Los árboles son más que un componente estético del paisaje. De acuerdo con la investigación Servicios ecosistémicos del arbolado urbano de los espacios públicos del valle del río Aburrá en Medellín, realizada en cuatro parques públicos de la ciudad, los árboles en estos sitios almacenan más de 180 toneladas/año de carbono (evitando que llegue a la atmósfera), capturan más de 3 toneladas/año de carbono (transformándolo en nutrientes para sus funciones básicas), y producen hasta 11 toneladas/año de oxígeno. Además, reducen la temperatura entre 1°C y 2°C en algunos casos, e impiden la escorrentía o desagüe de cerca de 425,6 metros cúbicos/año, (425000 litros de agua), evitando incidentes y daños en la infraestructura física de la ciudad.
Con este estudio, la candidata a magíster en Estudios Urbano – Regionales, de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, Alejandra Calle Cárdenas, pretendía analizar la importancia del arbolado urbano en el Parque de Bolívar, el Primer Parque de Laureles, el Parque de las Ruedas o Skate park de la 4 Sur, y Parques del Río tramo A. Lo anterior, a través de la evaluación, valoración y cuantificación de algunos de los servicios ecosistémicos que estos prestan, mediante el uso del software I-Tree Eco y el instrumento medidor ambiental 4 en 1.
“Los ecosistemas urbanos se convirtieron en parte fundamental de la gestión del territorio sostenible, siendo el bosque urbano uno de los componentes más representativos, este se compone de árboles, arbustos y otros tipos de vegetación. El arbolado urbano presta diversos servicios ecosistémicos, tales como regulación del microclima, captura de carbono, regulación hídrica, oferta de hábitat y alimento para la fauna silvestre, control de plagas y enfermedades, solo por mencionar algunos, mejorando tanto la calidad de vida de las personas y como la del medio ambiente circundante”, explica la Ingeniera Forestal en su tesis de grado.
De estos ecosistemas urbanos, según la investigadora, también hacen parte los elementos antrópicos creados por el hombre, “confluye tanto lo verde como lo artificial”. Alejandra Calle, señala, que, “los servicios ecosistémicos nos permiten vivir y subsistir y se dividen en cuatro categorías: servicios de aprovisionamiento o abastecimiento; servicios de regulación o soporte; de sostenimiento o apoyo, y servicios culturales”.
Entre los servicios de aprovisionamiento se cuentan el agua dulce, los alimentos y materias primas. Los servicios de regulación, abarcan la calidad del aire, la regulación climática, la fertilización del suelo, el control de fenómenos extremos, control biológico de plagas, polinización, entre otros. Los de sostenimiento son necesarios para la generación de otros servicios y son la base de los ecosistemas, como la formación del suelo, el ciclo de nutrientes y la capacidad de ser hábitat. Mientras que, los servicios culturales son los beneficios no materiales que las personas obtienen al visitar estos lugares: disfrute de los espacios verdes, experiencias estéticas, espirituales y culturales; detalla la investigación.
Para el desarrollo del trabajo de grado, la estudiante y su directora, la profesora María Fernanda Cárdenas, se enfocaron en los servicios ecosistémicos de regulación en los cuatro parques públicos seleccionados, debido a que estos se pueden medir inmediatamente. En ese sentido, evaluaron la regulación térmica (disminución de la temperatura y confort térmico); el ‘efecto isla de calor’; la retención de monóxido de carbono; la filtración de polvo, cenizas, humo y PM10 (partículas menores de 10 µm); la regulación de la escorrentía (retención y disminución de la velocidad de caída del agua de lluvia en la tierra), evapotranspiración, y la contaminación acústica o ruido.
Beneficios del arbolado en el espacio público
La Ingeniera Forestal relata que, los parques que se escogieron para el estudio “están ubicados en la parte más plana de Medellín, cerca al río para que no hubiesen diferencias altitudinales que afectaran la temperatura y la humedad. Además, queríamos comparar cómo los árboles influían en esas variables que íbamos a estudiar. Por ejemplo, el primer parque de Laureles y el Parque de Bolívar llevan mucho tiempo en la ciudad y aunque fueron remodelados, no se vio afectado su componente arbóreo. En cambio, el Parque de las Ruedas de la 4 Sur y Parques del Río, (el tramo A para este caso de estudio) se diseñaron desde cero”.
Entre los principales resultados de la investigación, se destaca que el arbolado urbano en los sitios de estudio, “ayuda a disminuir la temperatura de los parques y, por ende, a mitigar el efecto isla de calor urbano, por medio de la sombra que proporcionan y la liberación de vapor de agua por la transpiración de las hojas. Esta capacidad de enfriamiento es esencial para contrarrestar el aumento de las temperaturas en las zonas más urbanizadas y crear entornos más habitables y confortables para los residentes”, expone el documento.
Adicionalmente, “se determinó que las variaciones de temperatura oscilan entre 1°C y 2°C al comparar espacios cubiertos de jardines y árboles grandes y de copas frondosas (Parque Bolívar y Primer Parque de Laureles), en contraste con espacios de piso duro y grama y árboles de menor porte y copas más pequeñas (Skate park y Parques del Río), presentando incluso temperaturas similares en zonas cubiertas de grama y piso duro con poca o ninguna cobertura arbórea”, manifiesta la ingeniera Alejandra Calle.
