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A solo un día de la Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la Federación Colombiana de Fútbol le ‘sacó tarjeta roja’ a la Liga profesional femenina al determinar que ya no hará parte de los torneos de la Dimayor sino que ahora será aficionada. El hecho motiva distintas reflexiones en torno a la equidad de género, una asignatura en la que Colombia aún está en deuda.

Si bien la lucha histórica de las mujeres ha permitido logros y reivindicaciones de sus derechos como el voto femenino o la educación universitaria, aún hay estigmas por superar y mentalidades por cambiar en pro de la igualdad.

Aunque pareciera absurdo, en nuestra época aún hay diferencias y brecha salarial. En el mercado laboral, el nivel de participación de las mujeres es de 18,3 puntos porcentuales menos que el de los hombres. Además, las medellinenses ganan alrededor de 232.141 pesos menos en comparación con los sueldos de los hombres, según datos de la Encuesta de Percepción Ciudadana de Medellín Cómo Vamos.

La misma fuente revela que la mayoría de víctimas de la violencia intrafamiliar son mujeres. En 2017 tres de cada 10 manifestaron haber vivido episodios de maltrato psicológico, económico o sexual en sus hogares.

Las cifras no son alentadoras y menos en cuestión de asesinatos de mujeres. Según el Observatorio Feminicidios Colombia, solo en octubre de 2018, en 17 departamentos del país se produjo por lo menos uno, lo que representa el 53,12%. De 62 casos, 15 se dieron en Antioquia, 10 en el Valle del Cauca, 8 en Cauca y 7 en el Eje Cafetero.

Todo tiene un nombre, pero quizás como medida de apaciguamiento, no siempre se asume así. Los medios de comunicación son un ejemplo claro, pues se ha vuelto común que al reportar feminicidios los presentan como ‘crímenes pasionales’.

“Tenemos la idea de que lo que pasa aquí (en Colombia), más que la violencia mata, es que las mujeres se resignan mucho”, afirma Isabel Cristina Jaramillo Sierra, abogada de la Universidad de Los Andes y Doctora en Leyes de Harvard.

“Pero una vez comenzamos a hacernos la pregunta en serio nos hemos empezado a dar cuenta que, con (referirnos a) los crímenes pasionales, ocultábamos esa violencia contra las mujeres asesinadas”, continúa.

Una de las tareas pendientes, plantea, es trabajar en la afectividad de los hombres. No obstante, en general, en Colombia hace falta educación, enseñarles a los niños cómo tratar al otro como igual.

Enfatiza en que “algunas personas les tienen miedo. Hay que tener más conversaciones porque temerle a la educación es muy terrible para una sociedad. Pensar que una persona sepa más puede causar daño es una idea muy peligrosa y como sociedad en vía de desarrollo no nos podemos dar ese ‘lujo’”.


El feminismo no es una rareza sino una responsabilidad

“Claro… lo malo es que la mujer en vez de jugar un papel, ha jugado un trapo en la historia de la humanidad”, dice una viñeta de Mafalda, pero por fortuna, también un asunto sobre el que los ciudadanos se han vuelto aún más conscientes.

Eso es, sencillamente, ser feminista: estar de acuerdo con proteger los derechos de las mujeres; hay que dejar la idea de que son “locas que queman brasieres” o “feminazis”, critica Jaramillo Sierra.

¿Qué sigue entonces? Tomar acciones sencillas: no hablar mal de aquellas que hacen peticiones a su favor, pensar que el feminismo es un proyecto radical, porque “no es de gente rara”. Otra cosa es creerles a las mujeres que están en posición de autoridad, “porque aún eso cuesta trabajo”, no estigmatizar, apoyar las causas justas y, por si acaso, aceptar cuando nos equivocamos con nuestras actitudes cotidianas.

Comprender el tema es también asunto de hombres. A ellos les ayuda a fortalecer las relaciones personales con sus familiares mujeres, amigas o pareja, dice Lina María Gómez Echavarría, secretaria académica de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.


Desmitificar la menstruación

Gómez Echavarría es también profesora del Departamento de Procesos y Energía de la Facultad, y le da al ciclo menstrual una mirada desde la ingeniería.

Si esta disciplina es la transformación de la materia y energía en desechos útiles también la menstruación se puede concebir así, dado que es un proceso cíclico cuyo producto útil puede ser la vida.

Los ingenieros tienen gran interés en los desechos: los humos de las chimeneas, las aguas residuales de las industrias y se debe saber cómo disponer de ellos. La copa menstrual, expone, es una obra de ingeniería que ayudó a entender, en su caso personal, “a observar la sangre, saber cuál era su consistencia y color realmente, qué cantidad se sangra cada mes. Lo empecé a ver de manera diferente a lo que culturalmente se acostumbra como algo feo o asqueroso”, dice.

El tema, además desde su perspectiva personal, lo explora con sus estudiantes en materiales especiales de la Universidad y el Grupo de Investigación Kalman - Procesos Dinámicos.

Para hacer un verdadero cambio en la sociedad, no se puede seguir negando la complicidad entre hombres y mujeres, asevera Hernando Muñoz Sánchez, doctor en Perspectiva de Género en las Ciencias Sociales y decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia.

En ese sentido, argumenta que “hay que seguir empoderando a las mujeres pero simultáneamente, se tiene que trabajar con los hombres en concienciarlos porque hemos sido criados en una cultura que nos ha dado unos mandatos que dignifica la dominación de los hombres sobre las mujeres y eso no puede seguir pasando. El tema tiene que ser de igualdad y de respeto”.

Estas reflexiones se dieron durante la Semana de la Equidad de Género que se realizó en la Sede.

11 de marzo de 2019