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En el proyecto se trabaja en equipo entre investigadores y comunidad de los AETCR. Foto: Tatiana Soto.

 

La Sede fue contratada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para definir áreas idóneas para la construcción de viviendas definitivas en Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR) creados para exmiembros de las FARC que, tras la firma del Acuerdo de Paz, ocuparon distintas áreas que les fueron destinadas para ubicarse de manera transitoria.

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En el proceso de consolidar los asentamientos definitivos hay cuatro fases y en uno de ellos participa la Sede. La primera es la adquisición legal de los predios, labor a cargo de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN). La segunda etapa es la ejecución de estudios técnicos que realizan investigadores de la UNAL Medellín. La tercera es el diseño de los proyectos de vivienda y la cuarta es su construcción.

Los estudios de pre y de factibilidad en los componentes de amenaza, vulnerabilidad y riesgo se adelantan luego de realizar un proyecto piloto en cinco AETCR en Antioquia, Arauca, Cauca y Tolima. Este año la UNAL Medellín desarrolla el trabajo con nueve AETCR adicionales y contratada por el (PNUD) para un periodo de seis meses, según el director del proyecto para el caso de la Sede, Edier Vicente Aristizábal Giraldo, profesor del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas.

Con los estudios se busca identificar cuáles son las zonas más seguras frente a posibles amenazas por fenómenos geológicos e hidrometeorológicos como movimientos en masa, inundaciones y avenidas torrenciales. Asimismo, se realizan estudios prospectivos de los niveles de riesgo en los cuales se construirán las viviendas.

El segundo componente del trabajo de la UNAL Medellín es de normatividad y ordenamiento territorial, teniendo en cuenta que estas zonas deben articularse, a través del Plan de Ordenamiento Territorial, a los municipios a los que pertenecen. El tercer ítem está relacionado con los aspectos sanitarios, por lo que el equipo indaga por la disponibilidad en cantidad y calidad de agua y ha identificado, por ejemplo, fuentes cercanas.

El grupo de trabajo está compuesto por unas 40 personas, entre quienes hay estudiantes de pregrado, posgrado y profesionales en geología, ingeniería civil, sanitaria y ambiental, derecho, arquitectura, sociología y antropología.

Sobre la experiencia el profesor Edier Vicente destaca que “ha sido muy interesante porque no hay precedentes en asentar comunidades en estas condiciones tan especiales”.

Mirada social

El piloto que se realizó en 2020 no incluyó análisis sociales. En esta ocasión sí y quien lidera esa labor es la antropóloga, magíster en Hábitat y candidata a doctora en Geografía Elizabeth Arboleda Guzmán. Ella es profesora de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín y cuenta que entre los componentes hubo aspectos sociales y pedagógicos.

El trabajo es fundamental en la medida en que personas de los AETCR se preguntan por qué el atraso en los proyectos de vivienda que se pactaron como parte del Acuerdo de Paz, lo que ha generado desconfianza. Parte de la intervención de la Universidad a nivel social es recuperarla para contribuir al bienestar.

El de habitar no es un proceso rápido, menos aún en condiciones como las de la transitoriedad. Son variadas las respuestas que recibe la profesora Elizabeth tras preguntarle a personas de los AETCR qué es lo más difícil del cambio de vida itinerante en un sitio establecido, pero algunos le han dicho que ha sido, por ejemplo, adaptarse a dormir en una cama y no en el piso.

Sin embargo, “lo que encuentras como respuesta generalizada es el proceso de ruptura del colectivo”. El trabajo de la UNAL Medellín con ellos, según la docente, es una oportunidad de crear laboratorios de sostenibilidad no solo a partir de viviendas sino también del tejido social que en esa comunidad es muy fuerte.

“Hay que avanzar en construir un hábitat que no es un gueto. Los AETCR no se pueden leer como pueblos aislados porque ellos hacen parte de unas lógicas territoriales y entienden que sus asentamientos tienen muchas posibilidades y recursos”, añade.

Varios profesionales trabajan en construir estrategias para el bienestar de la población, lo que denominan como una caja de herramientas. Lo hacen junto a las comunidades y a través de comités de participación, formación y construcción colectiva. Se ha avanzado, por ejemplo, en el análisis de vulnerabilidades de la población, reconocimiento y diagnóstico de comunicaciones y temas organizacionales.

Según el profesor Edier Vicente la UNAL Medellín es reconocida por las comunidades por la calidad técnica, “y eso les da tranquilidad sobre el compromiso que tenemos como Universidad de sacar adelante este proceso tan importante para nuestro país”.

Es tal la credibilidad que, en varias ocasiones, la profesora Elizabeth ha escuchado a algunas personas hablar sobre la Universidad como “patrimonio de los colombianos”, que fue en algún momento el eslogan. “Eso es muy diciente”, cuenta. No solo le parece satisfactorio sino que es una anécdota que marca un gran sentido de responsabilidad.

Ese agradecimiento y acogida es finalmente el mejor pago para los profesionales que desarrollan el proyecto, quienes seguramente piensan lo mismo que el profesor Edier Vicente: “es un orgullo hacer parte de esto”.

(FIN/KGG)

3 de mayo de 2021