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Sentado en un salón e interactuando con varios elementos que tiene en una mesa, Matías Andrés González Henao, de 11 años, explica lo que hace: programar unas luces led para que puedan alumbrar y después crear un robot “con una tarjeta que se llama arduino”, cuenta.

Para que los bombillos alumbren, dice que se utiliza una aplicación para codificar: “se le ponen resistencias y cables de colores para que funcione mediante energía. El arduino se conecta al computador porque no trabaja solo, debe recibir órdenes”.

Gloria Cecilia Arroyave Ochoa lo felicita por todo lo que ha aprendido en las clases de Robótica, una de las que él recibe en el programa Niños Científicos de la UNAL de la Dirección de Investigación y Extensión de la Sede, el cual coordina.

Del programa Niños Científicos de la UNAL conoce cada detalle, analiza cuáles son las mejores técnicas pedagógicas y está en constante búsqueda de aliados, asistentes y talleristas. En 2015 surgió la idea luego de una reunión con la profesora Verónica Botero Fernández, entonces directora de Investigación y Extensión de la Sede. De inmediato Gloria Cecilia trabajó por consolidar el proyecto que se materializó en 2016. Una iniciativa “de esta magnitud tiene emoción, intriga, adrenalina”, expresa.

El Programa se divide en tres componentes. El primero es Niños Exploradores, el cual es intersemestral, es decir, durante las vacaciones. Los asistentes aprenden sobre diferentes áreas como artes, física, matemáticas, química o zootecnia durante una semana en jornadas de ocho horas por día.

Otro es Niños Creadores, a cuyos talleres los niños asisten los sábados para realizar actividades de una sola área del conocimiento según sus intereses.

El último es Niños Investigadores, del cual actualmente se realiza una prueba piloto en la que participan talleristas que pertenecen a grupos y semilleros de investigación con el objetivo de acercar y orientar a los niños sobre cómo hacer proyectos de investigación. Los cursos de los tres componentes se cobran.

Sonia Valencia, es la mamá de Daniel Molina Valencia, quien desde hace cuatro años asiste a los talleres. Para ella, la experiencia “es muy gratificante, ya que él ha podido tener un acercamiento con la ciencia y la investigación, le ha permitido explorar todas las áreas del conocimiento desde la creatividad y la capacidad de asombro como niño. Es un programa muy variado y versátil”, señala.

El programa ha causado tanta curiosidad que incluso se han inscrito niños de otras ciudades. Sucedió en 2018 cuando dos de Cundinamarca y otro de los Llanos orientales vinieron a pasar vacaciones a Medellín. Las mamás se enteraron y matricularon a sus hijos.

También ocurrió que niños de colegios de diferentes municipios del Suroeste antioqueño vinieron a la Sede a recibir talleres del programa gracias al apoyo de la Dirección Académica.


Extensión solidaria

Un componente adicional, pero que hace parte de Extensión Solidaria, es Niños relatores de entornos, que estuvo dirigido a 15 niños del barrio vecino La Nueva Villa de La Iguaná y enfocado en Artes Plásticas. Fue creado como base de la bondad de Gloria, pues cuenta que en el 2019 “pasaba por ese puente y veía a los niños metidos en esa quebrada; yo quería hacer algo con ellos y formulé una propuesta”.

Se dirigió primero a la Secretaría de Educación de Medellín; la visita no fue exitosa por falta de presupuesto. Después del trámite a Gloria Cecilia la buscó una estudiante de la Escuela de Artes Plásticas interesada en realizar su práctica profesional con niños. A la coordinadora de Niños Científicos eso le dio la idea de hablar con el profesor de la Facultad de Arquitectura, Rafael Rueda Bedoya, quien desde la investigación y la extensión ha trabajado con la comunidad de La Iguaná, a cuya junta de acción comunal tuvo acceso gracias a él.

El programa recibió el apoyo de las cinco facultades de la Sede y de 70 estudiantes que se ofrecieron para desempeñarse como profesores de los niños. La iniciativa se desarrolló con éxito durante el primer semestre.

