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Los búfalos son de origen asiático. Fotos cortesía Jesús Alfredo Berdugo Gutiérrez.

 

Un estudio doctoral analizó la reserva ovárica de vacas y búfalas e identificó los valores para cada una. Con la información se genera mayor conocimiento sobre ambas especies que, a pesar de ser muy cercanas a nivel filogenético, se comportan muy distinto en términos de reproducción.

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A Jesús Alfredo Berdugo Gutiérrez, estudiante de doctorado en Ciencias Agrarias de la UNAL Medellín, no le gustan los formatos ni las formalidades, es enfático en mencionarlo. De la investigación le llamó la atención, precisamente, la libertad para llevarla a cabo, y entonces decidió dedicarse a ella.

Siendo profesor les ha dado las mismas alas a los estudiantes y ha evitado la rigidez en la enseñanza. Por esa característica y gracias a uno de ellos comenzó a estudiar búfalos. El alumno le contó “que el papá tenía una bufalera en Montelíbano (Córdoba) y muchas inquietudes”. Ante las dudas Jesús Alfredo le contestó: “bueno mijo, pa’ eso es esto”. Con más compañeros formaron un grupo “y ahí arrancamos nuestro proceso”.

Ese fue el primer acercamiento a los búfalos, hacia 1995. 20 años después Jesús Alfredo realizó el Doctorado y, como parte de él, una investigación enfocada en búfalas, a las cuales comparó con vacas para determinar diferencias reproductivas, lo que se da a pesar de que tienen alto grado de parentesco. Es como si hubiese “dos hermanos que comen lo mismo y viven lo mismo, pero cuyo crecimiento es muy diferente”, expone.

Para los criadores de búfalos es importante aumentar la preñez, pero entre estos y los vacunos existe una paradoja. El investigador explica que, naturalmente, la tasa de reproducción (medida en natalidad) de un hato de búfalas puede ser del 90%, lo que quiere decir que de 100 de ellas 90 tienen un bucerro, mientras que el mismo parámetro en vacas no pasa del 70%, por consiguiente, solo nacen 70 crías.

Como la reproducción es un elemento de la producción se han aplicado técnicas de biotecnologías reproductivas, pero en estos casos los porcentajes se invierten: con vacas se obtienen preñeces en el 70 u 80% de los casos mientras que con búfalas solo de un 30 o 40 %.


Determinaciones de la AMH

El investigador usó la Hormona antimulleriana (AMH, por sus siglas en inglés), cuya dosificación se convierte en un marcador de la cantidad de folículos, pequeñas estructuras ubicadas en los ovarios, donde están las células germinales llamadas oocitos, las cualescreceny secretan otras hormonas que influyen en las etapas del proceso reproductivo.

La AMH controla la reserva ovárica. Y es lo interesante, según Jesús Alfredo. “Sabemos que la reproducción de cualquier hembra mamífera es limitada y que, con el tiempo esta va disminuyendo. En consecuencia, el potencial reproductivo es menor. El mejor ejemplo es el de la menopausia de la mujer”, ilustra.

El doctorando viajó varias veces durante cinco horas y recorrió un poco más de 250 kilómetros desde Medellín hasta Cimitarra (Santander), donde les tomó muestras de sangre a 40 vacas y a 40 búfalas de diferentes edades para identificar los respectivos niveles de la AMH. También extrajo embriones.

Además, para estudiar genes asociados a la reproducción aplicó técnicas de biología molecular y de bioinformática que generaron grandes volúmenes de información que pudieron procesar.

Manifiesta que, como se dice coloquialmente, no descubrió el agua tibia, pues parte de los resultados tuvo que ver con la confirmación de la mencionada paradoja. Estableció que el valor de la AMH para el caso de una vaca de ocho meses fue de 1.353 picogramos por mililitro (pg/ml), mientras que el de una búfala de la misma edad es solo 323 pg/ml. Cuando están maduras, es decir, entre los 24 y 36 meses, la cantidad es de 134 y 1.212, respectivamente.

Así se explica lo que expone Albeiro López Herrera, profesor del Departamento de Producción Animal de la UNAL Medellín y director de tesis de Jesús Alfredo, quien afirma que las biotecnologías están muy desarrolladas para la reproducción en vacas, y aunque en el mundo se usan las mismas técnicas en búfalas, no son tan exitosas en esta última especie.

En ese sentido, dice que la investigación representa “un avance grande para la ciencia a nivel mundial porque se corroboró que las biotecnologías reproductivas no pueden ser aplicadas de manera idéntica (en ambas especies así sean muy cercanas filogenéticamente)”.

Los resultados permiten conocer más, según Jesús Alfredo, para quien hay que “tratar de entender mejor y buscar los mecanismos mediante los cuales se ve esa respuesta a las biotecnologías, para poderlos intervenir, bien sea con mejor manejo de los animales, proponiendo sistemas de mejoría mediante medicamentos o a nivel de laboratorio”.

El documento de la tesis indica que los resultados implican dos aspectos novedosos. Uno es ser el primer estudio en informar valores de AMH en plasma sanguíneo de vacas y bufalinas recién nacidas. El otro es analizarles a las hembras diferentes aspectos de la biología reproductiva en distintos momentos de la vida a través de la Hormona como indicador de reserva ovárica.


Poco conocidos

Los búfalos son una especie importante en el país, sin embargo, aún no se conoce mucho sobre ella y su población es escasa. El Censo Pecuario de 2020 del Instituto Agropecuario Colombiano (ICA) señala que hay 338.567 individuos de estos animales distribuidos en 3.851 predios. 

Según el reporte, el 91,6% está concentrado en los departamentos de Córdoba, Antioquia, Santander, Sucre, Cesar, Bolívar, Magdalena, Caquetá, Meta y Arauca. 

Según la Asociación Colombiana de Criadores de Búfalos, estos animales son de origen asiático y fueron importados desde la isla Trinidad en 1967 por el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA), que en un principio introdujo al país 30 hembras, cinco reproductores y cinco búfalos para trabajo. A mediados de los 70 trajeron más que fueron trasladados al departamento de Guainía y, específicamente, al municipio de La Dorada (Caldas).

Gracias a su padre, un campesino, Jesús Alfredo se interesó en los bovinos. Se ha dedicado a ellos no solo desde los establos sino desde las aulas y los laboratorios. En la academia ha aprendido y enseñado. Ejemplo es que el director de su tesis de doctorado fue alumno suyo cuando le dictó una asignatura de la Maestría en Ciencias Básicas Biomédicas de la Universidad de Antioquia. 

López Herrera dice: “se cambiaron los papeles”. Es una situación que, sin duda, se sale de los esquemas a los que Jesús Alfredo no se acomoda con facilidad(desdeña). Lo bueno es que coincidieron para generar conocimiento sobre una especie que sirve de alternativa en la ganadería y cuya carne y leche son considerados de alto valor nutricional.

(FIN/KGG)

26 de octubre de 2020