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En las cuencas se instalaron tubos blancos en los que se pusieron los limnígrafos. Foto: cortesía Marcela Mosquera Vásquez.

 

El proceso de restauración ecológica contribuye a mejorar las condiciones de los suelos y a aumentar la tasa de infiltración del agua, evitando que esta se convierta en escorrentía y se eleven sus niveles en las quebradas de las cuencas asociadas. La restauración ecológica es, entonces y en este caso, una gran aliada, según un estudio de la Maestría en Bosques y Conservación Ambiental de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Medellín.

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Detrás de los resultados hubo una serie de pasos y una historia, la de Marcela Mosquera Vásquez, estudiante de la Maestría, quien es ingeniera ambiental y mientras cursó el pregrado se interesó en los páramos, los cuales la sorprendieron por el rol determinante que tienen en la regulación hídrica.

Los páramos fueron, precisamente, la motivación inicial y la idea que tuvo para desarrollar la investigación en la que basaría su tesis. No obstante, se dejó convencer de su asesor para asumir el reto de conocer sobre un tema nuevo. Y recuerda bien ese episodio que, según ella, tocó su sensibilidad.

“Cuando entré a la Maestría pensaba investigar sobre la restauración en los páramos y cómo influía en el asunto hidrológico. El profe me dijo: he investigado ampliamente esos ecosistemas, pero hay un tema muy actual poco estudiado: la ecohidrología de la restauración en bosques de alta montaña. Empecé a leer sobre eso, y efectivamente no encontré mucho”, narra.

“Bueno, listo, me voy a enfocar por ahí”, recuerda que pensó al decidirse. Un año después comenzó a encontrar más publicaciones relacionadas, sobre todo, con las propiedades de los suelos como la infiltración y su relación con diferentes coberturas. “Eso fue motivante porque era un tema nuevo para mí y se estaba notando más interés a nivel mundial”, añade.


Seguirle la pista a la ecohidrología de la restauración

Para el estudio seleccionó dos cuencas en proceso de restauración natural. Se denominan El Silencio y Montañita, están ubicadas en la Reserva Biológica El Silencio de la Fundación Natura, en territorio del municipio de El Retiro (Antioquia). Para hacer la comparación necesaria e interpretar resultados, Marcela tuvo en cuenta otra que no estaba en recuperación y que tiene cobertura de pastos y ganadería.

“Como anillo al dedo”, dice, le resultó encontrar cuencas en restauración de toda la extensión de su área, porque es difícil. Alguien le dio el dato, y le sugirió visitar la zona. Así lo hizo, y “fueron perfectas”, añade, porque en lugar de una, encontró dos.

Sin embargo, hallar una cuenca con cobertura de pastos en la mayoría del área tampoco le fue sencillo, además, el análisis fue más complejo, ya que “después de buscar ya tenía datos de un año en las otras dos en restauración”, cuenta.

Lo que Marcela hizo, de alguna manera, fue ejercer como una especie de inspectora, aunque primero debió instalar aparatos que le permitieran indagar los efectos ecohidrológicos de la restauración ecológica, específicamente en una zona de bosque húmedo montano bajo. Monitoreó, mediante instrumentos, el comportamiento de variables como la humedad del suelo, la infiltración, la evapotranspiración y el rendimiento hídrico y cómo estos inciden en la regulación de caudales de las quebradas.

En las tres cuencas instaló sensores de humedad del suelo para medir los datos promedio cada 15 minutos cada día durante 14 meses. También usó pluviógrafos para cuantificar la precipitación en acumulados de cinco minutos y estaciones meteorológicas automáticas para conocer humedad relativa, radiación solar, precipitación, temperatura, velocidad y dirección del viento.

Adicionalmente, en cada una de las cuencas utilizó limnígrafos y barógrafos, que determinan el nivel del agua de los ríos. Marcela, expectante y atenta a cada detalle visitó las áreas cada 20 días, descargó los datos y calculó caudales. Asimismo, tomó muestras de suelo de diferentes profundidades para determinar la densidad aparente (su masa por unidad de volumen) por medio de cilindros metálicos que luego fueron pesadas y secadas en un horno a 105°C durante 48 horas.

Por otro lado, para conocer cómo fluye el agua a través del suelo y su capacidad para almacenarla, usó cilindros de PVC de 331 cm3 y anillos metálicos de 19,6 cm3, empleando equipos especializados. Además, tomó muestras de suelo para determinar en el laboratorio el contenido de materia orgánica del suelo.


Las coberturas vegetales: las heroínas en la regulación de caudales

Marcela explica que, en las cuencas en restauración, propiedades como la densidad aparente fue menor por lo cual hubo, por ejemplo, una mayor porosidad y conductividad hidráulica. Estas características contribuyeron a que la respuesta ante eventos de precipitación fuera más regulada: “O sea, llueve y esa agua va pasando por todo el proceso de infiltración, humedecimiento del suelo y flujos subsuperficiales, entonces se demora más en llegar a las quebradas y no aumenta súbitamente los niveles de estas”.

“En términos generales, la restauración tiene un efecto en estos caudales, en el rendimiento hídrico de las cuencas. No se puede concluir tácitamente, pero se nota una tendencia a que regulen mejor los eventos de precipitación y, más aún, a que se mantenga el agua en las quebradas en épocas de sequía (caudal base). Como estas son cuencas de alta montaña la escorrentía puede tener mayores velocidades y llegar más rápido a la parte baja, entonces ese proceso de escorrentía era aminorado debido a la cobertura de vegetación y a que se mejoran las condiciones del suelo”, agrega.

Cuenta que ese resultado se esperaba en mayor medida para la cuenca Montañita, que es la que mayor tiempo lleva en el proceso de restauración: más de 15 años. Sin embargo, manifiesta que la regulación hidrológica necesita más tiempo para evidenciar efectos notorios.

En cuanto a las coberturas, destaca la importancia de los árboles y su relación con la materia orgánica, en la medida en la que las hojas que caen generan otros procesos mediados por microorganismos que, si bien Marcela no midió en su estudio, sí recomienda incluir este componente en futuros análisis.

Al encanto de trabajar ese asunto, novedoso en ese momento para ella, se le sumó la importancia que le significó investigarlo, teniendo en cuenta que la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el período comprendido entre 2021 y 2030 como la Década para la Restauración de los Ecosistemas.

Cuando Marcela habla, aunque suena tímida, fluye como el agua y, con la suavidad de los ríos cuando están sosegados. Se hizo consciente de lo mucho que le gusta la hidrología cuando era una estudiante universitaria, pero siente curiosidad, en general, por la naturaleza desde que era una niña.

“Cada que iba a la finca, que tenía mucha vegetación y el río cerca, lo veía y oía, y pensaba: qué pesar que muchos de estos ecosistemas se vayan a acabar por nosotros. Reflexionando sobre eso me motivé a estudiar ingeniería ambiental”, afirma.

Hay un concepto estrechamente relacionado con el análisis de su tesis de Maestría y es el caudal base. Este es, explica, el “nivel de agua que está ahí incluso en época de pocas precipitaciones, cuando más se necesita el recurso”. Expone que “por ese lado va la importancia de la investigación”.

(FIN/KGG)

20 de septiembre de 2021