Escudo de la República de Colombia
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Protegido por grandes árboles y entre un nacimiento de guadua enclavado en el campus de El Volador, en irónica alusión a los bosques colombianos, se encuentra el Tótem mítico de las selvas, una de las obras escultóricas que el maestro Pedro Nel Gómez produjo exclusivamente para su alma mater, la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

Talladas en blanco mármol de Carrara hace más de 40 años, La Patasola, El Gritón, La Llorona, La Androginia y la Pata de Tarro, de espaldas y dispuestas hacia afuera, suplican que las miren.

“En ningún momento se planteó la obra con la idea de hacer algo conmemorativo del mundo mítico prehispánico; el maestro pretendía fundamentalmente generar una aproximación artística en tallas de grandes dimensiones de altura, proyectadas en las escenografías públicas, práctica que tiene mucha frecuencia en Europa, por lo que acá era como un refulgir de lo que allá ha definido la plaza pública”, explicó el profesor Fabián A. Beethoven Zuleta, director de la Escuela del Hábitat de la Facultad de Arquitectura de la Sede.

Desde los relieves del Partenón hasta la totalidad de la Acrópolis, pasando por el David de Miguel Ángel, obras también esculpidas en mármol y que inicialmente engalanaron el espacio público, es posible llegar hasta el Tótem mítico de las selvas, esculturas que configuran un encuentro de la plasticidad con lo mítico, haciendo rememoración de una estética criolla en la apreciación del pasado amerindio, que pese a su extinción en los valores culturales de la sociedad mestiza, sigue vigente en la fatiga de los años.

A propósito, el profesor Zuleta comentó que si bien los mitos a los que hacen alusión esas figuras constituyen parte del folclor colombiano, no hay que olvidar que el maestro quiso expresar algo más que eso. “Las esculturas tienen un valor tecnológico, estético, arquitectónico, artístico, paisajístico e histórico, al tiempo que recuperan un elemento central de la cultura amerindia”.

Y agregó que al maestro Pedro Nel lo animaba también la idea de un proyecto geográfico, hablamos “de una geografía dentro de la geografía; esos objetos esculpidos configuran una topografía dentro del paisaje del campus universitario, pero también se articulan a los cerros El Volador y Nutibara, que igualmente tienen un valor mítico para nuestra cultura y urbanismo”.

El Tótem mítico de las selvas trasciende la idea de un simple ornamento dentro del campus de la U.N. Las cinco figuras de un programa escultórico forman parte de un proyecto integrador del territorio universitario a la ciudad.

Frente a la situación actual de la obra el docente recordó que en algún momento desde la Facultad de Arquitectura se planteó la posibilidad de integrar las figuras con un programa de Sala U, para trazar algo así como un corredor mitológico tratando de resignificar o reposicionar los sentidos de ese proyecto en el campus, lo cual amerita un trabajo interdisciplinario y de equipo.

“Para ello necesitamos el apoyo de la Fundación Pedro Nel Gómez, que es la que ha mantenido una política de protección y conservación de las obras del maestro, y con ellos estudiar una manera de recuperar ese material para una propuesta histórica futura porque esa obra está muy desperdiciada”, concluyó el profesor Zuleta.

Desde la Institución y en compañía de dicha Fundación, recientemente se realizó el lavado de las esculturas, la reposición de algunas piezas desgastadas, al igual que la remarcación y enumeración de las cinco figuras.

Por ahora, La Patasola (madre bacante del trópico), El Gritón (huracán - mito de las tempestades del trópico), La Llorona (mito de la vegetación), La Androginia (retorno solemne del hombre y la mujer en unidad) y La Pata de Tarro (euménide furia del trópico), seguirán en el mismo sitio a la espera de hacer gala al propósito que entre 1971 y 1974 vislumbró su creador.

12 de junio de 2017