El propósito del estudio de Esperanza Milena Torres Madroñero, socióloga, magíster en Comunicación y doctora en Ciencias Sociales y Humanas de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín, fue identificar narrativas de las editoriales de los periódicos El Tiempo y El Siglo más el Semanario La Voz, entre las décadas del 80 y el 90, relacionadas con las negociaciones de paz en el país. Seleccionó las editoriales, por ser materialidades, de esos medios de comunicación, en los que se posiciona la opinión, se perfila, y que propicia la reflexión para los lectores.
Esperanza Milena es de Pasto y cuando crecía su ciudad se percibía como muy distante de la realidad nacional, “había en la prensa una posibilidad de decir: hay ahí un país que nos está nombrando por lo que le está pasando al territorio”, cuenta. Su abuelo fue un coleccionista de periódicos, quien le generó la curiosidad de que estos textos podrían interpretarse desde una funcionalidad que puede ir más allá de informar.
Pasaron muchos años, después vivió en Puerto Rico y fue en ese momento cuando se aproximó a los consumos que una comunidad de colombianos residentes allí hacía de los periódicos (en ediciones digitales) de su país. “Era como una especie de reencuentro simbólico con el territorio de origen”, afirma.
A la prensa también la acercó la curiosidad académica e hizo un análisis doctoral en el que encontró tres narrativas predominantes en las editoriales de los dos diarios y del semanario: las perspectivas de la paz en términos de lo justo, del perdón y como libertad.
De la primera narrativa destaca que prevalece una aproximación de la justicia en términos punitivos, lo que se refiere a contenidos en los que se apela al llamado a que las instituciones normativas actúen. La segunda enfatiza en el perdón, que evidencia una significación atravesada por lo religioso, pero que transita por un proceso de secularización sobre el cual se pasa de hablar en términos cristianos y católicos a referirse a una noción pública, colectiva y humana. “Es cuando se tocan los bordes de lo imperdonable que tiene validez la pregunta por si podemos pensarlo como algo colectivo”, explica la investigadora, quien dedica un apartado de la tesis a esos asuntos.
“En estas dos perspectivas se deja ver la ambivalencia de los conceptos políticos, y los debates que proponen para el tiempo presente. ¿La narrativa de lo justo está en contravía de la del perdón?, expone Esperanza Milena, o que, en las editoriales de prensa tiene lugar el debate que contrapone: a mayor perdón, menos justicia, lo cual para ella es constante incluso a la fecha.
La tercera narrativa está referida a la paz como libertad, que se empieza a dar a partir de 1991, cuando se evidencian diferentes niveles de esta, incluida la individual, con la que se da un clamor por la liberación de los secuestrados, o la búsqueda de la paz colectiva.
Según Esperanza Milena, las editoriales no esperan exponer una verdad, sino convencer a sus lectores, y en esa búsqueda las estrategias han sido retóricas, puesto que tienen que ver con reconocer la naturaleza de las editoriales y en usar conceptos que trascienden en el tiempo y que van más allá de la coyuntura. “En ese sentido la semántica de la paz pública se va constituyendo desde ahí”, menciona.
Algo más sobre lo que llama la atención es el valor de los elementos de la emoción colectiva: cómo el sentir de lo que trasciende la racionalidad teje otras formas, y cómo se refleja en la opinión pública. Algunos de los referentes que lo ilustran son, por ejemplo, las filósofas y autoras Martha Nussbaum y Adela Cortina.
El concepto de la paz y los mensajes sobre ella
Para llegar a esos hallazgos, Esperanza Milena digitalizó y analizó 560 editoriales e hizo una línea de tiempo con información de las que se publicaron a partir de la década del 80 y cuyo tema fueron los procesos de paz. Indagó por las formas de significados y por el tipo de narración, por lo que la investigadora recurrió a análisis de discursos y a apuestas metodológicas como el estudio de términos e identificó que los medios no están enfocados en transmitir la verdad, sino “buscar capturar la atención de la gente. Y a través de las búsquedas por convencer al otro emplean términos asociados a la condición humana: paz como justicia, como perdón y como libertad”, explica. Las tres grandes narrativas se dieron entre la década del 80 y la del 90.
Desde los años 80 en el país se constituyeron una serie de esfuerzos por parte del gobierno nacional para terminar el conflicto armado. Con Belisario Betancur se empezaron a dar preocupaciones de este tipo, con la Ley de Amnistía, de acuerdo con la investigadora. “La paz solo tiene tres letras, pero una multiplicidad de significados”, dice, y en el caso del concepto al que se refirieron los medios que analizó, estuvo más orientado hacia el perdón, a su llamado, o específicamente como lo expone en su tesis, “en perspectiva de lo justo”.
La tesis hace una apuesta por concebir la paz más allá de la dicotomía con la guerra, según Esperanza Milena, porque considera que puede ser un término con significado diferente de acuerdo a los contextos históricos en los que se aborda, incluso en los medios de comunicación, por lo cual en las editoriales de los diarios y el semanario se hallan contenidos centrados en la justicia, el perdón y la libertad. Se identifica, de hecho, la polisemia, pasando la paz espiritual, individuales o liberales, por mencionar algunos términos.
Y es que entre las editoriales que estudió hay algunas que se refieren, por ejemplo, al perdón total, invitaciones a sanar el espíritu o a perdonar “personas que han faltado a la ley”, cuenta. En ese sentido y a partir de la Amnistía el tratamiento de la información acudió, principalmente, a la condición humana y a asuntos de carácter simbólico, trascendente e incluso emocional.
Para el periodo de los años 80 el discurso se fue transformando hasta los 90 con la Constitución Política de 1991, cuando empiezan a aparecer otros elementos como la discusión de los derechos humanos y actos del conflicto armado que se marcaban como límite al momento de plantear la justicia. Algunos asuntos comenzaron a plantear la postura de las editoriales. Por ejemplo, que “todo era perdonable el secuestro eso, o que todo podía entrar en la Amnistía menos eso”, indica la investigadora.
La búsqueda de la paz, llama la atención, ha sido tanto colectiva con actores organizados, pero histórica incluso desde la perspectiva gubernamental y alrededor de eso se ha ido constituyendo una conciencia pública que ha estado mediada por lo que han dicho los medios informativos y específicamente las editoriales de prensa.
Función y aporte
Esperanza Milena eligió las editoriales porque se trata de textos de opinión que cuentan más y que apelan a elementos aceptados colectivamente, con alcance nacional y que son interactivos, dado que tienen un lugar de encuentro entre quien escribe la editorial (que es representante de una colectividad) y quien lee, así como la posibilidad de ser retóricos: ubicar debates aceptados, aunque contado desde la centralidad. No obstante, la prensa también está segmentada, de acuerdo con la investigadora, teniendo en cuenta que su público es de ciertas características y “los consumos son fragmentados”.
Para ella, su trabajo genera una reflexión sobre la opinión pública, que “ordena el mundo” y, adicionalmente, pone en cuestión el trabajo de los medios de comunicación con respecto a la construcción de paz: “En el trasfondo hay una preocupación por lo que se ha hecho, pero también por cómo podemos avanzar y reconocer esas responsabilidades en establecer referentes y semánticas constructivas”.
No obstante, no se trata solo de contar algo o de identificar algunas narrativas, su objetivo es generar una experiencia de territorio y de lo que puede ser el bien o el mal, busca construir un mensaje que hoy entrega: “Hay todo un territorio simbólico que, sin estar inmerso en los nuevos relatos, nos debemos como país”.
(FIN/KGG)
24 de octubre de 2022