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La guerra comenzó con un ataque de Rusia a la región del Donbás. Foto: tomada de bit.ly/3tsAxmG.

 

Algunos gobiernos, mientras abogan por la paz en Ucrania, han sometido a otros pueblos a la violencia. Eso, sumado a las particularidades de este territorio, los motivos geopolíticos, el hecho de que estén involucradas varias naciones hegemónicas y que haya un moralismo internacional son algunas de las razones por las cuales este caso ha tenido mayor atención que otros conflictos que también ocurren en el mundo, de acuerdo con analistas.

Primero un poco de contexto. La situación que se da actualmente entre Ucrania y Rusia se debe a un cambio geopolítico y en la noción de lo que el sociólogo Immanuel Wallerstein denominó como el sistema mundo (un concepto con el que buscó explicar la manera en que se da el funcionamiento de las relaciones económicas, políticas y sociales a partir de interacciones globales), dijo el abogado y doctor en Derechos Fundamentales, Gerardo Durango Álvarez, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín.

Hay una alianza geopolítica y estratégica entre China y Rusia, por un lado, y por el otro, de países occidentales como Estados Unidos, Francia e Inglaterra, sumado a la expansión imperialista de recuperar y controlar los territorios que conformaron la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), según el académico. Y que tiene que ver también con la intención de no permitir la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a la cual Ucrania solicitó ingreso.

Expone, además, que hay una puja por los recursos naturales, en este caso el gas, y un interés marcado de Rusia de expandirse por el mar Negro desde Ucrania para tener mayor control energético sobre Europa.

En ese sentido, Ucrania representa un buen mercado tanto para Europa como para Rusia, de acuerdo con Carlos Alberto Builes Tobón, docente del programa de Ciencia Política de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, quien expone que es un país “que está gritando: existo, quiero que me reconozcan y me respeten mis vecinos”. Lo que esta guerra evidencia, de acuerdo con su criterio, es que el mundo es multilateral.

Lo que se está dando no es solo tensión, según el académico, “sino también amor, porque la cultura y la lengua eslava, y la religión ortodoxa, nacieron en Kiev, capital de Ucrania, por lo que es el corazón cultural para Rusia y Bielorrusia, entonces no solo es una relación de odio y conflicto”.

Tiene otra historia: la de las invasiones que ha sufrido, de acuerdo con el docente, por parte de los mongoles, los polacos y el antiguo Imperio Otomano, que estaba constituido por Bulgaria, Egipto, Grecia, Jordania, Hungría, Israel, Líbano, Macedonia, Rumania, Siria, zonas de Arabia y de la costa norte de África. “Los rusos, quizás, han sido los que han ocasionado más tragedia y cicatrices”, según el docente.

La situación actual es un “coletazo” de lo que se denomina la Posguerra Fría, que se refiere a la era posterior a la ruptura de la URSS, de acuerdo con la socióloga, magíster en Historia y Memoria, y doctora en Historia, Lorena Cardona González, profesora del Departamento de Antropología y Sociología de la Facultad de Cienicas Jurídicas y Sociales de la Universidad de Caldas.


La atención selectiva y el contexto particular

¿Por qué este caso específico ha sido tan mediático y ha tenido la atención del mundo? y ¿por qué no ha sucedido con otros conflictos como los de Palestina, Yemen, Somalia o el que se da entre Sudán del Norte y Sudán del Sur, que no han sido atendidos con tanta urgencia por la comunidad internacional? Para responder el profesor Durango Álvarez se remite también a la importancia geopolítica de los países en cuestión, a la doble moral internacional y a que los medios de comunicación tampoco se han enfocado en esas otras guerras.

Cuando se ha tratado de razones geopolíticas como ahora, dice la profesora Cardona González, ha habido indicios de tener implicaciones más severas en Europa que en Asia o África, de ahí que no se le preste atención suficiente, por ejemplo, al caso de Siria, cita como ejemplo, “que es el tercer mundo. Por esa visión terrible que se tienen sobre conflictos deslocalizados de los epicentros de poder y por las hipocresías del mundo occidental”.

