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Una investigación reconstruyó las redes socioprofesionales de este intelectual para descubrir cómo influyó en la modernización y la profesionalización de las ciencias sociales a mediados del siglo XX, entre 1935 y 1966. El estudio reconoce a Jaramillo Uribe como un humanista quien tuvo tanto de moderno como de modernizador.

 

Jaime Jaramillo Uribe fundó y dirigió el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura entre 1962 y 1966. Foto de archivo cortesía de Daniela López Palacio.

 

“Pionero, orientador y maestro de la profesionalización de la Historia en Colombia, Jaime Jaramillo Uribe, introdujo en los medios universitarios la moderna Historia Social y de la Cultura, tendencias relacionadas con la llamada ‘Nueva Historia’. Estudió y se licenció en Ciencias Económicas y Sociales en la Escuela Normal Superior en 1941, entidad en la que se formó la primera generación de científicos sociales que tuvo el país, pioneros, la mayor parte de ellos, en el estudio de la antropología, la arqueología, la sociología y la lingüística”. Así describe un texto del Banco de la República a Jaramillo Uribe, nacido en Abejorral, Antioquia, en 1916 y fallecido en Bogotá en 2015.

El antioqueño no fue historiador de profesión, se formó como licenciado catedrático en la Escuela Normal Superior y como abogado doctorado en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Libre. En 1946 tomó cursos en ciencia política y letras en el Instituto de Estudios Políticos y el Centro Nacional de la Investigación Científica en Francia. Jaramillo Uribe también ejerció como profesor en la Escuela Normal Superior, la UNAL y la Universidad de Los Andes entre 1938 y finales de la década de 1990, y como docente visitante en la Universidad de Hamburgo (Alemania) entre 1955 y 1956.

“El único sueño que Jaramillo no pudo cristalizar es que la historia de Colombia debía centrar su atención, pero no en la historia heroica y tradicional, promovida por la Academia Colombiana de Historia, sino en la historia económica, social y cultural, basada en un método riguroso de análisis y en abundante documentación. Una vez creado el Departamento de Historia de la Universidad Nacional, y con el objeto de darle continuidad y consolidarlo, Jaramillo fundó y dirigió, entre 1962 y 1966, el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, cuyo primer número apareció en 1963”, cita el Banco de la República en su sitio web.

Daniela López Palacio, historiadora y magíster en Historia de la UNAL Medellín, a través de la biografía intelectual analizó las redes socioprofesionales de Jaramillo Uribe. Con el trabajo propuso una explicación sociológica, más cercana, de la producción de ideas y de las fuerzas colectivas que moldearon la vida laboral y el pensamiento de Jaramillo.

Al haber sido docente de una universidad pública, a Jaramillo Uribe se le puede considerar como parte del engranaje estatal, según la investigadora, quien indagó por las consecuencias de esta condición en la configuración de sus ideas sobre la historia y la educación. Mediante un ejercicio de sociología histórica halló que las decisiones del antioqueño, públicamente conocidas, se tomaron como aspiraciones individuales movidas por deseos concretos e influidas por contextos políticos específicos. Estos fueron la República Liberal, caracterizada por el reformismo de Alfonso López Pumarejo; la reconquista conservadora, liderada por Laureano Gómez y marcada por la violencia bipartidista, y, finalmente, el Frente Nacional, que coincidió con la propuesta de planificación para el desarrollo promovida después de la segunda posguerra mundial por Estados Unidos.

“Esos tres periodos fueron decisivos en la educación de mediados del siglo XX, especialmente para la universidad colombiana, porque demuestran cómo la vida política moldeó los tipos intelectuales encarnados por Jaramillo Uribe, pasando del humanista crítico a convertirse en un científico social profesional famoso”, dice López Palacio.

Entre las razones para elegir esos tres momentos como periodización de la tesis estuvo que, durante el periodo de 1935 y 1966, convergió la iniciativa renovadora local de la Revolución en Marcha y el movimiento continental por materializar cierta comprensión de modernización estatal. Este fue uno de los efectos de la segunda posguerra, que transformó la geopolítica mundial, desembocando en la instalación de la hegemonía ideológica estadounidense en el hemisferio. Una de las principales manifestaciones de esa ideología fue la Alianza para el Progreso, que tuvo un impacto significativo en el rediseño de la educación universitaria latinoamericana, proceso del que participó activamente Jaramillo Uribe al ocupar varios cargos administrativos dentro de la UNAL.

