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Una tesis de maestría en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales abordó el concepto con una propuesta pedagógica que trascendió las aulas. La experiencia la vivieron grupos de quinto de primaria de dos colegios con una metodología que empleó secuencias de aprendizaje y actividades de introducción y exploración.

 

Como parte del proyecto se crearon jardines atrayentes de insectos. Foto cortesía de Daniela Bolívar Zapata.

 

Cotidianamente, profesores enseñan a estudiantes; pero, en esta ocasión, sucedió al contrario. Se trató de una manera muy particular de aprender sobre biodiversidad a partir del avistamiento de insectos, una idea que colegiales le dieron a Daniela Bolívar Zapata, quien implementó un proyecto de aula que se convirtió en su tesis de maestría: “Muchas veces uno, como profe, piensa en qué enseñar, qué crear o en dónde cuando no hay lugares verdes, pero uno tumba muchas barreras”.

Ella, licenciada en Ciencias Naturales y magíster en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la Facultad de Ciencias de la UNAL Medellín y docente de primaria, acogió la “capacidad de asombro” de sus estudiantes, algo que le resulta “muy bonito” y fundamental en el aprendizaje de las ciencias, para enseñarles el concepto de biodiversidad.

A partir de la curiosidad de sus estudiantes y su creatividad, se dijo: “A ellos les encanta observar las cosas sencillas y eso me puede dar insumos para que aprendan y aprecien lo que encuentran a su alrededor”. Salieron del aula e hicieron una clase de clasificación taxonómica, inicialmente, de hongos. Hubo oportunidad para la teoría y para hacer observación directa.

¿Por qué abordar el concepto de la biodiversidad? Porque, según ella, no es un tema que se trate lo suficiente en los estándares pedagógicos y en los ejercicios de Aprendizaje Basado en Problemas y eso, dice, “me parece muy interesante, porque si bien podemos hablar de problemáticas ambientales o antropocéntricas como la deforestación o la contaminación, si seguimos perdiendo especies también perdemos ecosistemas”.

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Durante el desarrollo del proyecto pedagógico y académico, Daniela pasó de ser docente en un colegio privado a uno público y, dados los distintos contextos, debió idear nuevas estrategias de enseñanza que se adaptaran a la naturaleza de las instituciones educativas. Trabajaron juntos y crearon un jardín atrayente de insectos polinizadores.

“Los mismos estudiantes llevaron plantas que había en sus casas, o recibieron recomendaciones de sus abuelas o tías, como acto simbólico para que los insectos visiten el colegio”, cuenta. El ejercicio de cuidado fue útil para comentar sobre el cambio climático, la pérdida de especies y fomentar la responsabilidad y el cuidado, en este caso, con el jardín como estrategia.

En general, se fundamentó en el Aprendizaje Basado en Problemas relacionados con asuntos de conservación y a partir de eso conocieron que cerca de sus colegios hay especies endémicas e insectos polinizadores que sustentan la vida en el planeta. Además del jardín atrayente de insectos, observaron muestras del Museo Entomológico de la UNAL Medellín, armaron rompecabezas para identificar las partes de los insectos, realizaron ejercicios cartográficos y dibujos e incluso visitaron el Parque Explora. En total en las diferentes actividades participaron más de 100 estudiantes.

La tesis se desarrolló en cuatro fases. El método de investigación que empleó fue cualitativo y el proyecto se desarrolló con distintas tácticas en el colegio privado y en el público. En el primero, por ejemplo, se implementó una bitácora en el que los estudiantes registraron las especies de flores polinizados por insectos, el grupo al que estos pertenecen y las respuestas frente a la situación problema y la importancia de proteger a los polinizadores, con lo cual se propendió por fortalecer habilidades escritas y argumentativas.

“Independientemente de los contextos, de pasar de un colegio cercano a un bosque de niebla (en El Retiro), donde se encontraban muchas especies, y pasar a la Comuna 1 de Medellín, en la que había pequeños jardines, hay posibilidad de que la observación nos permita la enseñanza del cuidado de nuestros ecosistemas y de nuestros recursos naturales. En ambos lugares quedó un aprendizaje muy significativo”, destaca.

También llamó la atención sobre otros importantes aportes, como el hecho de que los estudiantes cambiaron el lenguaje y, además de vigorizar la parte conceptual a la que dice se le da tanta importancia en las instituciones, fortalecieron la parte humana haciéndose más sensibles. Alguna vez uno de los alumnos le dijo que antes tenía matamoscas en la casa, pero que ahora había entendido que no se trataba de eso, sino de tener un adecuado manejo de residuos en su casa y que ya procura hacerlo.

A la profesora Daniela siempre le ha costado responder cuál es su animal favorito y es una enamorada de la naturaleza y de las ciencias. Al parecer, en los salones de clase, ha dejado un poco de ese legado.

(FIN/KGG)

14 de febrero de 2025