Así lo halló una investigación que estudió cómo el crecimiento de la industria textil atravesó a la mujer medellinense entre los años 1940 y 1960, cuando se evidenció la existencia de un sistema de moda que, además de la producción de ropa, se preocupó por la obtención de la materia prima y el uso de las prendas. Los cambios propuestos no solo resultaron en la modificación de la silueta y la estética, sino en transformaciones sociales, culturales, ideológicas y políticas.
Entre 1945 y 1960, la élite de Medellín quiso impulsar la ciudad como una metrópoli y parte de esa idea de renovación acogió discursos de moda provenientes de tendencias extranjeras que incluían la promoción de nuevos valores atribuidos a lo femenino, como el cuidado del cuerpo, la elegancia, la juventud, la novedad y la sensualidad.
En Medellín, que poco a poco se convirtió en centro de la moda, las revistas impusieron un debate para un público más amplio y dieron cuenta de un cambio de estéticas. Las publicaciones se apoyaron en la industria textil de la ciudad que, aprovechando el auge de la fotografía, las financió y las impulsó para apalancar las ventas de telas para consolidar una economía local y proyectarla a nivel internacional.
Con la idea, en ese entonces, del paso de villa a metrópoli, sumado al crecimiento urbano de Medellín, se generaron nuevas dinámicas y cambios, que trajeron consigo una nueva concepción de la condición femenina y una propuesta de silueta que tendió a exponer más piel. La autora de la investigación, Laura Carbonó López, magíster en Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Sede, cuenta que “se empezaron a utilizar las faldas a la rodilla; incluso, muchas de las mujeres de la clase alta quisieron volver a usar las más altas, así como existía el deseo de volver a la elegancia”.
Las variaciones en la estética fueron evidenciadas en el análisis de 333 números de revistas nacionales de publicación semanal, como Cromos, Gloria y Letras y Encajes, de corte liberal, y Raza y Progreso, conservadoras. De acuerdo con la investigadora, la imagen fue el resultado de la simbolización colectiva, a partir de un producto que trabajaba con el acontecer.
En la construcción del nuevo estándar de belleza, el concepto de la seducción fue trascendental, según la tesis, teniendo en cuenta que la mujer estaba enfocada en su apariencia y “sometida a la constante mutación de la moda”, que hacía del cuerpo el mayor medio de expresión.
La imagen representada de las mujeres de la época en revistas, que incluso eran ilustradas, las introdujo en un “juego seductivo, que ocultaba y, a la vez, revelaba el cuerpo, característica propia de las prácticas corporales y del vestir”, de acuerdo con la tesis. El de la sensualidad fue un argumento que caló en gestos y formas de vestir que sugirieron comportamientos, estilos de maquillaje y ademanes que las mujeres en Medellín acogieron para representar la belleza que se mostraba en los cuerpos de modelos y actrices que exhibieron las revistas, especialmente en los años 50.
Provocar la mirada y la aprobación del otro llegó a ser tan importante que se constituyeron en algunos casos como preocupaciones. En el artículo “El silencio de los esposos”, de Dorothy Dix, publicado en el número 9 de julio-agosto de 1947de la revista Gloria, una madre escribe con inquietud ante la “falta de sensualidad” como algo recurrente en las jóvenes de la ciudad: “tengo una hija de veinticinco años, cuya situación espacial me preocupa y me quita la tranquilidad. Mi hija es inteligente, buena de carácter, afable, educada, poseedora de las mejores cualidades. Pero no es hermosa. Carece de los atractivos que seducen a los hombres, y casi me atrevo a asegurar que no se casará”.
La seducción y el cuerpo como dispositivo
Como parte de la tesis se realizó un análisis del discurso, teniendo en cuenta que las revistas les preguntaban a las mujeres de la élite de la época, entre 1940 y 1960, por tendencias de moda. En ese periodo, de nuevo se dio un vuelco hacia las faldas largas (de la rodilla a la pantorrilla) porque apareció el estilo tulipán, que era característico de décadas anteriores.
