El nombre de Drayke Hardum se conoció en el mundo, los medios contaron su historia: el niño falleció en Estados Unidos como consecuencia del bullying (o acoso escolar) del que fue víctima. Su caso ha significado un llamado a la reflexión sobre cómo identificar y prevenir esta forma de violencia, no solo desde las aulas, sino también desde los hogares. Pedagogos analistas dan pistas de cómo identificarlo y evitar que se dé.
El bullying es maltrato, así lo explica Flor Alba Romero Medina, doctora en Educación con énfasis en construcción de paz y mediación de conflicto, quien actualmente es profesora adjunta al Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la UNAL Bogotá. Hay algunas características de este fenómeno: que la conducta es sistemática, recurrente. Que hay un abuso de poder de uno sobre otro o de unos a otros, y hay formas distintas de expresar esa violencia, sea física, psicológica o verbal.
Isabel Puerta Lopera, profesora de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, y asesora de la Unidad para la Resolución de Conflictos de la misma institución, afirma que el imaginario que en general se tenía sobre el concepto es que se daba entre pares: estudiantes, sobre todo. No obstante, la Ley de Convivencia Escolar (1620 de 2013) estipula que el maltrato también puede ser jerárquico y no se configura como la única violencia ejercida en los colegios.
¿Cómo reconocerlo? Para la docente hay que superar las creencias de que quienes lo padecen “son niños enfermos o con problemas y a quienes hay que medicar o tratar individualmente. O también, que el Bullying es una violencia sin contexto que obedece simplemente a un ser humano que un día quiso hacerle daño a otro porque sí”.
De acuerdo con Héctor Fabio Trujillo Restrepo, psicólogo, magíster en Neuropsicología y Educación, y profesor del pregrado en Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad de Quindío, hay algo en lo que se debe tener cuidado y es en caer en los rótulos, lo que es un error: “cuando se habla de bullying o de acoso escolar, se piensa que esto es propio de los niños con personalidad blanda o que tienen falta de autoestima, pero es un gran equívoco. La situación se manifiesta de muchas maneras”, asegura.
¿Cómo reaccionar? Ante casos de bullying, sugiere él, es necesario generar oportunidades para dialogar con los niños, y una opción adecuada de acuerdo con la pedagogía es el juego. Esta puede ser una manera de generar espacios en los que ellos puedan hablar, pero, además, en los que se sientan escuchados y comprendidos.
Corresponsabilidad
Delegar a las instituciones educativas todas la responsabilidades no está bien, pero sí lo está hacer una distinción entre conflictos y violencias, no dejar escalar algunas situaciones “por considerar que son tonterías o que los niños están poniendo muchas quejas”, dice la profesora Puerta Lopera. “Hay también cierta indiferencia de los adultos frente a violencias que consideran pequeñas y que perciben, pero no atienden, como niños que juegan brusco”, añade. Los docentes y los padres, plantea, no deben dar cabida a naturalizarlas.
En ese sentido considera que el gran desafío de las escuelas es hacer tratamiento positivo y transformador a los conflictos. Según ella, la Ley, incluso, se queda corta al indicar el verbo “mitigar”. Eso, añade, “suena a paños de agua tibia”. Lo que cree que se debe hacer es “trabajar en la utopía de erradicar las violencias, y eso se puede si labor es incansable para llegar a la meta”. Las formas de hacerlo son varias desde la prevención y la promoción.
“Debemos entender que las estéticas de una guerra de 60 años hacen que la palabra sea un arma en contra del otro y no una herramienta. Nosotros tenemos que lograr que se produzca esa transformación, que entendamos que vale y que hay que honrarla. Eso se les debe enseñar a los niños. Y lo bueno es que ellos aprenden todo. Hay un autor que dice que hay que empalabrar el aula y eso es darle lugar a cada sujeto, saber que tiene posibilidades de argumentar”, dice.
En los contextos violentos como es el caso de Colombia, donde a diario hay asesinatos, persecuciones, amenazas, desplazamientos, se conforman ambientes que propician que el bullying se dé como algo normal; es decir, se ha naturalizado la violencia en la cotidianidad, complementa la profesora Romero Medina. Y para la docente Puerta Lopera, las metodologías de aula y las motivaciones también pueden ser herramientas, pero algo indispensable a lo que hace alusión es a la necesidad de que las escuelas se desmonten de la autoridad y los castigos como primeras medidas, y en cambio se vuelquen las relaciones horizontales y a la justicia restaurativa.
