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Mantener la calma al conducir es fundamental para respetar a los demás actores en las vías. Foto: cortesía Víctor Valencia Alaix.

Conducir vehículos es por sí mismo un proceso complejo y estresante. Hay varios riesgos, pero parte importante para evitarlos es procurar hacerlo en calma para no propagar el estrés entre los diferentes actores viales. Si bien es responsabilidad de cada persona manejar sus emociones, en las escuelas de conducción se debería tener en cuenta este aspecto para la pedagogía, porque por lo general no proporcionan las suficientes herramientas prácticas para enfrentarse a las condiciones reales. Estos postulados son expuestos por investigadores que analizan el tema ante los recientes casos de accidentes e intolerancia en las vías.

Según el profesor José Stalin Rojas Amaya, director del Observatorio de Logística y Movilidad de la UNAL Bogotá, por lo general cuando ocurren las colisiones con ciclistas, es porque los vehículos no respetan los límites de velocidad al circular cerca de ellos, ni la distancia de mínimo un metro y medio a la que tienen derecho estos actores viales que son los más vulnerables.

El espacio público en algunas ciudades es segregado y en otras compartido. En este último caso es cuando aparecen conflictos, como lo han demostrado estudios realizados por investigadores del Observatorio. Uno de los hallazgos, por ejemplo, es que la percepción que tienen los peatones acerca de los motociclistas es de cierta aversión, de acuerdo con el docente.

Afirma que, “cuando algunos actores no encuentran infraestructura exclusivamente para ellos, invaden los espacios de otros, y al ser más vulnerables se da una percepción de rivalidad. En ese sentido los peatones ven como intrusivos a los demás cuando circulan personas en patineta o bicicleta y van a más velocidad por el andén. De la misma forma que si un ciclista se encuentra con un auto. Es en esos casos en los que empieza a aparecer la intolerancia”.

¿Hace falta pedagogía o qué está fallando? El profesor de la UNAL Bogotá expone que años atrás existió el Fondo Nacional de Seguridad Vial. Los recursos que recaudaba estaban destinados a generar conciencia, pero luego se transformó en la Agencia Nacional de Seguridad Vial que, “desafortunadamente no ha disminuido la accidentalidad y las muertes, debido a que está desenfocada porque lo que se debe ajustar es la capacitación que se da en las escuelas de conducción, que es parte de la raíz del porqué tenemos un mal comportamiento, ya que en la gran mayoría no tienen mecanismos pedagógicos”.

De manera similar el profesor Víctor Valencia Alaix, del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín, considera que los protocolos de enseñanza de las escuelas de conducción son muy limitados, en la medida en que son principalmente teóricos, no prácticos, y que, cuando se expide la licencia, las pruebas no se realizan en condiciones reales, lo cual “restringe el conocimiento del conductor para desempeñarse en las vías. No es lo mismo reaccionar ante un computador que en las carreteras”, afirma.

Otra falla que cita Rojas Amaya es que, al conducir, una actividad que por sí misma es estresante, las personas pueden tener una carga emocional que los afecta o psicológicamente las perturba.

Al respecto, el profesor Valencia Alaix expone que son varias las condiciones que influyen en la inseguridad vial, pero de las tres categorías de riesgo identificadas: vía, vehículo y factor humano, es el último aspecto la causa principal de los accidentes, con un 94%.

Asociados a este, explica, hay características mentales, en las que inciden las emociones: si el conductor está triste o estresado, ejemplifica, se reducen las posibilidades de manejar de manera adecuada. Otras son las condiciones operacionales como el conocimiento de cómo puede funcionar el vehículo; las físicas, como la agudeza visual y los comportamientos.

Es importante, también según el docente Valencia Alaix, tener en cuenta el tiempo de reacción, que tiene cuatro etapas: Sensación, Percepción, Intelección y Volición. A través de ellas los conductores analizan la información y toman decisiones.

Sin embargo, desde la investigación “no se le debe dejar todo (la situación y el análisis) al comportamiento humano”, de acuerdo con María Isabel Gutiérrez Martínez, profesora de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle e investigadora del Instituto de Investigación y Desarrollo en Prevención de la Violencia y Promoción de la Convivencia Social (Cisalva) de la misma institución.

Para ella, la tecnología también puede ser pertinente para salvaguardar la seguridad de los actores en las vías. Hay medidas que se han desarrollado como detectores de objetos cercanos, los cuales funcionan para alertar a los conductores.

Con respecto a los efectos de la inseguridad vial, destaca algo importante: que representa un problema de salud pública. Cifras del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, del Ministerio de Transporte, indican que en 2020 hubo 5458 víctimas fatales en las carreteras y 7270 en 2021, un aumento que representó el 33,20%. Los principales afectados fueron motociclistas, seguidos de peatones, conductores de carro y ciclistas.

“La salud pública se ha visto orientada a enfermedades infecciosas y crónicas, pero la parte que tiene que ver con lesiones, clasificadas como intencionales por estar relacionadas con la violencia y que en salud se denominan de causa externa, no tienen la prioridad suficiente. Desde ese punto de vista la gente también lo empieza a percibir de la misma forma, aunque tengan efectos tan severos como la muerte”, llama la atención la profesora Gutiérrez Martínez.

Retos

Es necesario cambiar de paradigma: migrar del concepto de seguridad vial al de movilidad segura, de acuerdo con Rojas Amaya. Además, hay aportes de varios autores que se destacan, según el profesor, que han propuesto lo que se denominan las decisiones racionales, lo que es: “cuando uno conduce, lo hace en modo automático, como cuando preguntan cuánto es dos más dos y responde cinco. De la misma forma, cuando una persona se sube a un auto, el cerebro hace los cambios de forma inconsciente”.

Expone que Richard H. Thaler, premio nobel en Economía 2017, plantea la pertinencia de “empujar las acciones a decisiones racionales, lo que es aplicable a la seguridad vial”. Refiere que en algún momento se propuso poner en la carretera una silueta de un policía para llamar la atención de los conductores.

Por otro lado, y en asuntos más técnicos, para el profesor Valencia Alaix es fundamental tomar datos para comprender lo que está sucediendo en materia de seguridad vial en las carreteras, plantear soluciones más efectivas y evaluarlas. La información existente, dice, ha sido valiosa, pero no suficiente, debido a que las ideas provienen de lugares cuyos contextos son diferentes al de Colombia.

(FIN/KGG)

21 de febrero de 2021