Los espacios de este lugar se proyectan para la educación, la información, la documentación y el fomento de la sensibilización y la reivindicación de las víctimas. Entre los retos está insistir en erradicar la impunidad, según académicas que analizan el tema y quienes celebran la medida de reparación que se anunció como respuesta a una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La CIDH declaró culpable al Estado colombiano por la violación de derechos de la periodista Jineth Bedoya Lima quien, en mayo del 2000, en el ejercicio de su profesión, fue interceptada y secuestrada por paramilitares en la cárcel La Modelo y agredida verbal, física y sexualmente.
La CIDH responsabilizó al Estado por la violación de derechos a las garantías y protección judicial e “igualdad ante la ley por la falta de debida diligencia a la hora de realizar las investigaciones sobre dichos hechos, el carácter discriminatorio en razón de género de dichas investigaciones y la violación del plazo razonable”, según comunicado de este órgano de la Organización de los Estados Americanos.
En cumplimiento de la Sentencia por el caso de Bedoya Lima, y como medida de reparación, la Presidencia de la República presentó el fondo “No es Hora de Callar” (Ley 2358 de 2024), con presupuesto inicial de 500 dólares que se renuevan anualmente. Los recursos estarán destinados a la financiación tanto de programas de prevención, protección y asistencia a mujeres comunicadoras y periodistas víctimas de violencia de género a nivel municipal, departamental y nacional, como de investigaciones sobre violencia de género. Los hallazgos serán insumos para el diseño de políticas públicas de prevención y atención de casos de violencias.
Una de las apuestas es la construcción del “Centro de Memoria e Investigación No Es Hora De Callar”, en la localidad de Teusaquillo de Bogotá, que se espera esté listo a finales de octubre, según informa la revista Cambio, y que tendrá distintos espacios, entre ellos uno dedicado a la memoria histórica (abierto al público), otro a la reparación y acompañamiento de mujeres víctimas de violencia sexual, consultorios psicoterapéuticos, un auditorio y cafetería.
De acuerdo con Prosperidad Social, el Centro es pionero en Latinoamérica y en él se generarán espacios para el desarrollo de foros, proyección de documentales, encuentros para periodistas y defensoras de derechos humanos.
Según Ángela María Botero Pulgarín, asesora de la rectoría de la UNAL en temas de género, abordar el tema es fundamental para demostrar que las violencias de género ocurren en todos los lugares y crear consciencia de que estas obedecen a estructuras patriarcales que invalidan a las mujeres.
Tejer memoria, un asunto de cuidado y responsabilidad para los medios de comunicación
El caso de Bedoya Lima es paradigmático en Latinoamérica porque hace visible las violencias contra las mujeres, especialmente en razón del oficio que ejercen, en particular porque compromete el derecho a informar y a acceder a la información por parte de la ciudadanía, según Doris Gómez Osorio, periodista, politóloga y profesora del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín e integrante de la Red de Periodistas con Visión de Género.
Adicionalmente, para ella, este caso encarna la responsabilidad social de los medios de comunicación y hace un llamado de atención a la interpelación constante, a pensar cómo el ejercicio de informar es un cimiento para la memoria y, en estos temas de violencias basadas en género, hay que pensar cómo construirla sin contribuir a que estos casos se expandan o se avalen.
A través de un comunicado, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), expresó que la entrega del Fondo representa un avance hacia la prevención de casos de violencia contra las mujeres periodistas y comunicadoras en Colombia; y un progreso en la garantía plena en materia de derechos humanos como corresponde al Estado colombiano en sus obligaciones y en cumplimiento con las medidas de reparación colectivas e individuales ordenadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
En ese sentido, Osorio Gómez retoma para destacar que los espacios de memoria siempre serán fundamentales, sobre todo, en países “con historias tan duras como la nuestra”, o para que no se olvide lo ocurrido y eso permita transformar el panorama. Por esto, ella considera valiosa la “experticia” que el país ha ganado con el conflicto armado para asumir un nuevo escenario de proyección: las violencias de género. “Ahí hay expectativa frente a lo que pueda surgir, pero ya es claro que se está haciendo memoria viva”.
Alba Nubia Rodríguez Pizarro, profesora de la Facultad de Humanidades e investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género Mujer y Sociedad de la Universidad del Valle , destaca la ventaja de la creación del Centro, pues es posible correr “el velo de ignorancia cultivada y sin atender sobre la violencia sexual, que no puede seguir siendo un asunto privado”. Esto es importante porque “cuando una mujer pone en palabras en el ámbito público lo que le sucedió, hay como un efecto búmeran”. De ahí la importancia de las exposiciones permanentes basadas en los testimonios de víctimas.
Hito y precedente
Para Osorio Gómez, que el caso de Bedoya Lima haya llegado a instancias de la CIDH es un referente para Latinoamérica y para la reparación con acciones que les permita a las mujeres ejercer el periodismo en condiciones de seguridad. Así mismo, es un acto de reparación y reivindicación de las víctimas, por lo que, para la docente, la creación del Centro tiene un rol importante en la pedagogía en torno a la prevención de la violencia de género, no solamente reconociendo la perspectiva de las mujeres periodistas, sino desde un espectro que, incluso, puede ser más amplio, ya que un logro de la lucha de Bedoya Lima ha sido poner el tema en el conocimiento y en el debate público.
Tanto la decisión de la CIDH con la sentencia y con respecto a la creación del Centro “es un acontecimiento de gran importancia en un país donde las violencias contra las mujeres y contra las niñas, y aun contra las identidades hegemónicas, es una constante y, además, con cifras realmente impresionantes”, dice Rodríguez Pizarro.
Así como eso es un hito, también lo es el hecho de que se busque generar educación sobre las violencias de género, para la investigación y la documentación, de acuerdo con la docente Rodríguez Pizarro. Otro es la participación de los colectivos de mujeres víctimas en la prevención de violencias y en la promoción de información para erradicarlas de la cotidianidad y participar en procesos de memoria colectiva en pro de la reparación y la no repetición, pues “las sociedades que no tienen hitos de memoria colectiva tienden a repetir su historia”.
En este sentido, Botero Pulgarín considera que es necesaria la educación, pues no se trata de solucionar todo con medidas punitivas. La labor primordial, para ella, es despatriarcalizarnos, tanto hombres como mujeres, para que “el feminismo pueda ser una respuesta de paz, de conciliación y de reflexión que nos involucre a todas, todos y todes, no solamente a un grupo de mujeres afectadas”.
No obstante, erradicar la impunidad es un asunto en el que se debe insistir, de acuerdo con la docente Osorio Gómez, quien afirma que, si bien el caso de Bedoya Lima, es particular, “en términos generales, hay unos puntos que son comunes y que son clave en Colombia sobre los que hay que reflexionar. Y es que así exista una sentencia de la Corte Penal Internacional, el reconocimiento de la culpabilidad del Estado, así haya incluso una ley como la que acaba de promulgarse (Ley 2358 de 2024), en Colombia no hay justicia para las mujeres víctimas de violencia”.
Lo menciona porque “en este momento, la única persona que estaba en la cárcel, como responsable o participante del caso específico contra ella, está libre. Eso es una muestra de que, aun siendo un caso que ha sido tan visible, en el que los medios de comunicación han puesto el ojo, en el Estado ha tenido que asumir responsabilidad, o sobre el que actores internacionales han estado súper atentos, retrocedimos a como estábamos hace 20 años, en el país no se está garantizando la justicia”, afirma, y ahí hay un desafío.
(FIN/KGG)
25 de noviembre de 2024