Escudo de la República de Colombia
A- A A+

Lina Marcela González Gómez quería ser filósofa o, aunque pareciera una idea descabellada, estudiar física. Su mamá la motivaba a que se fuera por la medicina, mientras su papá intentaba persuadirla por el derecho. Sin embargo, su presente de ese entonces, cuando finalizaba el colegio, la llevó a la Historia, disciplina de la que hoy es profe y, como la reconocen sus estudiantes, una docente inspiradora. 

 

Lina Marcela González Gómez, docente de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín. Foto Unimedios.

 

La Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín pregunta a sus estudiantes, cuando terminan de cursar su programa académico, por “los y las docentes que durante su proceso formativo representaron un motivo de inspiración”. En dos ocasiones consecutivas, para el semestre 2023-1, por los estudiantes de pregrado, y para 2023-2, por los de posgrado, fue Lina a quien reconocieron por “la labor transformadora del ser y el hacer docente en nuestra sociedad desde su capacidad para transmitir conocimiento, fomentar el pensamiento crítico y despertar la sensibilidad del sentido humano. Docentes inspiradores son quienes hacen de la educación una herramienta que trasciende las aulas de clase y permite la construcción integral de un mejor futuro”.

La noticia la recibió “con asombro, porque tengo fama de ser muy estricta y de carácter muy fuerte y los y las estudiantes llegan a mi curso un poco nerviosos por lo que se van a encontrar”, comenta la profesora González Gómez.

Laura Jiménez Ospina, egresada del pregrado y la maestría en Historia de la UNAL Sede Medellín, quien cursó algunas clases con Lina, que también fue su directora de tesis de maestría, destaca que ella “no es el tipo de profesora o de director que solamente le interesa lo que haces en el contexto académico, también te ve como una persona que está en una situación específica, que tiene unas motivaciones, unas tristezas, unas angustias e intenta ayudarte a gestionar eso en la medida que avanzas en el ejercicio académico”.

Para Mateo García Osorno, también exalumno suyo, ella es “un referente por toda su propuesta de clase, es un modelo a seguir, la veo como una gran maestra”.

A la Historia llegó “un poco por accidente”, comenta y agrega que “quería estudiar filosofía porque me había ido muy bien en el colegio y me gustaba muchísimo, pero cuando salí, la Universidad de Antioquia que era donde ofrecían ese programa, se encontraba cerrada por un paro”. Su deseo en ese momento era estudiar en una universidad pública y lo que encontró más cercano fue Historia en la UNAL. “Entré aquí pensando, bueno, cuando abran la de Antioquia me puedo pasar, pero llegué aquí, encontré que me gustaba la Historia y que tenía ciertas capacidades. Me encarreté y me quede aquí el resto de la vida”.

Para cuando se graduó de Historia, ya había sido auxiliar de investigación de varios profesores de la Facultad, y pasó a trabajar como investigadora contratista en el Centro de Estudios del Hábitat Popular (CEHAP) en la Facultad de Arquitectura. En su búsqueda de una estabilidad laboral y económica, la invitaron a dictar a la Universidad de Antioquia la cátedra Historia de América Precolombina. “Yo no tenía mucho conocimiento sobre eso, me tocó estudiar mucho y esa cátedra tenía una característica y es que era medio abierta a distintos programas, tenía 120 cupos. En el primer semestre les puse a hacer trabajos individuales y casi me enloquezco evaluando 120 trabajos, eso tuvo un nivel de exigencia impresionante. Esa fue mi primera experiencia docente y al parecer me empezó a ir bien y me empezaron a dar otras cátedras”, recuerda.

Lina también pasó por las aulas de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB). Ahora, desde agosto de 2009, frecuenta los salones de la UNAL Sede Medellín donde “siempre había querido estar”, liderando, entre otros, los cursos de Historia de Colombia IV, que aborda el siglo XIX entre 1830 y 1885, y de Geografía, en el que explora las dinámicas espaciales contemporáneas sobre la base de la concepción del espacio como una producción social y como un concepto que organiza y explica las dinámicas sociales.

Una familia con tradición de profes

La familia de Lina se ha caracterizado por una tradición y vocación docente. Su abuelo fue profesor de escuela; algunos de sus hermanos y hermanas, como ella, también son profes; incluso, tiene una sobrina y un sobrino también dedicados a la enseñanza.

