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De acuerdo con la investigación, los equipos profesionales de fútbol, la DIMAYOR y la Federación Colombiana de Fútbol, son actores fundamentales de la política pública, pero no participan en esta. Foto hinchada Los Del Sur, cortesía Luis Brand.


A través de la investigación Política, fútbol y barras: Un análisis a partir de las políticas públicas barristas de la ciudad de Medellín en el periodo 2008 - 2021, el egresado de la maestría en Estudios Políticos de la UNAL Medellín, Luis Guillermo Brand Rendón, estudió cómo las acciones de las barras y la administración local han contribuido a disminuir las violencias asociadas al fútbol en la ciudad, además identificó la urgencia de actualizar la política e incluir otros actores sociales e institucionales para atender las necesidades como ciudadanos de los barristas en temas de salud mental, inclusión, equidad, diversidad de género, reclutamiento forzado, entre otros.

Luis es un politólogo apasionado por el balón pie y ha pasado más de un tercio de su vida entre tribunas, camisetas, viajes, obras sociales e iniciativas, acompañando al equipo de sus amores como miembro de la barra popular Los Del Sur. Entender las razones que fundamentaron la construcción de la política pública “Cultura del fútbol en Medellín” y cómo las acciones de las barras y la administración local han consolidado y fortalecido la cultura del fútbol y el barrismo social fue su principal motivación para realizar este estudio, así como su interés por desarrollar acciones que fomenten, desde la academia y la sociedad, espacios de análisis y diálogo en torno a este tema.

 

La investigación sobre política del fútbol y barras en Medellín cuenta con tres capítulos. En el primero presenta el marco teórico y normativo sobre las políticas públicas barristas en Colombia. El segundo evidencia la relación empírica y conceptual entre política, barrismo y fútbol. El tercero da cuenta del proceso de formulación e implementación de la política pública barrista en la ciudad.

 

Con el objetivo de consolidar información sobre cómo se ha tratado el tema y cuáles han sido los mecanismos de intervención en esta materia, el egresado estableció unos lineamientos teórico-metodológicos y mapeó los principales actores involucrados en la formulación de la política pública barrista para analizarla. También, realizó entrevistas a representantes de las barras, académicos expertos en el tema y a los representantes de la administración local para conocer sus percepciones y las maneras como estos consideran que deben atenderse las problemáticas relacionadas con el fútbol.

Barras bravas, barras populares y barrismo social

Las políticas públicas orientadas al barrismo en Medellín tienen su origen en el año 2007, actualmente la ciudad cuenta con una política local llamada Cultura del fútbol reglamentada en el Acuerdo 075 de 2017. En el contexto nacional, el Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el fútbol 2014 – 2024, presenta una serie de lineamientos y objetivos similares a la política local en torno a la cultura del fútbol en el país.

De acuerdo con la investigación, durante las últimas décadas se han conformado “barras bravas” en las que se reproducen dinámicas sociales violentas no necesariamente asociadas al fútbol. Por su parte, las “barras populares” están dotadas de un sentido más político y se reivindican como actores sociales con incidencia en la toma de decisiones públicas alrededor del deporte. En ese sentido, el “barrismo social” aparece como una herramienta para el mejoramiento de las condiciones de vida de jóvenes que no se han visto representados o identificados dentro de ningún otro grupo o movimiento social.

Con respecto a lo anterior, el investigador explica que el origen del barrismo social en Medellín data del año 1998, cuando se realizaba la “Navidad Verdolaga”, primera acción social de una barra popular en Colombia para beneficiar a una comunidad vulnerable.
“En el contexto latinoamericano, y particularmente en Colombia, las barras no son solamente agrupaciones de individuos cuyo accionar gira en torno a los equipos de fútbol, sino que se han constituido en escenarios donde muchas personas buscan reconocimiento en medio de un contexto signado por problemáticas sociales como la desigualdad económica, la falta de oportunidades y un sistema político excluyente”, señala Luis Brand.

Actualización e inclusión, el principal reto

Aunque la política ha sido útil para generar distintos procesos sociales con los barristas encaminados a prevenir o erradicar la violencia dentro y fuera de las canchas, entre las principales necesidades se evidencia una mayor destinación de recursos para ampliar las acciones y actividades que permitan involucrar un mayor público barrista.

“Las conclusiones evidencian que, si bien tenemos una política pública que ha atendido las necesidades que tiene esta población, es necesario ampliar ese margen de acción y atención. Pudimos determinar que los jóvenes barristas necesitan una mayor atención en salud mental, entendiendo que las problemáticas derivadas por la pandemia han generado nuevos conflictos en la sociedad de las que los barristas no están exentos. Buscamos su crecimiento individual y social, para ello es necesario hablar de equidad y nuevos espacios desde la inclusión y la diversidad de género. Por esto se requiere una mayor vinculación de distintos actores de la ciudad y la generación de otros espacios que permitan una visibilidad a través del arte y la música”, explica el Magíster en Estudios Políticos.

