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Cansado de correr, sucio y sudoroso, pero a tiempo, llegó el estudiante de Matemáticas, René Iral Palomino, al aula 314 del bloque 21, más conocida como el aula Pi. Iba para participar en el primer Concurso de Integrales que se desarrolló en la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Era septiembre de 1992 y todo se le cruzó por la cabeza menos que iba a ganar ese primer certamen que hoy es tradición en el país.

La idea de organizar un concurso de integrales fue concebida por los profesores Débora Tejada Jiménez y Jorge Cossio Betancur tras regresar, en 1991, de estudiar sus doctorados en Estados Unidos. El propósito, animado por el objetivo de impulsar el talento y de demostrar que las matemáticas podían ser divertidas, se materializó gracias al apoyo de colegas y amigos de la Escuela de Matemáticas y a las directivas de la UNAL Sede Medellín.

“Nosotros regresamos con la intención de organizar el Concurso porque vimos que muchas de las mejores universidades en USA tenían un evento así. El concepto original, y que se sigue manteniendo, fue el de estimular el estudio de las matemáticas y destacar a los estudiantes con talento para resolver integrales. Con esa idea empezamos a trabajar”, relata Cossio Betancur, codirector académico del certamen y Profesor Emérito de la Universidad.

Casi 30 años después de esa primera competencia que reunió, tal vez, a unos 60 universitarios, el Concurso de Integrales se ha consolidado como el padre de otros encuentros de su tipo en el país y es el único que cuenta con el apoyo de la Sociedad Colombiana de Matemáticas. Hoy participan en él más de 300 estudiantes de pregrado de 26 universidades del territorio nacional.

“En el 92 los ingenieros eran los tesos en cálculo y se mofaban bastante de nosotros (estudiantes de matemáticas) porque solo sabíamos pensar en abstracto; también recuerdo que nosotros teníamos un grupo de estudio y muchos decidimos participar en el Concurso animados por un asunto de honor y de amor propio”, recuerda Iral Palomino, hoy profesor de la Escuela de Estadística de la Sede.

No tiene ni idea de cuántas integrales resolvió ni de a cuántos contrincantes venció; en cambio, tiene la imagen clara del aula Pi organizada en hileras y del tablero “marcado por una serie de líneas que representaban a los participantes y en las que se ponían las X de las integrales en las que uno se equivocara. Solo se permitían dos errores”. “Por ahí después de una hora y 15 minutos quedamos seis participantes, entonces pusieron una integral que yo resolví rápido y que los otros no pudieron hacer. Y me dijeron: ¡ganaste!”. Recuerda que se quedó frío “¿qué?, ¿cómo así que gané?, ¿ya se acabó esto?”, preguntó asombrado. Y sí, había resuelto todas las integrales sin equivocarse, superando, incluso, a los estudiantes de ingeniería.

“¡Ah, eso para mí fue una maravilla!”, comenta como reviviendo la experiencia de la que más allá de los premios resalta el sentimiento de triunfo como lo más valioso: “fue lograr algo que no se había hecho nunca en la Universidad”.

Para 1994, tercera versión, los organizadores decidieron invitar también a estudiantes de la Universidad de Antioquia y la sorpresa fue enorme porque, precisamente, un joven de esta Institución se quedó con el primer lugar. Al año siguiente el título regresó a casa. La de 1995 fue también la última del Concurso en la década de 1990 debido a dificultades administrativas y de patrocinio.


“Cuente conmigo, revivamos el Concurso”

El evento se reanudó en 2012 y desde entonces se ha realizado anualmente en la Semana Universitaria. “A comienzos de ese año, el campeón de 1992, René Iral, que ya era docente de la Universidad, me llamó y me dijo: ‘Cossio, cuente conmigo, revivamos el concurso’. Entonces empezamos a hablar con los colegas, con los amigos y de nuevo con las directivas y listo”, cuenta el profesor Cossio.

¡Se dijo y se hizo! Desde septiembre de 2012 el Concurso de Integrales se ha realizado ininterrumpidamente en la Sede y su crecimiento ha sido progresivo; de hecho, representantes de 26 universidades participarán en la edición doce que tendrá lugar el lunes 21 de octubre de este año.

En su año de regreso, como el certamen estaba apenas reactivándose, solo fueron convocados estudiantes de la UNAL Sede Medellín y en 2013 las instituciones de la región: universitarios de la Eafit, la EIA, la UPB, la U de M y la U de A, aceptaron el reto de participar en una competencia para estimular la solución de integrales y, con ello, el conocimiento matemático.

“Fue en el 2015 cuando abrimos el evento a nivel nacional. Para la octava versión nuestra paciencia y trabajo dieron frutos y, entonces, pudimos abrir las puertas del Concurso a estudiantes de las sedes Bogotá y Manizales de la Universidad Nacional de Colombia”, refiere Cossio Betancur. Y en 2016 se vincularon otras instituciones además de la UNAL: la Universidad del Cauca (Popayán), la Sergio Arboleda (Bogotá), la del Bosque (Bogotá), la del Norte (Barranquilla) y la de Córdoba (Montería).

La idea original se ha mantenido en el tiempo y a ese impulso se han sumado no solo los participantes sino también otros estudiantes que vienen a apoyar desde las gradas a su concursante favorito o, simplemente, a animar la competencia e, incluso, a retar sus capacidades pues para el público también hay integrales para resolver.