Llama la atención, adicionalmente, sobre las contradicciones, como resulta el hecho de que el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, reclamara sobre el destino de Ucrania, aun cuando Inglaterra ocupó ilegalmente las Islas Malvinas o el caso de Israel, que realizó igual exigencia, pese a que ha irrumpido de manera violenta sobre territorio palestino. Incluso, agrega, ambos países votaron en contra de la invasión de Ucrania en la reciente resolución de la ONU siendo ellos también invasores.

Considera además que la atención al caso Ucrania - Rusia, tiene que ver con que las guerras occidentales “son más intestinas, más civiles y que tienen otros órdenes que son más geopolíticos y geoestratégicos, pero que también están marcadas por la violación sistemática de los derechos humanos y donde se pone en tela de juicio el valor de la vida, que está por debajo de un montón de intereses”.

Es evidente para ella que desde que arrancó el siglo XXI no ha dejado de haber conflictos deslocalizados, y más aún con el auge del terrorismo y el atentado a las torres gemelas, el desplazamiento a Irak, a Afganistán, el surgimiento de las primaveras árabes y los distintos disturbios, por ejemplo, pero “uno está, entre comillas, acostumbrado a estos grados ingentes de violencia, a ver migrantes en la televisión cruzando ríos, mares, llegando desvalidos a Europa, pero lo que pasa ahora es una crisis de dos órdenes mundiales muy fuertes, y ello genera una preocupación internacional muy delicada”.

Otro aspecto que puede influir, según ella, es la particularidad del territorio: Ucrania hizo parte de la Unión Soviética, pero en 1991, tras la celebración de un referendo, se independizó con un apoyo mayor al 90%. Allí la idea de Estado – Nación es problemática, de acuerdo con la profesora de la Universidad de Caldas, en la medida en que es un país que se configuró con “pedazos” de Polonia, Lituania, Moldavia y Rusia, e incluso con partes del antiguo Imperio Otomano.

En ese sentido, Ucrania tiene diferencias en ámbitos políticos, lingüísticos, culturales y étnicos porque su composición es diversa y compleja. En la región de Donetsk y Lugansk, conocida como Donbás e invadida recientemente por Rusia, la población es de habla rusa. Son, de acuerdo con la docente Cardona González, “sociedades que dentro de sí mismas no pueden contener un concepto decimonónico como es la idea tradicional de nación; es como juntar gente infinitamente distinta a la fuerza”.

Lo extrapola al caso colombiano: “para nuestro caso es muy sencillo porque se hizo sobre la mano de una gran arbitrariedad que fue borrar nuestro pasado indígena y afro, nuestros dialectos, y una vez llegaron los españoles, dijeron: ustedes hablan castellano, son católicos y se van a llamar Colombia, y se callaron todos. Eso es muy distinto al proceso que vive la antigua Unión Soviética, y no son problemas menores porque tienen que ver incluso con el alfabeto ruso y la escritura occidental, pasa por muchas aristas además del asunto geopolítico”.

Acerca de Rusia el profesor Builes Tobón, afirma que en Colombia “hemos tenido una mirada unilateral, tenemos una visión sesgada que nos han transmitido unas élites o Estados Unidos. Es una lástima, porque es una nación muy amplia y maravillosa, a pesar de Putin”.


Población civil: víctima

La antropóloga, especialista en derechos Humanos y Doctora en Educación con énfasis en resolución de conflictos y construcción de paz, Flor Alba Romero Medina, docente adjunta del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UNAL Bogotá, se remite al filósofo alemán Walter Benjamin para comentar que en el libro Ensayo sobre la violencia él indagó sobre el origen de esta y su expresión en las guerras, y planteó que surge del deseo de acumular y obtener poder y control. La guerra entre Ucrania y Rusia, considera la profesora, es un ejemplo de lo que afirmaba el autor.

