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Para analistas, la medida que impuso el primer plazo para la reducción del uso de estos materiales contaminantes no ha sido lo suficientemente estricta, la Ley aún tiene vacíos y esta primera fase de implementación debió incluir un mejor proceso de socialización o capacitación a productores y comercializadores para la transición al uso de productos o empaques alternativos. Si bien se busca generar soluciones, con ellas surgen otros problemas. Conozca los desafíos.

 

Los cubiertos desechables no se incluyeron en el primer plazo para la eliminación de plásticos de un solo uso. Foto de circulaelplastico.cl.

 

Bolsas en puntos de pago, de rollo en sitios de venta de frutas y verduras, empaques de revistas y recibos, de lavandería, soportes plásticos de bombas y de copos de algodón, pitillos y mezcladores son los productos que han ido saliendo del mercado en el país.

A través de la Resolución 0803 se posibilita la implementación de la Ley 2232 de 2022 “por la cual se establecen medidas tendientes a la reducción gradual de la producción y consumo de ciertos productos plásticos de un solo uso y se dictan otras disposiciones”. Mediante la normativa se eliminan 21 plásticos de un solo uso a 2030.

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, con ese recurso también se fijan alternativas para el reemplazo de estos plásticos, se entregan directrices administrativas para entidades, cajeros y puntos de pago.

Según la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, la Resolución invita a los consumidores a cambiar el uso: “Hay un poder muy importante de los ciudadanos y las ciudadanas de dejar de utilizar estos elementos y empezar a pensar en un reemplazo”.

El primer plazo para que empresas productoras y comercializadoras agotaran las existencias de plásticos de un solo uso fue de dos años. No obstante, para Laura Johana Giraldo Santacoloma, profesional especializada de la Unidad de Gestión Ambiental de la UNAL Medellín, la implementación no es tan sencilla.

Una de las razones es que, “particularmente, el país no ha tenido la visión de cuidar el medio ambiente, ni de pensar en los residuos que se puedan generar por los consumos, ni en consumir menos productos que contengan plásticos, o en hacer compras de manera mesurada”, afirma.
Adicionalmente, se refiere a que, si bien se busca generar soluciones, con ellas surgen otros problemas. Lo ejemplifica con el caso del mercado de las familias, pues al no encontrar bolsas en los supermercados para empacar, toman la decisión de comprarlas, sin que estas necesariamente sean biodegradables. “Aún no se ha implementado con rigurosidad, es como si no existiera la normativa, por lo menos no a nivel general”, dice. En ese sentido considera que lo que hace es llevar a otro tipo de consumismo y de gastos para la sociedad.

El asunto no tiene una solución inmediata. Por lo menos así lo considera Jose Herminsul Mina Hernández, profesor de la Escuela de Ingeniería de Materiales de la Universidad del Valle, quien expone que “no es tan sencillo, en un tiempo corto y de soslayo, desechar directamente los plásticos de un solo uso. Obviamente hay que irlos sustituyendo de forma paulatina”.

Una de las fallas, según Gabriel Jaime Maya Vasco, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Medellín, es que previamente se debió realizar pedagogía con los diferentes sectores industriales, comerciales e institucionales. “Fueron dos años en los que todos se debieron preparar”, asegura.

Vacíos en la norma y oportunidades para la investigación

Se calcula que en Colombia se generan alrededor de 700.500 toneladas de envases y empaques plásticos y solo el 30% es reciclado en nuevos envoltorios, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, World Wildlife Fund for Nature), que llama la atención sobre evidencias que indican que la contaminación por plásticos intensifica el cambio climático, dado que la acumulación de residuos de este tipo en el océano limita la capacidad de absorción de carbono.

Limitar el uso de plásticos, de acuerdo con ese panorama, es primordial y, sin embargo, Giraldo Santacoloma comenta que hay plásticos de un solo uso de importancia en el consumo que no fueron incluidos en la primera fase de la norma, como lo son los globos o utensilios desechables (platos, vasos y cubiertos) o los de icopor, que son de los elementos más contaminantes, incluso durante el proceso de producción. Tampoco, añade, se incluyen recomendaciones para su reemplazo con materiales más reciclables como cartón o polyboard.

En el mercado, por ejemplo, existen cubiertos hechos en materiales como el ácido poliláctico (un biopolímero biodegradable) o mezclas basadas en almidón termoplástico; sin embargo, son posibilidades más costosas, por lo que considera que se debe revisar con mayor nivel de detalle, porque “a esos documentos de políticas públicas a veces les falta una mirada más técnica que desde el ideal, incluso en cuanto a biobasados (provenientes de materiales naturales) o biodegradables”.

Para crear soluciones y alternativas, las universidades trabajan, desde la investigación, por ejemplo, en productos fabricados a partir de fibras naturales como las de maíz, caña de azúcar o el vástago de plátano o con microorganismos que contribuyen a la descomposición de plásticos, entre cuyas ventajas está que estos utensilios elaborados con estas materias primas son impermeables, se descomponen rápido y no aportan olores a los alimentos que son almacenados en ellos.

Desafíos

A nivel general, uno de los retos es que las alternativas que se acojan no terminen siendo un problema de disposición o de tratamiento por contener microplásticos, de acuerdo con Giraldo Santacoloma. A escala institucional, llama la atención sobre la necesidad de regular el uso de las bolsas de los domicilios que ingresan a los campus y los letreros brillantes de decoración o de colores metalizados, pues contienen una buena cantidad de plomo, y los globos para celebrar cumpleaños. Actualmente para estos no hay opciones de reemplazo, llama la atención el profesor Mina Hernández, así que lo más probable es que se sigan utilizando.

No obstante, Giraldo Santacoloma considera que el reto más importante es que las personas interioricen el mensaje de la relevancia de tomar acciones de mejora y pensar entre todos en soluciones y alternativas, con el fin de evitar la contaminación, sobre todo, en los suelos, en el agua y en el aire.

Esa misma perspectiva la tiene el profesor Maya Vasco, para quien la normativa abre posibilidades para la investigación y la generación de conocimiento encaminado a reemplazar los plásticos, que tienen altos impactos en los ecosistemas, sobre todo en los marinos. Llama la atención acerca de que “tenemos que buscar productos que puedan satisfacer las necesidades de las personas, pero también debemos tomar consciencia educativa acerca del impacto que estamos generando, teniendo en cuenta que la biodegradación en los suelos es lenta”.

Tanto para Giraldo Santacoloma como para el docente, Colombia se demoró en tomar acciones, pues naciones como Chile, Panamá y México se han adelantado en tomar estas decisiones. El desafío para el país, considera Maya Velasco, es expandir la implementación de sistemas de economía circular para el óptimo aprovechamiento de residuos.

En otras naciones, considera el docente Mina Hernández, las metas son “más aterrizadas” y van dando avances, pero las leyes que llevan a la prohibición de forma tan marcada pueden plantearse, pero difícilmente cumplirse. Para él hay retos que se engloban en propender por el reciclaje de los plásticos, mejorar los diseños de los productos para hacerlos más fáciles de degradar y aprovechar las fibras naturales como la de coco.

Hay un artículo de la Constitución Política de Colombia, el 79, que es, a la vez, una ocasión para la reflexión: “Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectar. Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines”.

(FIN/KGG)

30 de septiembre de 2024