Escudo de la República de Colombia
A- A A+
El pasto utilizado en los ensayos fue el Kikuyo, predominante en zonas de climas fríos en Colombia. Foto: Unimedios.

El novedoso sistema emplea menos insumos y hace mejor uso de las pasturas. Además, contribuye en la disminución de las emisiones del metano entérico: el principal gas de efecto invernadero emanado por la ganadería.
---


Desde el primer momento Cristina Kozempa estuvo atenta a lo que mencionaron los investigadores de la UNAL Medellín y practicantes de pregrado de la Universidad Nacional de Agricultura (de Honduras) sobre una nueva metodología que desarrollaron para optimizar el sistema de manejo de pasturas en zonas de clima frío y, de esa manera, potenciar la producción de leche tanto en calidad como en cantidad.

Ella se sentó, sacó cuaderno y lapicero, se mantuvo interesada, escribió, levantó la mano e hizo preguntas. Se mostró particularmente curiosa, más que los otros 19 productores de leche de San Pedro de los Milagros que conocieron el nuevo sistema que usa pasto kikuyo —el predominante en zonas de clima frío del país—. El profesor les dijo, inicialmente, que estaban compartiendo porque la premisa de la investigación que hace el grupo es contribuir en los procesos de los productores y llegar a ellos, más que guardar información en anaqueles o comunicar los resultados en artículos científicos que, al estar escritos en inglés, no están al alcance de todos.

Con la cordialidad y calidez que caracteriza a los campesinos,  Olban Enamorado, un campesino hondureño y además uno de los practicantes, se dirigió a sus semejantes colombianos. Explicó y aclaró dudas relacionadas con las pasturas, a veces usando el tablero y haciendo dibujos para describir la manera en cómo se hacen los cortes y de qué forma se dan los retoños.

Los ensayos partieron del establecimiento de parcelas de 1m2 en la Estación Agraria Paysandú, de la UNAL Medellín y ubicada en el corregimiento de Santa Elena. Dejaron crecer pasto hasta los 15, 20, 25 y 30 cm. Luego esperaron el rebrote y cortaron el 50% de las medidas respectivas, es decir, a 7,5 ;10, 12,5 y 15 cm. Lo hicieron para simular el consumo de esas porciones altas del alimento vegetal cuando los animales ingresen a los potreros. Técnicamente eso es importante porque de esa manera crece más rápido, según el líder del estudio, Luis Alfonso Giraldo, profesor del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Medellín.

“Si hacemos la comparación entre un pastoreo tradicional: a 10 cm del suelo, se demora entre 30 y 35 días para volverse a recuperar, pero en la propuesta nuestra, cuando las vacas entran a un potrero con pasto de 20 cm de altura consumen la mitad (indicador para retirar a los animales), vuelve a rebrotar a los 12 días”, explica. Ese fue, sin duda, uno de los aspectos que más sorprendió y motivó a los productores.

A Cristina, particularmente, esa información le dio más confianza para implementarlo en su finca ubicada en la vereda El Tambo de San Pedro de los Milagros, porque, además, es un sistema que tomó como referencia un modelo instaurado en Río Grande del Sur (Brasil) desde hace más de 10 años. Entonces, es novedoso y se apoya en iniciativas sólidas, pero también en mediciones propias en el sentido en que, por ejemplo, evalúan la densidad del pasto por hectárea para simular el bocado que toma la vaca, y para ello usan un cilindro.

Por otro lado, a Cristina también la sorprendió otra cosa: el sistema “tiene una rotación muy corta que permite tener casi el doble de carga animal por hectárea, entonces me entusiasmé mucho. Ojalá pueda empezar a hacer este proyecto en la finca”, dice.

La capacidad de carga a la que se refiere es el número adecuado de vacas por hectárea. En un sistema de pastoreo convencional lo normal es que haya tres. En el esquema implementado por los investigadores puede haber una más. Eso no es en vano, sino que tiene importantes efectos y así lo menciona el profesor Luis Alfonso, quien cuenta que “al hacer los cálculos de cuánta leche se da, casi que se duplica la producción por unidad de área”. Para el caso de Paysandú el estudio identificó un aumento de producción, en promedio, de 1,7 litros diarios por vaca.

Los resultados obtenidos hasta ahora y la determinación de los 20 cm de altura del pasto como la más idónea, aplica exclusivamente para las características de esa Estación Agraria, donde se han desarrollado los ensayos durante siete meses.

Es importante tener en cuenta que la medida del alto de la vegetación para alimentación vacuna no se puede unificar, sino que en cada sitio se debe hallar la cifra indicada, dado que las condiciones climáticas y de suelos puede variar en los diferentes sitios. En San José de la Montaña, por ejemplo, las pasturas crecen más lentamente y la altura óptima resultó ser de 30cm.