Creció con su padre y su madre, quienes fallecieron hace ya algunos años, “unos papás muy equitativos”: con sus hermanos y hermanas suman 10 hijos, 5 hombres y 5 mujeres. Tres hombres mayores, les siguen dos mujeres, dos hombres y tres mujeres, siendo Lina la menor. Con las dos hermanas que la anteceden, contemporáneas en edad a ella, y con sus hijos, comparte con frecuencia. Vive con su esposo, quien es comunicador social y profesor en la Universidad Pontificia Bolivariana, y sus mascotas, dos perras.

Por fuera de la Universidad, disfruta ir a cine, “lo hacía antes de la pandemia con profunda rigurosidad, casi que no perdíamos película en cartelera, después de la pandemia no tanto”. También le gusta leer y caminar en la montaña, la selva y los bosques. “Me gusta bastante el contacto con la naturaleza, recientemente estoy viviendo en un área rural y me gusta sembrar, estoy como construyendo un pequeño semillero de verduras, nada me produce todavía, pero estoy experimentando últimamente con eso que me mueve bastante”.

Alba Nubia López García, amiga suya, quien está a cargo de la Unidad de Documentación de la Escuela del Hábitat de la UNAL, la describe como “una mujer muy fuerte, disciplinada, yo diría que una tesa que se ha ido construyendo con mucho tesón y a partir de todo su trabajo de toda su vida”.

Se conocieron mientras la profesora González Gómez hacía en una investigación sobre territorialidades urbanas en Medellín “el acercamiento que tenía con ella era más que todo asistencial, de apoyo bibliográfico. Desde ahí nos conocimos y empezamos a entablar una amistad que perdura hasta el día de hoy, una amistad de larga data, más o menos de 20 años y ahí empezamos a conocernos, a conversar, a salir, a compartir historias de vida, de amores y desamores. Establecimos una relación muy bonita de amistad”.

Alba Nubia describe a Lina como “una persona súper disciplinada. Tiene mucha entrega y mucho amor por su profesión, su trabajo y sus estudiantes. Quiere mucho lo que hace. A Lina hay dos maneras de percibirla, la gente que no la conoce la puede percibir como una persona muy fuerte, pero detrás de esa personalidad hay una dulzura y un corazón muy grande. Ella es una excelente amiga”.

Una clase con Lina

Álvaro Villegas Vélez, profesor del Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Sede Medellín, colega y amigo de González Gómez, destaca que “como docente, como investigadora, incluso cuando ha tenido cargos administrativos, resaltaría de Lina su seriedad, su rigurosidad y su entrega a la Universidad. Es alguien que de verdad toma su trabajo muy en serio, se entrega en cuerpo y alma, como se dice popularmente, cuando está haciendo cualquiera de las de las actividades misionales de la Universidad”.

En las clases, comenta Lina, “los estudiantes tienen lecturas previas obligatorias y yo en cada clase hago control de lectura; yo pregunto al azar para que me digan qué entendieron, qué no, que me hagan preguntas, etcétera. También, pongo a interlocutar distintos textos, autores y autoras, incluso corrientes de pensamiento distintas… Las diapositivas no me pueden faltar y siempre las voy actualizando en lo que se puede porque, primero, me sirven de guion, pero, segundo, en las diapositivas no pongo lo que voy a decir, sino información que nutre lo que les estoy diciendo desde la teoría o desde la bibliografía”.

Para la docente, es importante que las clases cuenten con insumos que permitan entender las temporalidades y las espacialidades de los temas que se abordan, además, cuando es posible, entablar conexiones con la actualidad. “Todas mis diapositivas tienen cuadros estadísticos, de cómo era la población en el siglo XIX, de cuantos había, cuántos hombres, cuántas mujeres. Si estamos hablando de las guerras, entonces el presupuesto del país en guerras. Si estamos hablando de cómo se construye la alteridad y la diferencia, entonces imágenes, pinturas, pedazos de una novela. No me pueden faltar esas dos cosas, la conexión con el presente y las diapositivas”, dice y se ríe.