Una de las grandes problemáticas que quizá la institucionalidad o la misma política no visibiliza, añade, son las desapariciones y el reclutamiento forzado que viven los barristas. “Situación que antes no era visible pero que hoy en día se debe atender, las juventudes están permeadas de grupos ilegales armados, hay que posibilitar herramientas de construcción civil y ciudadana, fortalecimiento del sistema educativo, de salud y otros programas que les permita escapar de la violencia”.

Para el politólogo es necesaria una actualización de estas políticas, teniendo en cuenta que el próximo año termina el Plan Decenal, adscrito al Ministerio de Igualdad. “Se requiere una actualización que determine a partir de esas evaluaciones que se han hecho, qué tan positivo fue o no el desarrollo del plan; hay algunos puntos negativos, como que en las pequeñas y medianas ciudades no existió una real articulación entre lo institucional y el accionar de las barras. La policía, por ejemplo, si bien hace parte de la política pública, en muchas ocasiones no tomó el papel que debería y eso ocasionó situaciones de violencia que se pudieron evitar”, agrega Luis Fernando Brand.


Según el estudio, la actualización del Plan Decenal debería contemplar el tema de la memoria de las barras, sus integrantes y las víctimas de la violencia asociada al fútbol, además de implementar acciones de atención y la prevención, en lugar de ser de coerción o limitantes, para el desarrollo adecuado del barrismo social y la cultura del fútbol encaminadas, principalmente, al cuidado de la salud física y mental, como la prevención de las sustancias psicoactivas, el consumo responsable, entre otras.

 

“Habitualmente, estas políticas se han enfocado en el hábitat urbano, lo que pasa en las ciudades. Esto desconoce que las principales violencias que se viven en torno al fútbol se dan en las carreteras del país, que se vuelven espacios de nada y de nadie, donde piratas, caminantes y personas que siguen a su equipo se encuentran con otros hinchas y, como estamos en tierra de nadie, puede pasar cualquier cosa. Atlético Nacional, por ejemplo, tiene filiales en el Amazonas, Arauca, los Llanos, Guaviare y en otros países como España, Argentina, Estados Unidos y México; son barras que, si bien no están en la ciudad o el país, sus acciones afectan lo que puede pasar aquí en el territorio, si se promueve en estos barristas la cultura del fútbol, disminuye la violencia en otras esferas y espacios”, manifiesta Brand Rendón.

Ante los casos de violencia dentro y fuera de las tribunas, es necesario la individualización de las personas para ejercer las acciones legales pertinentes ante estos actos. “Generalmente, los hechos de violencia se deben a acciones individuales que a acciones generales de la barra, personas que lamentablemente con una camiseta puesta dicen yo hago parte de una barra para justificar sus actos. Es importante que reconozcamos como este trabajo desarrollado por las barras populares se ha visto permeado por personas inescrupulosas con intereses particulares, políticos y económicos, esto ha hecho que las barras se vuelvan círculos cerrados para evitar esa politización”, argumenta.

Alentar la vida digna

Para algunos jóvenes de la ciudad las barras populares se han convertido en la única alternativa para encontrar mejores oportunidades y aportar al territorio donde viven. Los procesos de los barristas han generado un reconocimiento de las mismas y de quienes los representan dentro de organizaciones sociales y políticas de los barrios y las comunas de Medellín.

“En las comunas existen consejos comunales y corregimentales de planeación donde las barras son reconocidas. Esto permite a los jóvenes generar un proceso más organizado y estructurado y evitar la politización de estos espacios que puede generar mayores conflictos. No importa del color que seas, siempre la barra va a trabajar por el crecimiento del barrismo, porque lo que existe en esta comunidad es una competencia sana de cuál es la mejor salida, que hinchada viaja más, etc.”, explica el politólogo y miembro de Los Del Sur.

La investigación recalca que cualquier política de fútbol debe estar orientada al barrismo social y a las barras, en lugar de responder a los intereses de un gobierno o de las administraciones de turno.

“Esto debe ser una política estatal orientada a un programa de acción y a una ruta de trabajo que posibilite un tejido social positivo. Las barras populares deben ser reconocidas como organizaciones sociales, que tiene misiones, objetivos en el tiempo, que buscan una visibilización positiva. Los Del Sur, por ejemplo, buscamos un reconocimiento desligado a la violencia en torno al fútbol que se ha presentado en el país históricamente”.

En síntesis, la política pública Cultura del fútbol es, quizás, el único mecanismo real de participación de la barra popular, dentro del ejercicio político en Medellín, según el estudio.

“No solamente hicieron parte de su proceso de planificación, sino que también hace presencia en el marco de su ejecución, y, además, de una manera constante hacen evaluación de la misma, veeduría y presencia en las diferentes acciones que giran en torno a la misma. La presencia de los clubes deportivos profesionales es nula dentro de la política pública local y aún es menos dentro del Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en torno al fútbol 2014 – 2024, por lo que es imperioso que se genere un vínculo que permita que el sector privado atienda las necesidades que se generan a partir de la práctica del deporte que comercializan y del cual generan dividendos y ganancias”, concluye la investigación.

(FIN/JRP)

4 de diciembre de 2023