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Los espacios para el compartir configuran parte de la vida universitaria. Foto: Unimedios.

Al regresar a los campus después de dos años de confinamiento, dada la pandemia por covid-19, que marcó cambios en todo sentido, adaptarse de nuevo debe ser un proceso concienzudo por parte de la comunidad universitaria y de las instituciones de educación superior. Es importante analizar lo que significa la convivencia y el compartir en y alrededor de la universidad, procesos que se enmarcan dentro de la corresponsabilidad, según analistas.

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El principal reto para el regreso a los campus y a las aulas es el proceso de adaptación en el cual “la bioseguridad es clave a todo nivel”. Se refiere a los aspectos físico, biológico y psicológico, pero también a los ámbitos sociales, según Édgar Ramírez, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín.

Hablar de convivencia en la vida universitaria, expresa, “es pensar en interrelaciones, respeto, en un mundo de derechos, en la diferencia, y hoy con más veras”, teniendo en cuenta que debido a la pandemia hubo un confinamiento estricto y prolongado que interrumpió actividades y procesos que normalmente se desarrollaban en los campus, y ahora con el regreso se incorporan nuevos retos y compromisos.

Comenta que los jóvenes se vieron impactados no solo por el encierro sino también por la desconexión, pues haber tenido internet o un computador no implicó que tuvieran reales interrelaciones dinámicas y amplias, y se rompió el sentido de las comunidades que ellos mismos formaron.

Con el regreso a la presencialidad y el restablecimiento de los vínculos se generan nuevas situaciones y desafíos, ante las cuales “el cuidado de sí es un elemento clave, pero también de los entornos, de los colegas, y de volver a pensar que esta es una comunidad dialogante, reflexiva y que debe entender que los impactos sociales afectan. Además, que el principio de la comunicación es importante para sopesar la formación, sobre todo de los estudiantes”.

Asimismo, es indispensable compartir o “poner sobre la mesa las emociones”, de acuerdo con Andrés Molano, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, quien comenta que hay evidencia de que en sistemas educativos los procesos emocionales cumplen un importante rol moderador en el aprendizaje, de modo que este se dará más fácil al sentirse cómodo en el entorno.

En ese sentido, sugiere que los planteles educativos piensen en los impactos que implicaron el confinamiento y las etapas difíciles de la pandemia, por ejemplo, para quienes comenzaron sus carreras profesionales de manera virtual y ahora regresan a los campus, para aquellos que perdieron seres queridos o debieron interrumpir sus estudios, que son realidades que pueden vivir los estudiantes. El enunciado lo hace porque, dice, “en la universidad nos encanta pensar la educación cómo enseñar y aprender algo, cuando realmente es un proceso social”.


Nuevos desafíos, recursos y corresponsabilidad

El profesor Ramírez considera que ante el regreso a la presencialidad los docentes deben comprender que las dinámicas cambiaron, que es necesario ensayar nuevos modelos pedagógicos y hacer rupturas con respecto a situaciones tradicionales en las que “el autoritarismo y la verticalidad se expresaban de manera muy fuerte. Hay que democratizar, en lo fundamental, las relaciones entre nosotros como comunidad universitaria”.

Él añade que la vida universitaria cambió en la medida en que no se limita a la presencialidad y a la asistencia a los campus. Hay otras alternativas y es en “lo que la Universidad, que tiene un cúmulo grande de inteligencia, debe plantear modelos pedagógicos en los que haya flexibilización y pedagogías intensivas, y en los cuales la vida universitaria se acepte en el marco de las asistencias parciales”.

Acerca de habitar los espacios menciona que hay sitios en los cuales puede darse el acceso a “una falsa lúdica o cultura”, y que quienes ocupan estos sitios deben ser conscientes de que las áreas son abiertas, para la reflexión, la formación y que sobre ellos no hay un “monopolio”, por lo que “no debe chocar ni interferir con su disfrute para cualquier grupo o comunidad, pero teniendo en cuenta que también hacen parte de la programación extracurricular y cultural”.

Cree, en ese sentido, que se debe pensar en alternativas que permitan que la vida universitaria se conjugue también de forma remota, pero lo más importante: “que podamos entender que la corresponsabilidad en la formación profesional también lleve a la formación de ciudadanías integrales, comprometidas, críticas y con plenos derechos en ejercicio de la Universidad”.

Por su parte, Juan Edilberto Rendón Ángel, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Medellín, considera que la corresponsabilidad, en la actualidad, aparece de forma especial porque la universidad hizo adaptaciones para enfrentar la situación, “pero los estudiantes se dieron cuenta de que hay que hacer un ejercicio de la autonomía; cambió el entorno del aula, pero el compromiso fue también auténtico, no se dio, en general, la mala práctica de un relajo total”.

Para él, las universidades deben también incluir lo aprendido en torno a las bondades de los procesos mediados por las tecnologías e implementar parte de las estrategias que hayan resultado exitosas en ese sentido. Así que indica que se trata de combinar lo mejor de la presencialidad y la virtualidad, la cual considera como parte de la mencionada corresponsabilidad.


Más allá de lo académico

La vida universitaria, afirma el profesor Molano, “no se trata solo de ir a las clases, tomar notas, presentar exámenes y obtener un título. Es conseguir amigos, pareja, establecer nuevas redes y todas esas cosas que había antes de la pandemia”. Alude también a las formas de esparcimiento organizadas por las universidades o al hecho de “tender puentes” para la vida laboral de los estudiantes y brindar oportunidades para expandir el horizonte profesional y, por ejemplo, desarrollar aficiones.

Para el profesor Rendón Ángel, si bien la comunidad universitaria se desarrolla en libertad, debe procurar actuar en función de la propiedad de los espacios y las reglas que los rigen: “En términos de corresponsabilidad hay que ser consciente de cómo habitarlos. Según Kant, es la libertad sometida a la norma; una cuestión de ética y no de panópticos”.

Por otra parte, añade que, como seres sociales y políticos los elementos que brinda la presencialidad son necesarios y las estrategias digitales, que se integraron de modo armónico, se constituyen como una herramienta en virtud de la universidad, concebida por la universidad, que “desde el siglo XII se convirtió en un tercer poder variopinto y hace parte de un ejercicio entendido, siguiendo a Kant, en los niveles epistemológico: el conocimiento; ético: comportamiento y dimensión política; y estético”. También destaca la importancia del cuidado de sí y los diversos modos de vivir la existencia y los placeres.


Reflexionar y tomar consciencia

Las universidades, considera el profesor Molano “deben hacer importantes esfuerzos para reconocer que los espacios alrededor se perdieron y que toca brindar oportunidades”. La vida universitaria puede ser un concepto que constituye, según él, todo un “fenómeno”, que tiene que ver también, por ejemplo, “con frecuentar el almorzadero cercano que me gusta, todo eso en la pandemia se acabó y hay gente que nunca lo tuvo”. Esos asuntos relacionados con la cotidianidad, por decirlo así, son para él fundamentales.

Para reflexionar sobre lo que significa la vida universitaria el docente Ramírez considera útil que las universidades realicen campañas a fin de que sus estudiantes la interioricen como una de las mejores etapas y a las instituciones de educación superior como espacios para el autoreconocimiento y la formación integral, “porque requerimos buenos profesionales pero mejores ciudadanos”.

Esa toma de consciencia, finaliza, no siempre pasa por el aula, que trae prisas propias de los contenidos curriculares, sino en la invitación a la participación y a la reflexión como parte de la corresponsabilidad.

(FIN/KGG)

18 de abril de 2022