Es profesora del Departamento de Biociencias de la Facultad de Ciencias de la UNAL Medellín desde hace 19 años. Llegó a la Sede por un concurso de relevo generacional del que le contó un colega al final de su doctorado. Sin imaginarlo, inició su carrera docente, una pasión que cultiva y alimenta día a día en aulas y laboratorios y que, en 2023, la hizo merecedora del reconocimiento con la distinción a la Docencia Excepcional. Si alguna vez le interesó obtener un premio, fue ese.

Gloria Ester Cadavid Restrepo dice que no hay grandes historias en su vida y que todo ha ocurrido, de alguna manera, de forma sencilla. Sin embargo, ha asumido aventuras académicas y profesionales desde muy joven, y se ha enfrentado a situaciones que, para otros, pueden ser incómodas. Ese ímpetu, por sí solo, puede ser un hito.
Hizo el año rural del pregrado en Bacteriología en la Universidad de Antioquia en San Rafael, cuando tenía 20 años, y recuerda que los pacientes eran reacios a ser atendidos por una persona tan joven. Esa experiencia la recuerda con cariño: “Fue muy enriquecedora profesionalmente, y un acercamiento muy gratificante a lo que realmente es Colombia, las diferencias y las cosas bonitas que tienen los pueblos”.
Siempre tuvo claro su deseo de trabajar en el área de la salud, pero dedicarse a la medicina no estuvo entre sus planes. La convicción que sí tenía era su interés en la investigación. Ese camino lo inició también en la Universidad de Antioquia con el Grupo de Chagas y, posteriormente, en el Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (PECET), donde estudió la Leishmaniasis, una enfermedad parasitaria transmitida por un insecto.
Después, emprendió el camino de la internacionalización para formarse en un posgrado. Viajó a Brasil y allí cursó la maestría y el doctorado en Patología Molecular de la Universidad de Brasilia. Su objeto de estudio fue la Enfermedad de Chagas. Terminó el doctorado en 2005 y, al año siguiente, ya era docente en la UNAL Medellín, que no conocía muy bien, y donde solo había tenido acercamientos mientras acompañaba algunos fines de semana a su prima Verónica González Cadavid, estudiante de Zootecnia, para cuidar las guaguas y los chigüiros que, en aquella época, habitaban el campus.
Precisamente ella, quien ahora también es docente de la Facultad de Ciencias, pero parte del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias, destaca por ser la primera de la familia en emigrar para estudiar, además “ha sido reconocida como una de las más inteligentes de la familia. ¡Es de una pilera!”, destaca Verónica, quien con el entusiasmo de su prima por el conocimiento, se contagió y animó a viajar también a Brasil para hacer una pasantía, donde vivieron juntas un año. Gracias a Gloria y su apoyo, su estancia en ese país no fue tan difícil como a lo mejor le tocó a ella, quien llegó sola, sin conocer a nadie y no hablar el idioma.
La llegada de Gloria a la UNAL Medellín como profesora, cuenta, fue una experiencia muy amena, porque la Universidad tiene un campus agradable, además era una época en la que llegaron varios profesores de diferentes lugares del país y eso la enriqueció a nivel profesional y personal.
La docencia: su camino inesperado y emocionante
“No me imaginé ser profesora, inclusive, antes de presentarme a la Universidad, yo quería seguir en el área de investigación y hacer un postdoctorado. De hecho, con mi director en Brasil estábamos estableciendo una colaboración en Estados Unidos”, afirma.
Gloria es tímida, y ese fue un desafío que enfrentó al iniciar el ejercicio de la docencia. Además, como lo había hecho como bacterióloga en un hospital en San Rafael, siendo profesora en la UNAL Medellín, tuvo que forjar su credibilidad, pues daba clases a algunos estudiantes de posgrado quienes tenían casi su misma edad.
Al principio, como es natural, le pareció difícil, pero con el pasar de los años su rol le fue gustando cada vez más. Cursó algunos diplomados para formarse en pedagogía, pero esto, dice, “se va aprendiendo en el camino, con pasión y con cariño por los estudiantes”.
Los cursos que Gloria dicta son de fundamentación y eso ha nutrido su preparación, porque les da clases a estudiantes de varios pregrados, como Ingeniería Biológica, Ingeniería Física, Ingeniería Química e incluso de Zootecnia. A ellos, les dice, que los contenidos académicos que abordan con ella les pueden servir para más adelante. Le gusta hacerlo para que empiecen a identificar lo que les gusta y a construir su perfil profesional.
Disfruta tanto del laboratorio que tiene un semillero vinculado al grupo de investigación y algunas asignaturas las que permite a sus estudiantes pasar más tiempo allí desarrollando sus trabajos. Es el espacio idóneo para acercarlos a la investigación y contribuir con un camino más amable para quienes desde el pregrado se trazan como meta un posgrado. Ella está convencida de que el hacer es la mejor manera de aprender, y así lo transmite.
