Una investigación histórica sobre la resistencia y la recuperación de tierras, efectuada desde los años 70 en Guambía (Cauca), evidencia cómo ellas participaron en luchas y tuvieron roles decisivos para recuperar el territorio despojado por terratenientes. A su vez, se describe la estrategia que utilizaron en las siguientes décadas para diversificar su participación en escenarios de liderazgo y fortalecimiento cultural con proyectos políticos. El análisis entrecruza temas como pervivencia, conservación y transmisión de conocimientos propios, como la medicina tradicional, desde la apertura al diálogo.
“Al adentrarme en este camino de indagación me guiaba la certeza de que las palabras, los pensamientos y las experiencias de las mujeres han estado, en gran medida, marginados de la manera en que quienes detentan el poder han construido nuestros relatos sobre la historia, la política, las ciencias, el arte, entre otros. Hacía entonces eco en mí el que: ‘durante mucho tiempo la historia fue la historia de los hombres’”.
Así lo escribe Luisa Fernanda Loaiza Orozco, estudiante del Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín, en su tesis. También, plasma allí que “la exclusión de la perspectiva de las mujeres se explica como resultado de una práctica disciplinar de carácter androcéntrico que limitó durante mucho tiempo los resultados del trabajo de campo e impedía acercarse, atender y escuchar las palabras de las mujeres o concebirlas como fuente valiosa de información”.
Loaiza Orozco reivindicó esto con un estudio académico que realizó con mujeres misak del Resguardo Guambía, ubicado en Silvia (Cauca), cuyo propósito fue contribuir a la reconstrucción del panorama histórico sobre los diferentes roles de las mujeres misak en procesos de lucha, resistencia y re-existencia de su pueblo ante el silenciamiento de sus voces y aportes.
Transmutar, adaptar la visión científica a la realidad de una comunidad
Inicialmente, quiso abordar el campo de la medicina tradicional e indagar por la pervivencia de saberes vinculados a la partería, teniendo en cuenta que se constituyen en patrimonio cultural en Guambía, a través de la cual las mujeres crean redes de conocimiento, al tiempo que dinamizan la cosmovisión y la vida del territorio.
Sin embargo, durante el trabajo de campo la autora identificó la necesidad que tenían las mujeres de narrar sus experiencias, trayectorias, liderazgos y aportes, teniendo en cuenta que registros históricos y trabajos académicos publicados no han hecho énfasis en las perspectivas de ellas para hablar sobre sus experiencias de vida y su cotidianidad. Tampoco en cómo a partir de ahí dinamizan la vida de comunidad y “la política centrada en el fogón como espacio vital y desde donde emergen los saberes misak, se centra la vida de cada individuo y su interrelación con la vida de la comunidad”, según Loaiza Orozco.
De esa manera, la investigación transmutó a un estudio intergeneracional que recoge información sobre los múltiples roles y liderazgos de las mujeres misak desde la década del 70 hasta la actualidad, con lo que analiza y demuestra la pervivencia y la transmisión de saberes durante más de 50 años, a través de los cuales ellas han resistido, y continúan haciéndolo, por medio de diferentes procesos culturales en los que se han desempeñado como dinamizadoras de los saberes y la vida de la comunidad.
El trabajo de campo, de acuerdo con Loaiza Orozco, “fue muy valioso porque permitió hablar con mujeres líderes, algunas mayoras y otras jóvenes, quienes han ejercido liderazgos en múltiples escenarios de acción, ya sea desde la defensa del territorio, la cotidianidad del hogar y el fogón como espacios de conocimiento, o en la esfera pública, bien sea en el Cabildo o en el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca), lo que permite evidenciar cómo se han transformado sus roles a lo largo de las décadas a nivel local y nacional”.
Acoger las formas, no imponerlas
El estudio, dice la investigadora, partió de la intuición, apuntando a entender “lo vivencial y lo afectivo” y, como ya se mencionó, desde lo que iba arrojando el trabajo de campo y la apertura de las mujeres al diálogo. Esto se hizo entre 2016 y 2020 a partir de etnografía multisituada, lo que quiere decir siguiendo a diferentes interlocutoras con sus roles variados como expositoras, intelectuales o líderes espirituales convocadas en diferentes círculos, talleres o eventos en el país.
