La investigación que ha hecho la profesora del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas (FCHE) de la UNAL Medellín se ha centrado en asuntos de género. Recientemente ganó una beca del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) para estudiar estrategias de mujeres para habitar barrios controlados por grupos ilegales en la ciudad.
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Cuando Lirio Del Carmen Gutiérrez Rivera llegó a Medellín en 2014, se impresionó, en el buen sentido, con el activismo de un colectivo de mujeres que exigían que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que se revisaba en ese momento, se hiciera con perspectiva de género.
Para entonces ella trabajaba en la Escuela de Planeación Urbano Regional de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín, y la experiencia de conocer a esas mujeres fue un punto de partida para convertir el género en su tema de investigación.
Comenzó así a establecer contacto con activistas de varios colectivos y movimientos de la ciudad, cuyas agendas se enmarcaron en la exigencia para el acceso a servicios públicos, a vivienda y a solicitar que la ciudad tuviera en cuenta sus necesidades y conocimientos del territorio.
“Mientras yo hablaba con ellas, conversaban de temas de inseguridad, tenían temor de pasar por ciertos espacios públicos de la ciudad, pues algunos barrios en los que viven están bajo control de grupos ilícitos, criminales, y tienen que negociar bienestar y seguridad con ellos. Ahí empecé a ver cómo era la relación género – seguridad – violencia”, cuenta.
Que algunas mujeres se refirieran a miembros de grupos ilegales como “los muchachos” y específicamente que los buscaran para “cosas de seguridad, pero que para otras hubiese cierto enfrentamiento”, fue un asunto, dice, que le llamó la atención por ser una relación compleja, con matices, no a “blanco y negro”.
Las mujeres, con las que ha trabajado y de los movimientos que ha conocido, se apoyan entre ellas para sacar adelante algunas estrategias, pero también deben contar, en cierto modo, con los integrantes de los grupos ilegales que habitan en sus barrios, según la docente.
El deseo de la profesora Lirio es explorar a fondo esas posibilidades que les permiten a ellas generar insumos para llevar a los gobiernos locales y exponer sus necesidades de mitigar la violencia y el crimen, a lo que dedicará un estudio cuyo propósito es comprender las dinámicas barriales en Medellín, donde la organización de los colectivos le ha parecido “más sofisticada”.
Fue precisamente en este tema en el que se apoyó para hacer y enviar la propuesta Mujeres en contextos de crimen: Estrategias de lideresas comunitarias y activistas para habitar barrios controlados por grupos ilícitos en Medellín, Colombia, a la convocatoria de Investigación Desigualdades y violencia de género en América Latina y el Caribe de Clacso, institución no gubernamental que en su página web, en febrero de 2021, anunció los ganadores, entre ellos la docente Lirio.
Fue un estudiante el que le escribió por WhatsApp: “¡felicitaciones, profe!”. “Yo no entendí, y me mandó el pantallazo de la publicación de Clacso en las redes sociales. Entré a la página y vi los resultados. Unos días después me escribieron directamente para el proceso de legalización de la beca”. La investigación se desarrollará a lo largo del 2021.
Género: motivación e impulso investigativo
Como originaria de Honduras a la profesora Lirio le ha interesado el tema de género y migración en Centroamérica. Vive en Colombia desde 1993, pero dice: “nunca me he desapegado de lo que pasa en mi país ni en mi región”.
Su experiencia migratoria, cuenta en su página web, “ha estado siempre asociada al estudio y a la formación académica”, la cual ha sido interdisciplinaria y el “resultado de los diferentes lugares donde ha vivido (Honduras, Estados Unidos, Alemania y Colombia)”.
Desde hace varios años se dan las migraciones masivas de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos hacia Estados Unidos, y si bien la situación no es nueva, sí ha tenido cambios en los patrones migratorios, sobre todo en las últimas décadas, y eso fue lo que ella comenzó a estudiar como investigadora.
Sencillamente el tema la motiva y esto la ha llevado a realizar un voluntariado entregando, como experta, para cortes migratorias en Estados Unidos, informes de centroamericanos que piden asilo por temas de violencia, extorsión o tráfico en sus países, y que logran que un abogado los represente. Entre los solicitantes varias son mujeres.
Sororidad desde la academia
La profesora Lirio está convencida de que no está exenta de violencia de género o contra la mujer, porque de hecho manifiesta que sí lo ha vivido en diferentes espacios. Esta forma “es muy estructural. Hay muchos proyectos y programas para erradicarla y prevenirla, pero lo que he notado es que el Estado no prioriza ni tiene un interés en el tema”, asegura, de ahí que quiera comprender la situación y realizar un aporte desde la academia.
Su trabajo y propósito han tenido varios frutos, y tal vez uno de los más importantes es que las mujeres se sientan acompañadas y que se lo expresen. Alguna vez la invitaron a un evento académico en el que se encontró con una activista que había entrevistado antes. Ella escuchó su conferencia y le dijo: “muchas gracias, porque yo sí me siento muy referida en lo que usted hizo ahí”, recuerda con satisfacción.
La profesora Lirio siente admiración por aquellas mujeres como las de los colectivos que conoció cuando llegó a Medellín. A ellas las impulsa tener una vida digna y justa, hacen sus búsquedas en la lucha como su causa, y la docente les ayuda, desde la investigación, a visibilizar y reafirmar sus casos y necesidades.
(FIN/KGG)
23 de marzo de 2021