Otro resultado determinante es el aporte de los árboles grandes y la diversidad vegetal. “Los sitios con valores de temperatura menores y los valores de humedad mayores, tenían en común los parques con árboles de gran porte y copas frondosas (Parque Bolívar y Primer Parque de Laureles). Cabe resaltar que la mayoría de sus coberturas eran jardines de diversos tamaños y especies, combinación que proporciona sensaciones climáticas más frescas y permite la permanencia de las personas por largos periodos de tiempo”, añade la investigadora.
Según el estudio, "los árboles eliminaron en promedio anualmente 833,60 kg de CO (Monóxido de Carbono), 291,14 kg de NO2 (Dióxido de nitrógeno), 464,39 de O3 (Ozono), 418,57 Kg de PM10 (Material particulado entre 2,5 y 10 micrones), 17,07 Kg de PM2.5 (Material particulado menor a 2,5 micrones) y 108,11 Kg de SO2 (Dióxido de azufre), valores muy importantes en ciudades como Medellín donde la contaminación atmosférica y la calidad del aire son de las mayores problemáticas que afectan la salud de las personas".
“Algo que nos que nos llamó mucho la atención es que en las condiciones en que tomamos nuestras variables, el cemento se comportaba de forma similar que la grama, presentaron valores de temperatura muy similares. Fue algo muy sorprendente, porque se supone que la grama es una cobertura vegetal y se esperaba que tuviera connotaciones positivas como disminuir la temperatura, pero no; donde tomamos las medidas de temperatura y había árboles con grama o árboles con piso duro, los valores eran muy similares, no se presentaron diferencias significativas”, cuenta Alejandra Calle Cárdenas.
Pese a estos hallazgos positivos, con respecto a la variable del ruido no se tuvieron resultados concluyentes. “Encontramos que, en el Primer Parque de Laureles y Parques del Río, aunque tenían características arbóreas y estructuras diferentes, el ruido se comportó muy similar; al igual que en el Parque de Bolívar y el Parque de las Ruedas. Investigando encontramos que para conocer si los árboles podían funcionar como barreras antirruido, era necesario que tuvieran una organización diferente, todos deben ser de la misma especie con características específicas tales como una hoja más ancha o un tronco más grueso. En los sitios de estudio no se tenían esas condiciones y no pudimos determinar si los árboles eran buenos como barrera para el ruido, tampoco tuvimos en cuenta al momento de crear la metodología que los parques tenían su propio ruido interno, allí hay gente, vendedores y todos tienen sus ruidos cotidianos”, explica la candidata a Magíster en Estudios Urbano – Regionales, de la UNAL Sede Medellín.
Ecosistemas y la gestión del territorio
La principal conclusión de este trabajo es que, los árboles de copa frondosa, grande, y que llevan mucho tiempo en la ciudad, son determinantes para crear condiciones agradables para las personas. “El problema es que, como todos los seres vivos, estos tienen su ciclo de vida, llegan a un punto donde no pueden aportar tantos servicios ecosistémicos, se empiezan a desprender las ramas y pueden generar más riesgos que beneficios para las personas”, señala Alejandra.
La investigadora manifiesta que esta tesis mostró también las falencias que tiene la ciudad en este tema. “Es necesario crear un plan de recambio de estos árboles. Sería muy interesante empezar desde antes, porque generalmente cuando un árbol adulto se muere o está en riesgo, se tala y a los días se siembra uno nuevo, pero este es pequeño, va tener que crecer, desarrollarse, y va a tomar tiempo para que pueda brindar los mismos servicios ecosistémicos que el anterior. Se debe analizar cuáles árboles llevan mucho tiempo establecidos, y cuáles nuevas especies deberían establecerse cerca para que el cambio sobre los servicios ecosistémicos y el impacto visual no sea tan abrupto”.
Otra necesidad con respecto al arbolado urbano, es la diversificación de especies, pues según el estudio, generalmente se encuentran las mismas especies, por ejemplo, los guayacanes rosados y amarillos son de las especies más deseadas y establecidas por su brillante y vistosa coloración floral. “Hay otras especies que son de gran aporte en los servicios ecosistémicos pero que no son tan conocidas; adicionalmente, se ha visto que algunas de las especies introducidas, presentan muchos problemas con sus raíces porque levantan los pisos, eso también es necesario considerarlo a futuro, no solo establecer un árbol porque cuando florezca se vea bonito, sino que se tengan en cuenta todas las condiciones y necesidades del espacio donde se está plantando”.
Si bien Medellín es una ciudad que se ha destacado por el cuidado de su arbolado urbano, la Ingeniera Forestal resalta su preocupación por la disminución constante de las zonas verdes para el desarrollo de proyectos urbanísticos. A través de este estudio, se pretende tener precedentes y herramientas que abran el camino a más investigaciones, para contribuir con la planificación y gestión de los ecosistemas urbanos, enfocados en la gestión de territorios sostenibles.
(FIN/JRDP)
2 de octubre de 2023