Para aprender a dirimir los conflictos se deben dar tres requisitos que explica la profesora Romero Medina: empatía, creatividad y no violencia, propuesta por el educador en construcción de paz, Johan Galtung. Es clave, también, no perder de vista la necesidad y la pertinencia de educar desde casa, de acuerdo con el docente Trujillo Restrepo, quien manifiesta que los papás deben estar más atentos que cualquier persona de los cambios de sus hijos: “No se puede olvidar que la infancia es un periodo crucial en el desarrollo de la personalidad y una etapa en la que más influye la familia más”.
Dos elementos que él considera importantes para que los padres funjan como ejemplo son: propender por la disciplina, entendida desde la óptica de los hábitos, los principios y los contextos sociales y culturales. Por otro lado, trabajar en que los hijos los vean como figuras de autoridad, pero con las que se puede interactuar, dialogar y llegar a acuerdos.
El trabajo entre escuela y padres de familia debe ser articulado, de acuerdo con la postura, de Puerta Lopera, en tanto que manifiesta que el Ministerio de Educación y los planes de estudio lo que menos destacan es la convivencia escolar, que para ella parece ocupar un lugar secundario en las reflexiones aun cuando lo considera como un factor de calidad democrática.
Cultivar la sensibilidad
La profesora Puerta Lopera cree que la sensibilidad que por lo general tienen los docentes de preescolar, que cita como ejemplo, se puede cultivar con el afecto porque cuando este prima se reciben las reglas e incluso las sanciones de buena manera. Por su parte, la profesora Romero Medina considera que otra forma de prevención se da desde la formación en ciudadanía, en derechos humanos, en ética y valores, y en construcción de paz.
Como esa búsqueda debe ir en doble vía, la profesora de la UNAL Bogotá expone que para los docentes resultaría interesante, por ejemplo, la formación a través de talleres relacionados con áreas como las mencionadas anteriormente.
La Cátedra de paz, cita como ejemplo, puede ser una iniciativa valiosa porque cuenta con su propio espacio educativo; sin embargo, en la medida en que sean concebidas como propuestas pedagógicas transversales para mostrar lo inútil de la violencia o las guerras, tiene un efecto movilizador y de transformación. Para la profesora Puerta Lopera, en cambio, no es una opción que pueda contribuir para resolver la situación. En lo que cree es en la labor docente del día a día, en las formas de acercamiento y respeto que empleen con sus estudiantes, en propiciar las conversaciones con ellos y generar reglas para evitar burlas y humillaciones, en lograr que se empoderen de la palabra, se reconozcan y sean solidarios.
Formación integral y humanística
Actualmente desde la educación se propende por la formación vista como un todo, dependiendo incluso del entorno social y el arraigo del estudiante o las condiciones de vulnerabilidad que pueda presentar, según el profesor Trujillo Restrepo. En ese sentido, lo ideal es que los alumnos desarrollen aprendizaje de saberes y competencias que puedan ser aplicadas en diferentes contextos.
De allí no se excluyen las universidades y los analistas Romero Medina y Trujillo Restrepo quienes coinciden en el gran riesgo que se han convertido las redes sociales y en general el uso del internet para el ciber acoso en instituciones de educación superior, algo sobre lo que llaman la atención.La profesora expone que la formación en construcción de paz debe darse desde allí a partir de la inclusión, la no discriminación, ni estigmaización.
“Hay esquemas nuestros equivocados, porque se cree que hay superioridad, pero no la hay; todos tenemos el mismo principio de dignidad. La formación en derechos y mediación de conflictos son estrategias para evitar el bullying”, asegura.
En los ambientes educativos ¿es posible tener garantía de que quienes sean guía desarrollen el proceso desde un enfoque humanístico? La profesora Puerta Lopera hace una reflexión, incluso desde el simple hecho de ser humano: “En la escuela, sea cual sea mi rol, tengo una condición que me signa y es la humana, y en ella soy imperfecta, como todos lo somos, y debo tener apertura mental para entender las equivocaciones”.
También está claro para la profesora Romero Medina que, en este caso, se refiere más al contexto universitario: “nosotros formamos profesionales en diferentes áreas del conocimiento y nos olvidamos que, además, necesitamos que sean excelentes seres humanos. Para eso es muy importante que en los planes de estudios de las distintas carreras haya un componente de inteligencia emocional que permita que la persona comprenda los principios éticos que, por ejemplo, plantea la UNAL:diálogo, equidad, honestidad, pertenencia, respeto, responsabilidad y solidaridad, así como asignaturas relacionadas con los derechos humanos y la resolución de conflictos”.
El Bullying, entonces, no es simple ni superficial, ni puede encasillarse, como coinciden los analistas. Los retos son varios, pero uno de los más importantes es vincular a los padres a los procesos educativos, pero quizás más importante: que cada uno trate de cultivar lo que constituye como individuo desde el respeto y la empatía.
(FIN/KGG)
28 de febrero de 2022