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La mayoría de especies de murciélagos tienen la capacidad de ecolocalizar. Foto: cortesía Víctor Manuel Martínez Arias.

 

Víctor Manuel Martínez Arias, biólogo y magíster en Bosques y Conservación Ambiental de la UNAL Medellín, siente una fascinación por los murciélagos que lo ha llevado a estudiarlos. De ellos ha aprendido muchas lecciones. Su trabajo es quizá una forma de retribuirles desde la ciencia, y su opción más genuina es propender por conservarlos y rescatarlos de la “mala fama” que la sociedad les ha hecho.

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El interés de Víctor por la biología surgió gracias a Fernando Noreña, su profesor de la asignatura en el colegio donde estudió el bachillerato. De él admiraba que “hablaba con una pasión tremenda, se notaba que amaba lo que hacía, que era docente porque le encantaba y explicaba los temas de manera didáctica”, cuenta.

Alguna vez se lo encontró en la Universidad de Antioquia, donde cursó el pregrado. Estaba en segundo semestre. Fernando preguntó: “Víctor, ¿usted qué hace acá?, le dije que estudiaba biología. Me respondió: ¿En serio? Y puso una cara de felicidad… (risas)”.

La fascinación por los murciélagos llegó más tarde gracias a un grupo de investigación. Danny Zurc, quien en ese entonces era la coordinadora, le contó a Victor y a sus compañeros una historia: que aquellos animales, los únicos mamíferos con capacidad de volar, eran considerados por algunas culturas precolombinas como animales muy sabios porque se daban cuenta de que el mundo estaba al revés y que por eso, decían, duermen colgados.

Además de sabios, los murciélagos son beneficiosos incluso para los seres humanos en la medida en que prestan servicios ecosistémicos como la dispersión de semillas y el control de plagas. A Víctor le resultan sorprendentes y en su voz se nota el asombro, por ejemplo, cuando refiere un estudio de un investigador de la Pontificia Universidad Javeriana sobre las ventajas que trae el hecho de que ellos vuelen sobre el campo colombiano, y cuya conclusión fue que aceleran las cosechas, lo que les representa ingresos extra a los agricultores.

Víctor ha querido entenderlos mejor. Por eso, la tesis de maestría en Bosques y Conservación Ambiental que estudió en la UNAL Medellín la basó en un estudio de caso. Evaluó registros de murciélagos en el Caribe colombiano. La investigación abarcó las diferentes especies que se pueden presentar y cuya característica de alta movilidad hizo que se enfocara en tratar de encontrar patrones espaciales, los cuales son influenciados por factores biogeográficos, ecológicos y evolutivos. Además, generó mapas de calor y predicciones sobre la diversidad en el área para dos escenarios: uno con y otro sin intervención del territorio.

Según el investigador, en términos generales la diversidad de murciélagos en el Caribe se puede considerar alta, cambiante y dependiente del estado de conservación de las coberturas vegetales. Estos animales funcionan como bioindicadores, lo que quiere decir que, a partir de los tipos de especies que se encuentren en una zona se pueden determinar diferencias en cuanto al estado de conservación de los ecosistemas.

La tesis específicamente tomó en cuenta varios distritos biogeográficos, que son regiones naturales con características particulares. Estas fueron: la de Nechí en un sector del río Magdalena en los municipios de San Martín de la Loba, Altos del Rosario y Pinillos (Bolívar), y los de Sucre y San Marcos (Sucre). Además, en la Alta y Baja Guajira, Alto Cesar, Cartagena, enclaves azonales de Santa Marta, Macuira, Delta del Magdalena, Montes de María y Piojó. Guachaca, Aracataca, Caracolicito, Marocaso y Turbo.

Víctor realizó el estudio a partir de software de estadística espacial, y de los análisis surgieron cálculos de biodiversidad con los que buscó identificar relaciones espaciales entre los sitios con registros de muestreo según la cercanía o lejanía, y también en la riqueza identificada en cada zona. De este modo se evaluó la representatividad de especies y la distribución de riqueza en el territorio. Adicionalmente, estimó cómo los datos obtenidos se pueden usar en biología de conservación a fin de identificar áreas prioritarias de preservación.

El investigador encontró que hacia el norte de la Sierra Nevada de Santa Marta hay una gran diversidad, “no solo en riqueza de especies sino a nivel de filogenia”, la cual define relaciones de parentesco entre individuos ancestros y descendientes, por ejemplo con respecto a familia o género. “Es una diversidad histórica a nivel biológico que comprende, básicamente, algo como el entramado de un árbol”, explica. Entre más ‘ramas’ haya en un sitio determinado, hay más riqueza evolutiva.

El resultado enlaza con lo encontrado para el caso de la Serranía del Perijá hacia el suroriente de la Sierra Nevada de Santa Marta y hacia el sur de la región Evalluada (tierras bajas del Caribe). “Adicionalmente, hay zonas particulares que expresan patrones inesperados de distribución de murciélagos. Hay especies que presentan distribuciones disyuntivas a lo largo del territorio.

Se podría pensar que es raro, dice, pero al estudiar la historia evolutiva del grupo y de la especie en particular se encontró con que esta apareció hace aproximadamente dos millones de años, cuando se tenían patrones de desertificación extendidos en la región, y de lo cual aún hay pequeños remanentes. Explica que “la distribución disyunta de Myotis nesopoluses fue ocasionada por un evento natural, y eso llevó a concluir que esto aunque fue un proceso muy largo, los impactos antrópicos pueden generar la fragmentación de poblaciones en periodos muchísimo más cortos”.

El estudio que desarrolló se destaca por ser muy gráfico, y esa característica facilita la generación de insumos útiles para ejecutar labores de conservación y planeamiento del territorio, en este caso, de especies de murciélagos, lo que es fundamental teniendo en cuenta que “los murciélagos constituyen el grupo más abundante de mamíferos en todo el territorio nacional, con más de 217 especies identificadas. Esta cifra lo convierte en la segunda nación con más diversidad de estos animales en el planeta, que se estima es de alrededor de 1400 especies”, según el Instituto de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.

De la época de colegial Víctor tiene un recuerdo especial del profesor Noreña. Cuenta que él “una vez se demoró en llegar y nuestro salón estaba en un desorden tremendo: las sillas corridas y todos tirando papeles. El tipo llegó y escribió una frase en el tablero: la experiencia debe ser una búsqueda diaria”. Lo tiene muy claro aún, y es uno de sus alicientes para hacer investigación.

La presencia de un murciélago no pasa desapercibido para Víctor, no porque los estudie sino porque a él le caló otra historia que Zurc le contó: que esos animales “eran muy valorados por ser los protectores de los sueños. Que cuando una persona dormía y había un murciélago volando cerca, no iba a tener pesadillas”. Por su casa hay varios árboles, a veces escucha los sonidos que hacen y piensa: “hoy voy a dormir muy bueno”.

(FIN/KGG)

28 de junio de 2021