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Imagine la siguiente situación: es el mediodía y se juega un partido de fútbol en el Polideportivo, de repente, uno de los jugadores pierde el equilibrio, cae y se golpea la cabeza. Como muchas otras, esta es una emergencia que realmente podría ocurrir en la Universidad Nacional de Colombia en Medellín. La pregunta apremiante es ¿qué hacer ese caso?

Si bien hace más de 20 años que la Brigada de Emergencias atiende las eventualidades que se presentan en la Institución, ahora la Sede también cuenta con el servicio de Atención Prehospitalaria (APH). Juan Fernando Montoya, es el profesional encargado, no solo de atender esta área, sino también de la gestión del riesgo que contempla aspectos como revisión de botiquines, extintores, gabinetes contra incendios, luces de emergencia y rutas de evacuación, entre otros.

“En el caso de la emergencia descrita inicialmente, y para cualquier otra novedad que se presente en la Sede, el protocolo a seguir inicia por la activación del sistema de emergencia interno que debe hacerse marcado desde cualquier extensión la línea 911 o, en su defecto, ubicando al personal de vigilancia”, explica Montoya.

Tras la activación del sistema de emergencia, el responsable de APH, es decir Juan Fernando, o cualquiera de los brigadistas, se hará presente en el sitio de la eventualidad, entonces se despliega el protocolo de atención, que está a cargo únicamente de los miembros de la Brigada o del APH:

“Primero debe verificarse la situación y determinar si el área es segura para ingresar, inmediatamente el brigadista o APH se dirige al paciente y hace una valoración: se identifica si presenta algún problema para respirar, si hay lesiones en la región cervical, si hay sangrado y, si lo hay, debe procederse a controlarlo, luego se mira si hay déficit neurológico y se hace una última revisión del paciente en busca de lesiones que no se hayan identificado”, explicó Montoya.

En Colombia la Atención Prehospitalaria (APH) es el equivalente al servicio del paramédico en otros países, es decir el APH es la persona responsable de atender a un paciente por fuera del hospital y brindarle la primera atención. Su quehacer va desde manejo e inmovilización de fracturas, traumas en tejido blando, heridas abiertas o cerradas, inmovilización y traslado a la ambulancia, y atención por enfermedad común o de aparición súbita (desmayo, convulsión, infarto); hasta la atención de lo que se conoce como parada cardiaca.


Desfibrilador Externo Automático (DEA): un equipo para salvar vidas

La parada cardiaca, una de las emergencias que más puede amenazar la vida del paciente, se da cuando el corazón se detiene completamente. Es decir, el afectado no responde, no respira y no tiene pulso; entonces, es el momento para que entren en acción las maniobras de reanimación combinadas que contemplan tanto compresiones torácicas (también conocidas como masajes cardíacos), como el uso del DEA.

“El DEA lo puede usar cualquier persona incluso si no sabe de primeros auxilios, aunque lo ideal es que su uso esté acompañado de compresiones torácicas”, expresó el APH de la U.N. Sede Medellín.

En la Sede hay tres de estos equipos: uno en el primer piso del Bloque M3, Campus Robledo; otro en el primer piso del Bloque 04, Campus del Río; y uno más en el primer piso del Bloque 41, entre la Biblioteca y los baños públicos del Campus El Volador. Su uso es relativamente sencillo pues viene acompañado de un instructivo paso a paso.

“El procedimiento con el DEA es el siguiente: una vez se retira del gabinete, hay que ponerlo al lado del paciente, encenderlo y escuchar las instrucciones; él va a indicar que se deben pegar los electrodos sobre el pecho desnudo del paciente, detener las compresiones torácicas (en caso de que se estén ejecutando) y retirarse del afectado mientras él hace el análisis para identificar en qué ritmo está el corazón para emitir la descarga de energía que reestablezca el funcionamiento. Entonces indica si se debe continuar con el masaje cardiaco”, explicó Montoya.

Las maniobras de reanimación combinadas pueden salvar la vida de una persona. Según Juan Fernando Montoya, el porcentaje de éxito es del 60% aproximadamente siempre y cuando se efectúen en el tiempo pertinente: máximo durante los cuatro minutos siguientes a la ocurrencia de la parada cardiaca.

Además de Montoya, la APH Laura Carolina Valencia, responsable del puesto de primeros auxilios en el Campus Robledo, también apoya la atención a emergencias en la Sede. Adicionalmente, el consultor externo Rubén Darío Piedrahita, está ocupándose de documentar el plan de Gestión del Riesgo de Emergencias y Desastres.

Todos debemos estar preparados para responder a una situación de emergencia

La acción de la Brigada de Emergencia y de los APH es fundamental, de hecho, “hemos mejorado sustancialmente en nuestra capacidad de respuesta”, destacó Sandra Cano, jefe de la Sección Seguridad y Salud en el Trabajo adscrita a la Dirección de Personal Académico y Administrativo.
No obstante, también es crucial que la comunidad universitaria sea consciente de cómo reaccionar frente a cualquier situación no prevista que pueda presentarse en la Institución. El primer paso es la oportuna activación del sistema de emergencia, marcando la línea 911 desde cualquier extensión de la Sede.

Y, como estrategia adicional, concluyó Cano, “la Institución tiene como meta cercana, la formación de más gestores de riesgo entre la comunidad universitaria: profesores, empleados y estudiantes, que apoyen la labor de los APH y de los brigadistas en la identificación del riesgo”.


27 de mayo de 2019