“Dentro de las teorías de la moda hay algo muy interesante, desde el punto de vista sociológico, que es la imitación y tiene que ver con el referente social que hace alusión al hecho de pertenecer a un grupo social pero, a la vez, diferenciarse por medio de elementos que muestren la particularidad de cada persona y eso es algo que se empieza a dar en el siglo XX y se hace mucho más notorio hacia los años 40, cuando comienza a ser muy importante la clase social, sobre todo en Medellín porque las tendencias fueron adoptadas, primero, por la clase alta y, luego, la media, quienes tenían los medios económicos, pues la moda ha sido fugaz”, comenta la investigadora.
El abordaje del análisis se hace desde las perspectivas del historiador y filósofo francés Michel Foucault, en torno al objeto del discurso, las modalidades enunciativas y las estrategias temáticas relacionadas con el cuerpo y la sexualidad. Así mismo, la investigadora profundiza en los conceptos de cuerpo como dispositivo, moda y prácticas corporales en lo que tiene que ver con la seducción.
A partir de los postulados del historiador del arte, el alemán Hans Belting, y de la escritora y filósofa estadounidense Susan Sontag fue posible comprender que la imagen es el resultado de la simbolización personal y colectiva, que son producto de un acto simbólico; a su vez, la percepción de la realidad y la cotidianidad son, como la fotografía, subjetivas.
El impacto de la moda en asuntos sociales y culturales
De acuerdo con el análisis de Carbonó López, los cambios que se dieron entre los años 40 y 60, en la percepción de la condición femenina y de una nueva silueta, se configuraron en un periodo de hechos importantes a nivel global; por ejemplo, dada la terminación de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, Francia fue liberada del régimen Nazi y otras capitales, como Londres, asumieron un rol más influyente en la moda.
“A nivel nacional también hubo impactos en lo social y los cambios se pueden reflejar en muchas de las ideologías que podemos tener en la actualidad”, dice la investigadora y resalta la idea de libertad, de la individualidad que, de alguna manera, desemboca en una reflexión sobre el cuerpo y la nueva forma de exponerlo y cuidarlo. Explica que esas son nociones que trazan nuevos códigos éticos que irrumpieron y transformaron la vida cotidiana de las mujeres, incluso hasta hoy.
Desde entonces, el cuerpo de la mujer se transformó en un dispositivo que evidenció variaciones sociales, culturales, ideológicas y políticas, según la investigadora, en tanto que, como se indica en la tesis, la vestimenta tiene relación con la apariencia y el poder de una sociedad, pues por las prendas era posible identificar la época y, en ese momento, fue posible conocer el rol de las mujeres en la sociedad, su condición socioeconómica, clase, oficio e, incluso, su posición ideológica.
Con la modificación del paradigma se transformaron los estereotipos y los ideales asociados a la feminidad; a la vez, se instauraron nuevas relaciones de poder entre hombres y mujeres. En ese sentido, se fomentó la imagen de la mujer moderna como madre, esposa, cuidadora del hogar, bella, instruida e inteligente, además de trabajadora y que hace deporte.
Como mujer deportista durante varios años, a Carbonó López este tema y este estudio la atraviesa y le da una motivación personal que la llevó a la academia y a reflexionar, desde ese punto, sobre el cuerpo.
Dada la relevancia desapercibida, con este trabajo, la investigadora buscó “tratar de mostrar la importancia de utilizar otro tipo de disciplinas en el análisis de la moda y, a través de eso, evidenciar que la historia también se siente y se viste”.
La moda y el vestir es un asunto tan normalizado; sin embargo, para ella es pertinente reflexionar desde áreas como la sociología o la historia para comprender lo que ha dicho el mundo y lo que, incluso, uno mismo quiere decirle, porque “todo tiene un significado, incluso social y hegemónico, y es un asunto en el que estamos inmersos todos”.
(FIN/KGG)
12 de noviembre de 2024