sus variables, dónde ocurre con más frecuencia y en qué épocas del año. Caracterizarlo y generar estrategias de prevención de riesgo en sistemas eléctricos y en personas que permitan disminuir al máximo sus efectos”, enfatiza el profesor Herrera Murcia.

Según el Siata, “dada su relación con la meteorología, el conocimiento de la dinámica de la actividad eléctrica permite inferir algunos aspectos del comportamiento de otros fenómenos atmosféricos, como lo son la intensidad y tipo de precipitación esperada durante una tormenta eléctrica, las velocidades del viento, entre otros, lo que a su vez posibilita el conocimiento de otros factores de riesgo”.

En la UNAL Medellín investigadores continúan enfocando sus estudios en la comprensión de los rayos, una tarea en la que ha avanzado paulatinamente no solo la Sede sino la Institución. Por ejemplo, el Programa de Adquisición y Análisis de Señales (PAAS-UN) aportó a la construcción de la Norma Nacional de Protección contra Rayos y la empresa que actualmente realiza mediciones y entrega datos al Siata está conformada por egresados de la Universidad.

(FIN/KGG)

27 de julio de 2020