También Benjamin estipulaba que las características de la ambición y el poder enceguece al ser humano, y que cuando hay gobernantes sin enfoque social y humanista no se permite una forma de ver la realidad en la que los pueblos puedan autodeterminarse. Para la docente Romero Medina la preocupación de Rusia con respecto a la presencia de la OTAN en Ucrania hace que se genere una presión desmedida “de guerra despiadada en la que no hay ningún principio del Derecho Internacional Humanitario que, si bien acepta conflictos armados, no permite todo en las guerras, y tiene el principio de distinción entre combatientes y población civil. A pesar de eso, la ha bombardeado indiscriminadamente”.

La profesora Romero Medina también trae a colación el caso de Estados Unidos, que ha organizado guerras contra Afganistán, pero también habla de la diáspora que se vio luego de la caída de la URSS, que da conocimiento de sometimientos obligados de Estonia, Letonia y Lituania, por ejemplo.

Las implicaciones de las pugnas son devastadoras, según la docente Cardona González, y en las del siglo anterior se inauguraron, sistemáticamente, los genocidios. Ocurrieron el armenio, el Holocausto y en general el asesinato masivo de personas “es el sino de los distintos conflictos civiles y locales” en medio de guerras como las de los Balcanes en la antigua Yugoslavia: “Eso también tiene que ver con que las guerras sean el contexto propicio para que se cometan violaciones y arbitrariedades tremendas. Por ejemplo, en el siglo XX reactivó la tortura, algo que no se había prescrito en los Convenios de la Haya desde 1899 o los crímenes asociados a las armas químicas”. Recientemente, incluso, un ataque ruso originó un incendio en la planta nuclear de Zaporiyia (la más grande de Europa) que alcanzó a ser controlado, pero de no haber sido así habría tenido un impacto 10 veces mayor al de Chernobyl, según el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba.

Lo que se está dando entre Ucrania y Rusia en materia de derechos humanos le resulta “escandaloso”. Hay armas novedosas que apenas se están ensayando y en la población civil, que también es un carácter grave de las guerras contemporáneas, cuyas víctimas son ellas, en un 90%, no como las de antes en las que morían batallones enteros. Eso deja una alta preocupación”.

La profesora Romero Medina llama la atención sobre el riesgo de crisis humanitarias y sociales que puede dejar la guerra. Naciones Unidas reportó que solo en siete días se registró un éxodo de un millón de refugiados. Hace pocos días se acordó el cese al fuego para evacuar civiles.


Hacer la guerra ¿para buscar la paz?

Con el argumento de que la región del Dombás se identifica más con Moscú y de que se encuentra en supuesto riesgo de genocidio, Vladimir Putin, presidente de Rusia, ocupó el territorio, según él, para “defender la paz”.

A pesar de que promueven el derecho internacional público, tanto el derecho internacional como el Derecho Internacional Humanitario son frecuentemente quebrantados por las grandes potencias, expone el docente Durango Álvarez, quien cita la invasión de Estados Unidos a Irak, los bombardeos a Pakistán y Afganistán bajo el argumento de la intervención y protección humanitaria.

No se puede justificar el fin con los medios. De eso está convencida la docente Romero Medina, para quien los derechos humanos deberían asistir a todas las personas. No obstante, cree que lamentablemente se han politizado. Recientemente estudiantes africanos que buscaban huir de Ucrania denunciaron racismo en los trenes. “Las guerras también reflejan esas partes tan sombrías de la humanidad, y es una ironía porque una bomba no discrimina, no hay nada más democrático que la guerra”, dice la profesora Cardona González.

Para la docente Romero Medina ningún argumento justifica las guerras, y esta “nos está dando la razón, a quienes creemos en la construcción de paz, que hay que seguir trabajando fuertemente en la formación política, la participación ciudadana, y de no caer en la lógica del poder de las armas para someter a los otros”. Ese, asegura, es el mensaje que debe quedar.

(FIN/KGG)

7 de marzo de 2022