A Gloria, no le interesa solo el presente de sus estudiantes, también el futuro. Así lo confirma Alejandra Romero Alzate, una de sus pupilas del curso de Biología Molecular, quien, además, fue parte del semillero de investigación y hoy está iniciando su doctorado en la Universidad de Purdue. Dice que la profesora se preocupa porque aprendan y entiendan, y se esfuerza por hacer de sus clases algo distinto involucrando a sus estudiantes.
"Bueno, qué bacano, si quiera que estoy haciendo las cosas bien”, se dijo la profesora Gloria Ester cuando recibió la noticia de la distinción a la docencia excepcional que le otorgó el Consejo de Facultad en septiembre del 2024.
Una académica que deja huella
En las clases, Gloria le pregunta a los estudiantes a quiénes siguen en las redes sociales y por qué, si hacen deporte o qué libro están leyendo, por ejemplo. Les recomienda revistas, sociedades científicas y de profesionales, becas, plantea debates académicos. Sus clases son magistrales, pero la clave de su pedagogía, sin que ella esté convencida de eso, es su magnetismo. Su mejor método, según Alejandra, “es el carisma de ella, la manera en que habla de los temas y en que busca analogías acerca de lo que está tratando de explicar”.
Además, a Gloria le interesa potenciar las capacidades investigativas de sus estudiantes y apoyar sus motivaciones. Alejandra tiene una anécdota: alguna vez, cuando le contó sobre una oportunidad de estudiar en el extranjero, fue la primera que estuvo dispuesta a ayudarla con gestionar formularios, escribir cartas, darle consejos. Eso, dice, la marcó mucho.
La investigación es para la docente una de sus prioridades y, desde que llegó a la UNAL Medellín, se dedicó a ella en el área de microbiología. Lo hizo con otras dos profesoras con quienes inició un grupo de investigación: Magally Romero Tabarez y Claudia Ximena Moreno Herrera; esta última se ha convertido en su amiga y quien recuerda el momento de cuando la conoció, porque de inmediato sintió su calidez y cercanía.
Después de tantos años de amistad y trabajo académico conjunto, reafirma cada día que es versátil y proactiva. Además de ser madre y desempeñarse en el quehacer científico, se ha dedicado a cargos administrativos como vicedecana de Investigación y Extensión de la Facultad de Ciencias y directora de la entonces Escuela de Biociencias (ahora Departamento). Para Claudia Ximena, la profesora es admirable como mujer y como científica, es quien desempeña sus roles con éxito, “ascendiendo a todo nivel, académico, científico, como persona, como mujer. Es familiar, y es de esas personas que uno dice: ‘¡wow!, ¿cómo le hace?’”.
La Universidad facilita la investigación en igualdad de condiciones para hombres y mujeres, considera la profesora Gloria, sin embargo, a ellas se les dificulta un poco el camino cuando se convierten en mamás, lo reconoce, porque así lo vivió y es parte del sistema. Durante los primeros años, los bebés son el proyecto, dice la docente: “Ahí, obviamente, hay unos tiempos en los que uno tiene que pisar el freno”. Esa, además de ser una gran lección de amor y autocompasión, es una gran historia que invita, cuando es necesario, a resistir ante un mundo que fomenta la sobreproducción.
Querida y valorada
La profesora Gloria Ester y la docente Claudia Ximena son colegas y amigas desde hace 19 años. Desde que la conoció sintió una confianza como de toda la vida, son distintas, pero su amistad, dice Claudia Ximena, “es muy gratificante. Es una persona con la que uno puede discutir, discernir, pero al mismo tiempo llegar a acuerdos”. También la describe como alegre, simpática y de energía positiva.
Con ella nunca hay silencios incómodos, destaca su prima Verónica. Si bien la investigación fue para ella un sueño, dice que Gloria fue quien lo impulsó con su actitud y con su ejemplo en el laboratorio, adonde la acompañó varias veces. Ha sido para ella una compañera de vida, una cómplice y un ejemplo: “Somos de la misma familia y hemos hecho las mismas cosas en áreas diferentes, pero muy similares”.
Gloria es tímida pero divertida, una mujer honesta, organizada laboralmente y servicial. Es, sobre todo, amada por sus estudiantes, como destaca Verónica, lo que es para ella un motivo de gran orgullo. Para su familia y para sus discípulos es seguro que también es así. En el laboratorio, en las aulas y en el hogar, ella es un lugar seguro.
Dice que les enseña a sus hijos que hay microbios malos y buenos, en el sentido en el que unas hacen daño y otras generan bienestar, y por eso, estas últimas se deben cuidar. Eso, se ha notado, se aplica en los vínculos que se tejen a su alrededor: una red de cuidados, de amor y de invitación a los demás para superarse.
(FIN/KGG)
3 de marzo de 2025