Al respecto, el profesor Cossio destaca que “competir es bueno y es sano desde que se haga con respeto e inteligencia”. Precisamente el Concurso de Integrales tiene la intención estimular las aptitudes de los jóvenes; la disputa, además, está animada por la premisa de sacar lo mejor de cada participante; estudiantes que durante meses han entrenado su talento con la meta de superar sus nervios y probar a la concurrencia, a sus universidades, y a sí mismos sus capacidades.


Temple, disciplina y mucho talento matemático

“Estoy feliz y muy conmovido; esta victoria es el premio al esfuerzo de meses”. Tras finalizar la competencia y todavía entre lágrimas, así respondió Carlos Soto Sogamoso, estudiante de Ingeniería Electrónica y de Telecomunicaciones de Unicauca, a la pregunta de qué significaba para él haber ganado el Concurso de Integrales (edición 2018). Muchos de los universitarios que llegan a la gran final del certamen se han preparado durante meses para estar allí.

“Yo creo firmemente que la disciplina tarde que temprano vencerá la inteligencia, y por eso este triunfo no es solo mío sino de toda mi Universidad porque otro de mis compañeros quedó entre los 10 mejores y tuvimos la mejor mujer participante. Esto se lo debemos, sobre todo, a los profesores Francisco y Tulio que fueron nuestros entrenadores y creyeron en nosotros”, complementó Soto Sogamoso.

Además de las horas que dedican a entrenar, algunos de los estudiantes provenientes de otras universidades deben pasar el filtro de las competencias internas de sus instituciones para llegar al Concurso de Integrales de la UNAL Medellín que, de hecho, es el padre de esas competencias. La U.N. Sede Bogotá y Sede Manizales, la UPB, Unicauca, la UIS, la Universidad del Bosque, la U de Córdoba y la U Autónoma de Manizales, fueron las que acogieron la idea.

A propósito, el profesor Cossio explicó el esquema que por años ha seguido el Concurso. “Se reciben los competidores de todas las universidades que van a la gran final. Ellos se ubican en el Polideportivo donde están organizados en filas de a 10 y empezamos a poner integrales desde la más sencilla hasta las más complejas, para cada una hay un tiempo limitado y, a medida que sube el nivel de dificultad, se reduce el tiempo. Quien se equivoca en dos integrales sale y así hasta que quede un solo estudiante”.

Los profesores, son 50 los involucrados en la logística del evento, tienen un minuto para calificar, tiempo durante el cual el talento que también se oculta entre el público tiene su oportunidad de resolver retos del mismo tipo que los estudiantes que participan en la final.

Desde que empezó el Concurso, el promedio de integrales que han resuelto los ganadores ha sido 11; para el profesor Cossio, eso da cuenta del “talento enorme que tienen los participantes y es una razón más para emocionarse con el certamen”.

Los errores más comunes, cuenta también, son fallos aritméticos elementales que ocurren, entre otras causas, por los nervios. Por ejemplo, la integral del seno es menos el coseno, es decir, hay que poner el signo menos, pero a veces los concursantes están tan nerviosos que se les olvida escribirlo. “Ahí es cuando uno ve que elementos como el temple, la entereza, la concentración, el manejo de los nervios y la preparación, también juegan un papel muy importante, además de las capacidades y el conocimiento, por supuesto. Y eso es algo que resulta de la disciplina con la que se ha entrenado”.


El futuro se avizora prometedor

Actualmente el Concurso de Integrales se realiza en el polideportivo de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, por cuestiones de logística e infraestructura no pueden participar en él más de 400 universitarios. “Muchas veces tenemos que cerrar las puertas de las inscripciones y decirle no a mucha gente porque se nos sale de las manos”, lamenta el profesor Cossio, no obstante, también declara que el comité organizador sueña con ampliar la capacidad de acogida del evento. “Hasta hoy esto ha sido posible gracias al compromiso de profesores y estudiantes, al apoyo de las directivas y, claramente, al patrocinio de la Sociedad Colombiana de Matemáticas y de muchas empresas que se han vinculado a nosotros por cuenta de las buenas relaciones con nuestros egresados. Es por eso que pensamos que es posible hacer de esto todavía algo más grande”, sentencia el profesor Cossio, emocionado y convencido de que es posible lograrlo.

Desde 1992 hasta el sol de hoy, el Concurso ha ido en un creciendo lento pero efectivo; empezó en el contexto local y escaló al ámbito regional hasta llegar al nacional. Lo que viene, entonces, es el espectro internacional. “¿Por qué no?”, se pregunta, retador, el profesor; aunque también sabe que para llegar a ello es necesario, primero, poder acoger a todas las universidades del país, y, segundo, armarse de paciencia e ingenio.

Mientras tanto, todos los esfuerzos están concentrados en hacer de la versión de este año un éxito igual o mayor al de las 11 ediciones que la preceden. “En Colombia tenemos un potencial grandísimo desde el punto de vista científico y eso hay que potenciarlo, de ahí la importancia de estimular a los estudiantes que tienen destreza, deseo y pasión; eso está en el ADN del Concurso de Integrales”, concluyó el profesor Jorge Cossio Betancur.

22 de julio de 2019