Laura reconoce un esfuerzo de la Universidad Nacional para que sus egresados sean buenos investigadores y recuerda que “en las clases teóricas, la profe nos acercó a tantos temas que se adaptaba muy fácil a asesorarnos en los trabajos de investigación y todos hacíamos temas super distintos. Por ejemplo, yo trabajé cartografía antigua que en la Universidad no se trabajaba tanto y ella me dio su apoyo. Ella, a pesar de que trabaja temas más relacionados con el espacio y el territorio, se adapta muy fácilmente a los intereses de los estudiantes y le parece importante involucrarse en el proceso de hacer esas investigaciones. Cada que necesitábamos una asesoría ella nos la daba y si estábamos muy interesados en un tema, ella nos ayudaba a buscar la bibliografía, entonces lo que la caracterizaba mucho era su versatilidad para los temas, su acompañamiento y también que sabe mucho sobre el siglo XIX”

“La profe Lina es muy metodológica y un excelente ser humano que aporta a cada estudiante”, comenta Mateo y recuerda que las clases eran “como un conversatorio donde uno aportaba cosas interesantes y ella retribuía con preguntas y cuestionamientos a los puntos que uno aportaba. Se volvía algo muy didáctico… Hablando ya como asesora, lo más importante que ella le brinda a uno es que siempre está disponible para el acompañamiento tanto en la parte académica, como si uno quiere contarle inquietudes emocionales, también está ahí para darle a uno consejos o escucharlo”.

Villegas Vélez, destaca que “en términos profesionales y académicos, Lina se caracteriza sobre todo por su gran entrega, es alguien que dedica muchísimo tiempo y energía para preparar sus cursos y sus investigaciones. Yo destacaría principalmente su labor docente, me parece que es una de las profesoras de la Facultad que tal vez dedica más tiempo a esto, los cursos por un lado los prepara muy bien, pero también yo me impresiono de la cantidad de tiempo, por ejemplo, que le dedica a la revisión de los trabajos de los estudiantes. He sido testigo de toda la atención y el detalle que ella pone revisando, comentando, haciendo sugerencias y luego dando asesorías”.

La docencia, un mundo de retos cambiantes

La Universidad es un lugar de estabilidad, pero también es un reto constante, según González Gómez, “porque a medida que uno se hace mayor, la brecha generacional es más amplia, ahora tenemos que estar pensando cómo expresar nuestro saber y conectarlo con muchachas y muchachos que son más del mundo digital y audiovisual y que no reconocen en sus docentes una autoridad. Uno tiene que cambiar su chip para interactuar de forma distinta con estudiantes, hombres y mujeres jóvenes que son distintos y que están permeados por asuntos diversos económicos y políticos, que tienen nuevas sensibilidades con los temas del género, de la clase, de la raza, o sea, cómo interpelamos todo esto que hoy está en cuestión”.

Para la docente, “un punto de inflexión muy importante para tener en cuenta se asocia a un período que va, más o menos, del 2018 al 2022, en el que se cruzan, primero, el movimiento estudiantil muy fuerte, paros prolongados en la Universidad y, en el medio de eso, el encierro por la pandemia”. Recuerda que cuando se dieron las restricciones de circulación por el Covid-19, “nos tocó terminar el semestre de forma virtual, pero aquí nadie estaba preparado para eso, ni aquí ni en ninguna parte del país y del mundo. Entonces terminar ese semestre fue muy retador para todas y todos, estudiantes, profes y administrativos… Creo que ese fue un punto de inflexión muy difícil, a partir del cual, además, mucha gente empezó a perder el sentido de lo que estaba haciendo”.

Con las dinámicas actuales y las formas como se desarrolla la educación, Lina considera que el docente debe ser un “interlocutor” que interpela los intereses de los estudiantes y ayuda a perfilarlos, “hoy no podemos ver al profesor como aquella figura de autoridad que sabía cosas y se las transmitía a sus estudiantes, sino que es un interlocutor con unas estudiantes y unos estudiantes en los que hay que reconocer que tienen unos saberes, unos intereses, unos valores que uno debe poner ahí en conversación. Yo creo que cuando ellos me reconocen como profesora inspiradora es justamente porque logro explorar sus intereses y conversar con estos y potenciarlos”.

Lina considera que “a los estudiantes hay que agradecerles mucho, incluso a los que le hacen a uno críticas más negativas, porque nos tocan en lo académico, en lo personal, en lo emocional. Finalmente, uno es profe porque ellos existen, si ellos no existieran, uno no existiría”.

(FIN/SRV)

 

14 de mayo de 2024