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Su mamá solía decirle que las mujeres pueden hacer de todo, ella está convencida de que pueden hacer mucho más. Y, efectivamente, Débora Tejada Jiménez es una mujer de dar más y de ir siempre un paso por encima de las posibilidades, de ahí que sea la primera matemática que graduó la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y la primera egresada de la Facultad de Ciencias.

Hija de dos reconocidos ingenieros, Débora siempre fue buena para los números y se inclinó también por esta área del saber, en 1971 ingresó a la universidad a la carrera de Ingeniería Administrativa. Dos años antes, en 1969, había nacido el programa de Matemáticas y muchos ingenieros habían desviado su rumbo hacia él, en esos años convulsos y de cambios la jovencita también se dejó echar el cuento y el encanto de las matemáticas la sedujo para el resto de su vida.

“Creo que yo era la única mujer en Matemáticas, más adelante aparece Margarita Toro pero ella fue alumna mía. Recuerdo que teníamos clases con los mismos profesores que tomaban los cursos de magíster en Matemáticas, entonces había quienes eran compañeros míos y al mismo tiempo mis profesores”, cuenta sobre su experiencia.

La carrera de Matemáticas precisa disciplina y trabajo constante, además demanda tiempo; antes de ser una traba en el camino, para Débora estas exigencias, aunadas a su carácter recio y comprometido, representaron su estilo para abordar la profesión que todavía la apasiona. De hecho, una vez se graduó, en 1976, asumió la responsabilidad de dictar la cátedra Fundamentos 1, una materia para los estudiantes de la Maestría en Matemáticas; recién egresada Débora daba clase a estudiantes mucho mayores que ella.

“Esa clase estaba programada a las 6:00 a.m., el primer día yo llegué muy cumplida faltando 15 minutos. Afuera del salón había un señor y terminamos conversando, me contó que era profesor de la U.P.B., en fin; como a las 6:05 no nos abrían el salón y él empezó a hablar del profesor que iba a dar la materia, que era yo pero él no sabía, empezó a decir que tenía mala fama, que llegaba siempre tarde y que era muy incumplido… al rato abrieron el salón, entraron los estudiantes y yo me puse mi bata blanca, me hice adelante, borré el tablero y empecé a dar clase. El hombre quedó rojo de la pena. Solo hasta hace algunos años nos volvimos a encontrar y compartimos esa anécdota”, rememora la profesora sobre su época de docente que empezó muy joven.

El amor de Débora por enseñar se remite a su época de colegiala, siendo apenas una quinceañera les explicaba geometría a sus compañeras, esto le permitió no solo aprender sino darse cuenta de que ella tenía la capacidad de hacerse entender. “Una compañera que todavía me la encuentro me dice ‘Débora, yo te agradezco que vos me enseñaste a pensar, yo entendí cómo se pensaba en geometría gracias a vos’. Luego acá en la Universidad, cuando estudiábamos era muchas veces yo la que explicaba y eso siempre me permitió a mí entender, porque estudiaba al tiempo que explicaba”, comenta.

Débora María Tejada Jiménez hizo dos posgrados, uno en Francia en el área de álgebra, y otro en Estados Unidos en topología, su verdadera pasión. Dedicada a la docencia y a la investigación, por sus manos pasaron entre cuatro y cinco mil estudiantes, o tal vez más, a todos ellos les aconsejó siempre educarse, superarse y trabajar duro para conseguir buenas oportunidades.

“En general yo creo que fui una profesora justa, siempre hablaba con ellos y si era el caso les aconsejaba otros caminos porque uno siempre debe buscar lo que a uno le gusta para ser exitoso. Incité a los estudiantes para que buscaran oportunidades por fuera pero siempre les dije vuelvan a Colombia porque la universidad pública invirtió en ustedes y es importante que ustedes le regresen al país lo que les dio”, dice y reconoce que se siente orgullosa del trabajo hecho cuando ve a algunos de los profesores de la Universidad y encuentra caras conocidas; muchos de ellos fueron sus estudiantes y les caló tanto el mensaje que hoy siguen sus pasos.

Sobre si alguna vez se sintió sola siendo la única mujer en la carrera, la profesora señala no, pues aprendió en casa que los hombres y las mujeres son iguales y que intelectualmente tienen idénticas capacidades. Celebra que las mujeres estudien carreras relacionadas con las ciencias duras pues aportan una visión diferente que enriquece el conocimiento.

“Nosotras somos más prácticas que los hombres y creo que tenemos un poco más de facilidad para concretar ciertas ideas y encontrar rápidamente soluciones a problemas, creo que el punto de vista de la mente de la mujer ayuda a mejorar lo que se aprende en una ciencia”, advierte con la docilidad y la firmeza de su vena de profesora.

Débora Tejada Jiménez se jubiló en 2011 y ha seguido vinculada a la investigación. Actualmente, trabaja con juicio en tres artículos en el tema de teoría de nudos, seguir dándole lo mejor de sí a la academia es su manera de agradecer que de ella recibió mucho. “La Universidad Nacional es mi segunda casa, siempre me he sentido acá muy bien tratada: como estudiante me dio el saber suficiente para acceder a otros saberes en otros lugares y como docente nunca dejé de aprender. Trabajar en la Universidad te da cierta firma que te respalda y eso es importante”, apunta.

Mantenerse firmes, caminar con paciencia y sobre la base de recios principios éticos, es el consejo que esta mujer extiende a quienes hoy se forman para aprovechar el privilegio que ella llevó al máximo y al que muy pocos pueden acceder: la educación.