De acuerdo con la tesis, este ejercicio “enmarcó las acciones de Jaramillo, haciéndolo partícipe de un proyecto reformador de alcance trasnacional en el que la profesionalización —de la producción, en general, y de los productores culturales, en particular— contribuyó a la transformación de las estructuras sociales, incluido el lugar que tienen en ella las ideas y los intelectuales”.

En un principio, Jaramillo Uribe pasó de ser un intelectual crítico a uno pragmático adaptativo, que puso en evidencia su función al servicio del Estado, según la investigación. Aquello demuestra que el capital cultural se convirtió en un factor de movilidad social y que las ideas, en un sentido moderno, no solo hablan del pensamiento, sino del lugar y el grado de influencia del intelectual en la sociedad. La investigadora explica que el antioqueño es un caso paradigmático de los principios modernos, porque ascendió socialmente gracias al estudio, al saber profesionalizado y no por haber heredado fortunas.

Modernidad y modernización

La amplitud y la diversidad de la red socioprofesional de Jaramillo Uribe muestra que él solventó una paradójica convivencia entre modernidad y modernización, teniendo en cuenta que, simultáneamente, participaron disidentes socialistas, conservadores heterodoxos (modernidad), y promotores del modelo norteamericano de ciencia acogido por el reformismo frentenacionalista (modernización). En medio de estas tensiones, él logró ubicarse como un intelectual antidogmático capaz de adaptarse para que sus ideas respondieran a la experiencia.

El texto de la tesis destaca que Jaramillo Uribe fue moderno, por su militancia política en el movimiento estudiantil que despertó su sensibilidad social y sociológica; pero, a la vez, modernizador, por su acercamiento a una visión técnica de la economía. De acuerdo con la investigadora, él reconoció que legitimar una disciplina no era solo un asunto intelectual: “Sin financiación, las ideas no tendrían fuerza. Para él, la universidad moderna y la reformista eran lo mismo, de ahí su interés por colaborar en vez de polemizar con los representantes del modelo planificador. Aun así, los resultados de esta posición fueron desiguales: limitados para la institucionalización de la historia, pero potentes para él como individuo ideólogo y gestor de la universidad y como filósofo e historiador”.

López Palacio señala, también, que él participó de cierta dinámica de poder, así no fuera sostenida de manera consciente. Un ejemplo de ello fue su rol protagónico en la reforma universitaria de la década de 1960 y en la profesionalización de varias ciencias sociales, un proceso altamente masculinizado, urbano y andino. Esto tiene que ver, dice la autora, con la influencia de la clase social del historiador en la implícita configuración de su pensamiento.

Con la tesis se verifica que la relación de Jaramillo Uribe con la profesionalización de la historia en la UNAL estuvo influida por discursos y hechos no solo intelectuales, sino, ante todo, sociopolíticos que condicionaron su fragilidad como proyecto colectivo en Colombia, pero que a nivel individual impulsaron la conversión del antioqueño en un científico social próspero y prestigioso. En palabras de la investigadora: “Jaramillo intentó profesionalizar la historia, pero los problemas económicos impidieron que realmente lograra darle más énfasis a la investigación, lo que sus estudiantes lograron posteriormente, y a que tuviera que inclinarse por un enfoque pedagógico en esos inicios”.

Las huellas de sus archivos dan nuevas perspectivas sobre Jaramillo Uribe

La investigadora empleó correspondencia de los archivos personal y laboral de Jaramillo Uribe. El primero fue donado a la UNAL Medellín, inicialmente alojado en el Laboratorio de Fuentes Históricas y, actualmente, en la Sala Patrimonial Jaime Jaramillo Uribe de la Biblioteca Efe Gómez. El expediente laboral reposa en el Archivo Central Histórico de la UNAL Bogotá.

Para la investigadora, observar la conexión local con fenómenos continentales a través de Jaramillo Uribe fue una posibilidad para interpretar algunas condiciones políticas, económicas e institucionales que hicieron favorable o no la consolidación o retroceso de las ciencias sociales colombianas como saberes modernos y su rol en la movilidad social de algunos científicos sociales a mediados del siglo XX. Es, según ella, una historia que explica el pasado, pero que también permite comprender el lugar de las ciencias sociales en la sociedad actual, al identificar las derivas en el largo plazo de la intersección entre Estado, mercado y universidad.

(FIN/KGG)

4 de agosto de 2025