“Resulta que cuando entregaba a los niños en la portería me estaban esperando otros, sus papás o mamás. Me decían: ¿me le va a dar un puesto al niño? o profesora yo quiero estar; entonces hice una lista de interesados. Le dije a la profesora Claudia: tengo estos niños, me quedó este material, voy a traer otro grupito de quince”.

La actual directora de Investigación y Extensión, la profesora Claudia García García, avaló el proyecto que terminó beneficiando a 90 niños en diferentes áreas del conocimiento. Gloria Cecilia fue al colegio de La Iguaná, habló con las directivas e hizo la invitación en los salones. “Pueden ir 15 niños ¿Quién quiere ir? Si me levantaban la mano 17 niños yo no era capaz de decirles que no, entonces se matriculaban”, cuenta.

Matías es uno de ellos. Él disfruta aprender cosas nuevas “que antes ni teníamos idea de cómo se hacen”, dice. Es por eso que valora la ejecución del proyecto: “es muy bueno que la Universidad haga un esfuerzo y nos dé los materiales, porque hay algunos que son muy caros; hay muchos niños que no tienen cómo comprarlos y se pierden de estas oportunidades”, agrega Gloria.

Aunque también recibió clases de flauta, su área favorita es la robótica, pero en la primera clase del segundo semestre del 2019, él y los demás niños de La Iguaná visitaron el aprisco. “Madrugaron a ordeñar, a alimentar a las cabritas, llevaron la leche a la planta. Les hablaron de bienestar animal, de por qué y cuáles hongos les daban, y cómo se les curaban los casquitos a los animales. En fin, esos niños eran felices, fue una actividad lindísima”, recuerda Gloria.

La de fomentar la ciencia en la infancia es una tarea primordial en el sentido en el que, según el profesor Román Castañeda Sepúlveda, de la Escuela de Física de la Facultad de Ciencias de la UNAL, hay elementos que el investigador se empieza a formular desde niño. Uno de ellos es la capacidad de concentrar su atención en responder preguntas alternativas que les sean útiles, no solo de formularlas.

“Niños Científicos es una apuesta muy interesante que la Universidad debe tener en cuenta, máxime cuando ofrece una maestría en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales”, afirma el docente, quien fue uno de los primeros en apoyar el Programa.

También lo tiene claro Daniel Arboleda Tangarife, estudiante de Construcción y tallerista de Niños Científicos. Para él, se trata de un programa en el que los asistentes identifican las oportunidades que da la educación y la ciencia, y que los motiva para su formación futura como profesionales.

Niños Científicos les enseña de ciencia a los niños, ¿pero qué debe aprender la ciencia de ellos? Las respuestas que se pueden dar, asegura el profesor Castañeda Sepúlveda, son de riesgo, pero se aventura a dar una desde su campo, la física: “las ciencias naturales están paradas sobre leyes y principios muy específicos. Es a veces difícil zafarse de esas estructuras para lograr avances. Lo que ha mostrado la historia de la ciencia es que se necesita romper paradigmas en ciertos momentos”.

“Ese es el punto, un niño es una persona que está libre de ese tipo de rigores y hace las preguntas que cualquiera de nosotros haría, pero suelen tener respuestas inesperadas, porque no están ligadas a un compromiso disciplinar y a veces están asociadas a sensibilidades particulares. Ese manejo y valoración de la libertad es hermosa y es lo que la ciencia, tal vez, debería mantener presente”.

Niños Científicos está dirigido a niños de edades entre 7 y 11 años. Cada grupo tiene cupo para 15 y las clases las dictan estudiantes de pregrado y posgrado que pertenecen al Voluntariado U.N., quienes emplean el modelo pedagógico constructivista, el cual tiene en cuenta los conocimiento previos y adquiridos en los talleres para crear unos nuevos.

Para el 2020 se espera continuar con el proyecto de Extensión Solidaria en La Iguaná y ya se hizo la convocatoria de los tutores; hasta el momento hay 200 inscritos.

2 de marzo de 2020