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Gracias al trabajo constante del Museo, entomólogos, investigadores, artistas y curiosos pueden conocer más a fondo el mundo de los insectos, su biología, sus particularidades y sobretodo su importancia en el ecosistema. Actualmente el MEFLG cuenta con 400 mil especímenes de los cuales unos 22 mil están identificados hasta género y especie.

Esta biblioteca de vida, como lo llama cariñosamente Sandra Inés Uribe, profesora titular de la Facultad de Ciencias, coordinadora de la Maestría de Entomología y directora del Museo, trabaja en diferentes frentes como: ciencia, educación, extensión y virtualidad. Estos componentes crean un vínculo investigativo y social entre el museo, la comunidad universitaria y la sociedad en general.


Educación y docencia: insectos que cuentan historias 

Los ejemplares llegan al Museo por colecciones de investigadores y como resultado de proyectos de investigación o donaciones, y luego de realizar el proceso de curaduría que incluye organización, limpieza, rotulación, montaje e identificación o verificación de la misma, las colecciones de docencia están listas para ser apoyo de estudiantes de pregrado y postgrado de la Sede y de otras instituciones del país. La colección central sirve a su vez de referencia para investigadores y estudiantes que visitan este espacio en busca de historias e información para sus proyectos personales de investigación. 

31 vitrinas conforman las colecciones didácticas, diseñadas para que cualquier persona pueda conocer y aprender información básica y taxonómica de las especies. Para investigaciones a profundidad y trabajos especializados y de grado, el Museo cuenta con las colecciones científicas centrales, que albergan 72 armarios entomológicos los cuales únicamente son revisados por expertos. 

Esta selección de insectos no está sola, pues viene acompañada de información valiosa como las coordenadas del lugar dónde fueron recolectados, si estaban consumiendo alguna planta o si había otro insecto u organismo asociado. Estos datos dan cuenta de procesos biológicos, culturales y sociales.

Para los estudiantes de Ingeniería Agronómica e Ingeniería Forestal, las colecciones didácticas representan una fuente de estudio para entender y conocer insectos plagas y su relación con las plantaciones agrícolas y forestales. Y para alumnos de Ingeniería Biológica e Ingeniería Ambiental, los insectos juegan un papel muy importante como indicadores de calidad de ecosistemas, fuente de bioproductos y estudios biotecnológicos. 

En cuanto al posgrado, el Museo tiene una relación estrecha con la Maestría en Entomología, única en el país y cuyos estudiantes usan las colecciones científicas con el apoyo de especialistas y docentes, aportan especímenes desde sus investigaciones, aprenden sobre taxonomía y manejo de colecciones de insectos y curan y revisan grupos particulares. Además, este maravilloso recinto abre también sus puertas a otras áreas del conocimiento, como por ejemplo estudiantes de artes plásticas e ingeniería que quieren dibujar los insectos y aprender sobre sus formas, estructuras y colores.

“En la Universidad el Museo es fundamental porque representa la biodiversidad de un grupo muy importante, pero tiene todo que ver con las actividades misionales de la Institución: la docencia, la investigación y la extensión. En el departamento y el país estas colecciones tienen gran relevancia porque dan cuenta de los insectos que están y que han estado a través del tiempo y su importancia y relación con los ecosistemas”, comenta la profesora Sandra Uribe.

Entre sus colecciones más destacadas visualmente por su tamaño son las de langostas y cucarrones; otras son importantes por su antigüedad como las plagas de cultivos de algodón que fueron fundamentales para el desarrollo económico del departamento. “La representatividad de los insectos de Antioquia y Colombia difícilmente puede encontrarse en otro lugar, ese conocimiento sobre la diversidad y con el agregado histórico es el legado más importante del Museo para la Universidad”, asegura la profesora Sandra Uribe. 

 

 

Extensión: el Museo en la sociedad

Una de sus funciones es extender el conocimiento a sectores de la industria y la sociedad que lo requieran, como es el caso de empresas que envían muestras de cultivos y de insectos que necesitan identificar taxonómicamente para saber cuáles son los que están haciendo daño en sus plantaciones o si llegó una nueva plaga al país. Es un trabajo de verificación de identidad de especies.

Su conexión con el mundo empieza con una colección pequeña de artrópodos de otras partes, donados por investigadores. El Museo además realiza constantemente un intercambio con otros museos entomológicos, donde a través del préstamo de material llegan a las manos de especialistas que necesitan realizar estudios regionales o de distribución continental de las especies.

“Se nos reconoce internacionalmente por su antigüedad y porque guarda una colección muy importante de especímenes que se llaman tipo, es decir los especímenes con base en los cuales se describieron nuevas especies y además tiene un reconocimiento porque su vocación inicial fue fundamentalmente en insectos de importancia económica o sea las plagas”, afirma Sandra Uribe.

Además de las visitas guiadas que realiza el museo a personas externas en cooperación con la Dirección de Investigación y Extensión, la fotografía y la pintura han ayudado a entablar relaciones y realizar acercamientos con personas que por ejemplo, le tienen fobia a estos particulares animales.



Virtualidad: el museo al alcance de todos

Una de sus grandes apuestas es la digitalización y sistematización de sus colecciones. Para esta tarea se cuenta con estudiantes auxiliares dispuestos por la Maestría en Entomología, quienes con toma de fotografías y registro en bases de datos de reglamentación nacional gubernamental para colecciones y estudios de biodiversidad, hacen más accesible las colecciones a investigadores del país y de otras partes del mundo y dan cuenta explícita de la riqueza de la biodiversidad custodiada en el museo. Los avances en este proceso se hacen en parte por el apoyo del Área curricular en Ciencias Naturales y un proyecto actualmente declarado como financiable por Colciencias en el cual tres museos entomológicos de la Universidad (Medellín, Bogotá y Palmira), buscan avanzar en la virtualización de toda la información.

Uno de sus principales contactos con la virtualidad es la página web (https://ciencias.medellin.unal.edu.co/museos/entomologico/) donde, además de conocer la historia del museo, se puede realizar un recorrido virtual general y observar sus diferentes colecciones, a través de los armarios que guardan fotografías y agrupan los insectos por especies.

Por la coyuntura actual del covid-19 el Museo no presta servicios presenciales, sin embargo, esto no ha detenido el trabajo, lo ha reinventado. A través de diferentes estrategias virtuales han encontrado la manera de seguir conectando con su público e incluso captando nuevos interesados.

La creación de un perfil en Instagram le abrió al Museo la posibilidad de mostrar sus colecciones de una manera visual pero interactiva, pues a través de la función de los en vivo y con la invitación de especialistas, han realizado diversas conferencias como Abejas para la vida, en conmemoración del día internacional de este grupo, además de charlas como Conociendo las hormigas de Colombia, Importancia y manejo de colecciones biológicas y Mariposas de Colombia entre otras. Asimismo, se han realizado conversatorios con artistas y fotógrafos que ven en los insectos su fuente de inspiración y trabajo, los cuales han despertado gran interés en la comunidad.

“El Museo es una ventana histórica para asomarse y mirar cómo han cambiado las poblaciones de los insectos en el tiempo y poder medir efectos de las actividades del hombre, del cambio climático, de enfermedades y control de plagas. Además, tenemos una responsabilidad muy importante en tender el puente hacia la sociedad sobretodo hacia la gente joven porque ahí cambia la mentalidad en cuanto a la preservación de los ecosistemas y de los insectos”, concluye la profesora Sandra Uribe.

23 de junio de 2020