La tesis abarca tres capítulos en los que se narran varias historias alrededor de un tema central y una mujer protagónica. El primero se llama “Hijas descalzas de la tierra. Resistencias en defensa del territorio-vida”. En él se habla de la valentía y la desobediencia de Jacinta Muelas Hurtado a partir de la consciencia que despierta con los ancestros y el pensar, narrar y escribir como otras formas de resistir, evidenciado en las ideas de Bárbara Muelas Hurtado (Hermana de Jacinta y del partícipe en la Constituyente, Lorenzo Muelas Hurtado).
El segundo capítulo es “Sembrar la vida, cultivar la tierra, cuidar las flores. Medicinas y saberes para sanar el tejido de la vida”. Allí se aborda el pensamiento de Agustina Yalanda (partera), como una mujer que siembra vida, y sus saberes sobre partería y los asociados a la visión de nacer bien para vivir bien.
Como último capítulo está el apartado “Serenidad e insumisión. Mujeres que destejen los sistemas de opresión. Cambio y continuidad a través de Ana Graciela Tombé Tunubalá” en el que se desarrollan el tema de las violencias entrecruzadas y la creciente participación política de jóvenes líderes que marca la última década.
Si bien hay unas narrativas y unos personajes principales, la naturaleza de la tesis es polifónica, explica Loaiza Orozco, y suma voces de más mujeres alrededor de los temas centrales de cada capítulo, lo que permitió concebir la escritura de la tesis como un tejido de voces e historias.
Los asuntos indígenas, un interés de vieja data
“Es el tiempo de la mujer. En el proceso de resignificar y fortalecer la cultura, la mujer es la que está despertando y la sabiduría vuelve a fortalecerse con ella”.
Ana Graciela Tombé Tunubalá
Loaiza Orozco ha apostado por escuchar y aprender de la mano de las mujeres indígenas, pues también realizó un trabajo similar en su tesis de maestría, en este caso con las de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde relató su experiencia luego de compartir con quienes ejercen roles en la medicina tradicional en ese territorio como un intento de conectar con los sentires y los saberes.
La investigadora obtuvo el permiso para realizar el estudio doctoral en el resguardo Guambía en un momento particular de la política local, pues Liliana Pechené Muelas era gobernadora y había convocado a jóvenes líderes a trabajar con ella, lo que incidió en acrecentar la visibilización de mujeres misak en la esfera pública. Como estudiante doctoral Loaiza Orozco documentó el momento, teniendo en cuenta que para el Cabildo era importante mostrar lo femenino y el trabajo de las mujeres, máxime cuando en ese momento eran 16 de ellas quienes hacían parte del gobierno territorial.
Conclusiones
“Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy zapatista y eso tampoco importa. Soy mujer indígena y es lo único que importa ahora”.
Comandanta Esther (EZLN)
Orozco Loaiza cuenta que la investigación encontró convergencia en aspectos que suponen desafíos a la re-existencia misak, entre los que están la fragmentación política, la pérdida de saberes propios y los desafíos a la resistencia, por ejemplo, para la transmisión intergeneracional de saberes debido a la escasa transmisión intergeneracional, la pérdida del ejercicio de la partería, de los médicos tradicionales y de la política fundamentada en la cosmovisión misak, así como continuidad de múltiples violencias de género.
“Se evidenció que hay mujeres muy mayores con una gran sabiduría y un conocimiento muy importante del cuerpo y de los seres espirituales del territorio, pero muy pocos jóvenes están apropiando esos conocimientos y los están transmitiendo, debido a cambios vertiginosos en las formas de vida”, afirma.
Adicionalmente, hay pérdida de la comprensión de relaciones de género desde el pensamiento misak y se dan dinámicas que obedecen a la prolongación de las desigualdades estructurales y desequilibrios que han llevado a exacerbar las violencias en este sentido que, de acuerdo con Orozco Loaiza y las mujeres con quienes trabajó, no tienen que ver con la filosofía que implica dualidad en la naturaleza, así como en su respeto, sino que han sido producto de una historia de colonialidad.
En resumen, las transformaciones en la comunidad misak a nivel interno están centradas en procesos de dispersión y pérdida de los saberes. El papel de las mujeres aquí es importante, según la investigadora, porque ellas “defienden el territorio y reafirman la vida”, pese a que históricamente muchos de sus aportes a la resistencia han tendido a ser relegados.
(FIN/KGG)
9 de septiembre de 2024