Los aspectos anteriores los explicaron en un salón de la Estación Agraria Paysandú, pero los productores pudieron observar los ensayos en los potreros a los que se desplazaron, donde estuvieron aún más interesados, recorrieron las parcelas y contaron sus experiencias de pastoreo para hacer comparaciones y buscar respuestas a cómo implementar el sistema con métodos complementarios como el silvopastoreo, de lo cual habló Herman Darío Arango, otro productor.

Él, como Cristina, fue uno de los más participativos. Del sistema de manejo de pasturas ideado por los investigadores de la UNAL Medellín y Universidad Nacional de Agricultura (de Honduras) aprendió a ser más práctico. Así, dice, “somos más eficientes. Podemos bajar costos e incidencia de plagas, lo que va en beneficio del consumidor final, porque la idea es mandar una leche muy inocua a la industria”.

El peculiar sistema de pastoreo se realiza como parte del proyecto Evaluación y transferencia tecnológica para la renovación, manejo y utilización eficiente e innovadora de pasturas orientadas a la producción competitiva y ambientalmente sostenible de la leche bovina, en el Norte de Antioquia. Se desarrolla con asociaciones de ganaderos, es financiado por el Sistema General de Regalías (SGR) con recursos del Departamento de Antioquia e implementado como piloto desde hace un año y medio.

El mismo ensayo se efectuará en fincas de Entrerríos, San José de la Montaña, San Pedro de los Milagros, Santa Rosa de Osos y Yarumal, municipios que hacen parte de la cuenca lechera más grande del país por producir alrededor de tres millones de litros por día.

Se trata de un proyecto de aplicación sencilla, expone el profesor Luis Alfonso, porque “no se trata de que cada productor esté para arriba y para abajo midiendo con una regla cuál es la altura, sino que hemos diseñado un esquema para que a una bota, al lado izquierdo, se le ponga un metro, de manera que al pararse (en los terrenos de pastos) sepa cuándo puede tomar la decisión de ingresar a los animales, igual cuando se hayan comido el 50% de la altura del pasto”.

La sencillez del sistema es un factor destacable tanto para quienes ya tienen lecherías como para aquellos que están en el proceso de desarrollar una, como es el caso de María Cecilia Posada, una ingeniera eléctrica que, por amor a sus raíces campesinas, quiere incursionar en la ganadería. Se ha empezado a capacitar con la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) de San Pedro de Los Milagros y “ahora, con la UNAL, me pareció muy interesante el tema y quiero aplicarlo en la finca, aunque nos va a tomar un tiempo”, manifiesta.

El aprendizaje, no obstante, no solo lo tuvieron los productores. También los practicantes, quienes nunca antes habían trabajado con pasturas de zonas frías. Josué Paz Orellana, uno de ellos, cuenta que llegaron al proyecto a través de una convocatoria.


Un estudio paralelo

A lo lejos, en una pradera se observaban vacas pastando. No había nada raro en eso, es una escena normal en el campo, pero a medida que los productores se acercaron descubrieron en ellas unos extraños collares que llamaron su atención y que se convirtieron en el motivo de bromas, risas y fotografías para el recuerdo.

El dispositivo está compuesto por tubos y mangueras cuya finalidad es medir el metano entérico emitido por las rumiantes, un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global y al cambio climático, por lo cual evaluarlo y formular estrategias para mitigarlo es fundamental.

En esa tarea se han puesto investigadores del Laboratorio de Biotecnología Ruminal (Biorum) del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Sede, quienes desde hace varios años han venido elaborando protocolos para el uso de una técnica de gas trazador de metano entérico: el Hexafluoruro de azufre (SF₆). Es artificial, para usarlo se requiere permiso y se deposita en una cápsula que tiene una membrana a través de la cual se libera ese compuesto inorgánico.

Luego de realizar un análisis para establecer cuántos miligramos y a qué velocidad diaria de se escapa el SF₆ se le introduce a cada vaca, vía oral, el pequeño contenedor que llega a su estómago, donde el fluido mencionado se mezcla con el otro: el metano, que es “lo que el animal eructa”, explica el docente Luis Alfonso. “Para recoger ese gas le ponemos un collar al vacío, que tiene una manguerita muy cerquita de la boca y la nariz”, agrega.

Al quitar el collar se mide la concentración de ambos gases en el Laboratorio. “Así podemos decir cuántos gramos de metano entérico emite una vaca en un día”, dice el profesor. La investigación arrojó que, para la Estación Agraria Paysandú, gracias a la implementación del sistema de pastoreo creado por los investigadores, se dio una disminución en la liberación de metano entérico en un 28%, aproximadamente.

A partir de leves modificaciones, de análisis y alternativas sencillas los productores lecheros pueden beneficiarse gracias a la investigación científica que sale de los laboratorios universitarios a los campesinos.

Finalmente, ellos reconocen el beneficio. Y así lo hace Herman Darío al decir: “Los ganaderos trabajamos a ojo, pero debemos aprovechar estas capacitaciones y utilizarlas para renovar el manejo de pasturas”.

(FIN/KKG)

22 de noviembre de 2021