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Aplicar la ingeniería mecánica en proyectos sociales ha sido una de las apuestas pedagógicas de Nelson Vanegas, profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín. En el curso Fundamentos del Diseño, los estudiantes construyen y donan sillas de ruedas adaptadas a las necesidades del usuario, mejorando así su calidad de vida.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud 75 millones de personas en el mundo usan silla de ruedas, herramienta que se hace indispensable para su movilidad. Sin embargo, su costo supera en muchos casos el poder adquisitivo de algunas personas, que se ven obligadas a improvisar estos objetos para transportar a familiares con discapacidad.

Cada semestre en el curso, los estudiantes tienen como meta diseñar prototipos funcionales que puedan ser entregados a personas de escasos recursos. Por cada grupo de trabajo se entregan dos sillas de ruedas que inicialmente son compradas de segunda para hacerles reingeniería: desarmarlas, realizar mantenimiento y estudiar las diferentes partes para finalmente ser adaptadas a la situación de movilidad específica de quien la vaya a usar.

“A través de muchos años en los ejercicios con mis jóvenes me he dado cuenta que ellos tienen capacidades increíbles para obtener un prototipo funcional; antes hacíamos maquetas y diseños de cosas interesantes, pero entendí que podíamos ir mucho más allá de dejar el ejercicio en el papel y volverlo una realidad”, comenta el profesor Vanegas.

Para los estudiantes este proceso ha sido significativo, pues, aunque el objetivo del curso es proporcionar los conocimientos necesarios para enfrentar un diseño mecánico, han encontrado en él una oportunidad para sensibilizarse sobre las realidades sociales de las personas con discapacidad.

“No solo le apuntamos a la ingeniería como algo aislado, algo que es muy técnico y se olvida de la sociedad, también hay un componente muy importante que no podemos pasar por alto y es cómo ayudar a personas de bajos recursos a tener una mejor calidad de vida” dice Juan Pablo Marín, estudiante del curso.

Algunas de las sillas de ruedas modificadas este semestre serán donadas a la Asociación de Esclerosis Múltiple, entidad que trabaja con personas que sufren de esta enfermedad degenerativa que afecta al cerebro, y por ende en muchos casos la movilidad.

Para Alba Luz Gómez, quien hace parte de la junta directiva de la Asociación, este proyecto es el inicio de un gran aporte que puede hacer la academia en pro de la población vulnerable, “para nosotros es demasiado grande ver que los estudiantes de Ingeniería Mecánica pueden aportar a la discapacidad de este país; si estas buenas prácticas se replican en el territorio nacional vamos a llegar a más personas en esta condición”, dice.

Otro reto para los estudiantes es cómo innovar en la construcción de las sillas de ruedas, qué elementos extras pueden tener para hacerle la vida más fácil al usuario. Adaptarles sombrillas o mesas para comer son algunas de las alternativas que han encontrado en el curso, en el cual cada semestre se buscan nuevos artefactos para intervenir, pero teniendo presente el objetivo de cumplir una labor social.

“Estoy seguro que a mis jóvenes nunca se les va a olvidar qué hicieron en mi curso, puede que se les olvide mi nombre, o el de muchos colegas, pero no se les va a olvidar el ejercicio de la silla de ruedas, y lo digo con conocimiento de causa porque tengo egresados de hace 20 años que me saludan y dicen: “Profe yo me acuerdo del proyecto que hicimos con usted”. ¿Y por qué fue? Porque lo construyeron, porque se metieron al laboratorio, porque tuvieron que salir del aula”, concluye el profesor Vanegas.

24 de marzo de 2020