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La leche materna posee importantes componentes nutricionales. Foto: Reuters – tomada de bbc.in/3NUjSRG.

 

La cultura violenta y machista ha propiciado un concepto de las mujeres como un objeto sexual, negando su dimensión política y vital, por lo que se ha condenado el acto de amamantar en público, según analistas, quienes plantean que una manera de contraponerse a esa negación sobre la vida es reivindicar la biología y el amor con acciones concretas que amplíen la comprensión de lo femenino.


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“Esto es una falta de respeto con los usuarios del sistema Metro. ¿Cómo es posible que la señora no tenga, al menos, una cobija o una camisa para taparse? Así cómo se quejan de que en el Metro las manosean y que son abusadas sexual y verbalmente. Lástima del Metro”, twitteó recientemente el usuario de esta red social.


“Sí, una lástima... tu comentario”, respondió el Metro desde su cuenta oficial. Después, la madre implicada le agradeció al sistema de trasporte el respaldo y dijo: “En la estación Acevedo aproveché y me senté y le di teta al niño sin ningún pudor. Yo acostumbro a lactar al bebé en cualquier parte de la red Metro”.


Cuando Olga Inés Montoya Campuzano, docente de la Escuela de Biociencias de la Facultad de Ciencias de la UNAL Medellín y coordinadora del Laboratorio de Microbiología de Aguas y Alimentos, se enteró de la polémica, afirma que le dio risa la actitud del usuario no solamente “porque es normal que un niño tome la leche de la madre” sino porque, a nivel científico, también conoce directamente los beneficios del alimento, cuyos componentes ha analizado con algunas estudiantes.


Dos asuntos influyeron para realizar las investigaciones. Uno fue que varios de sus sobrinos tienen problemas para asimilar la lactosa, cuenta: “Como a uno no lo oye la misma familia, me puse en el propósito, con una estudiante, de aislar los primeros microorganismos de heces de recién nacidos, que dependen de lo que la mamá se alimente”. Lo otro que tuvo que ver con que una de sus alumnas y candidata a magíster en Ciencias – Biotecnología identificó, durante una pasantía que realizó en el Banco de Leche del Hospital General de Medellín, que allí se descartaba el alimento por tener altos niveles de acidez, debido a bacterias.


Estudiaron la leche materna de madres y materia fecal de bebés amamantados. Los criterios fueron que ellos hubiesen nacido por parto natural y alimentados exclusivamente con leche materna. Específicamente, analizaron la microbiota cultivable y no cultivable.


Encontraron gran variedad de microorganismos en la leche materna, explica la docente, que son de importancia para los niños por contender probióticos o propiedades probióticas. Luego del análisis establecieron que, en las madres alimentadas de forma más sana, hay mayor diversidad de probióticos.


“Cuando nos enteramos que la leche materna no era estéril, sino que tenía microbiota y que había una conexión fuerte entre la madre y el niño a través de la vía mamaria, nos convencimos de la importancia de alimentar a los niños con leche materna, idealmente hasta los dos años, porque después de los tres se forma la microbiota que tendrá de adulto”, asegura.


“Si el niño es alimentado con leche materna tiene mayores anticuerpos, el sistema inmunológico es mucho más fuerte, tiende a tener menos problemas de obesidad y diabetes juveniles. Es indispensable que la madre alimente al niño cada que llore. En ese caso, ella estaba en el Metro y ahí tenía que alimentarlo”, añade.


Cultura de la violencia y de tabúes sobre lo natural


Según Daniel Castaño Zapata, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Medellín para analizar el tabú acerca de amamantar en público hay que tener en cuenta tres grandes dimensiones: política, económica y cultural. La relación de esos tres registros permite comprender el Sesgo de deseabilidad manifiesto respecto de algunos fenómenos sobre los cuales la gente prefiere no hablar. “En este caso, frente al acto de amamantar hay una especie de falsa tolerancia en algunos casos y de directa intolerancia en otros”, afirma.


El punto importante, refiere, es la distinción que se ha establecido entre aquellos asuntos propios de la naturaleza y aquellos exclusivos de la cultura. La primera tiene como dominio el campo de la reproducción, la vida, el cuidado; mientras que la segunda se refiere a un conglomerado de creencias o deseos instituidos y simbólicos que han hecho pensar que la realidad de una sociedad es comportarse de determinada manera y no de otra.


“La lactancia no es desconocida, pero sí es negada cuando se hace en escenario público, que ha sido constituido fundamentalmente por las partes masculinas de la sociedad. Cuando una mujer se atreve, porque requiere valentía y es un acto político y bello, a darle la teta a su bebé en público, lo que está haciendo es colonizar este campo de la cultura con una expresión fundamental de nuestra naturaleza; está mostrando algo que negamos culturalmente. Y eso pone locos a los espíritus conservadores”, asegura.


Un acto político, explica, es todo aquello que permite que los sujetos construyamos la sociedad de manera racional, atributo que ha sido principalmente masculino y público. En ese sentido, cuando una mujer rompe “la frontera” y se planta con un acto íntimo en medio del espacio público, se genera un choque dentro de la propia cultura, al afirmar que lo privado también es político.


Para el docente, esta situación revela, además, una paradoja como sociedad: “No tenemos ningún problema con ver gente en los medios dándose golpes, ni con ver titulares en las noticias en las que se muestran explícitamente cuerpos desmembrados, gente acabando con su vida, y sí tenemos un problema enorme cuando alguien muestra un acto de amor en público. Es una locura, es una perversión de la sociedad”.


“Como cultura, Colombia es conservadora, patriarcal y falocrática”, dice, y el problema es que a la mujer que amamanta en público se le condena porque no está en función del placer masculino. “Toleramos mucho más dar en la jeta que dar la teta, ver gente matándose que, dando vida, es una locura”, enfatiza.


El cuerpo como objeto y la visión de mujer relegada


En una sociedad como la que vivimos no se condena que los cuerpos de las mujeres se objetualicen sexualmente, según Jeanny Lucero Posso Quiceno, profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle.


Las mujeres, dice, “han sido relegadas al asignárseles el rol reproductivo, el lugar de la casa, y entonces sería una especie de contrasentido para esa especie de orden mental el hecho de que ella esté en público amamantando”.


Sobre la sexualización del cuerpo y la objetivación del mismo pone como ejemplo la publicidad, “que no es criticado porque es lo que se espera, pero para amamantar debe cubrirse”, de acuerdo con la visión de que los pechos de la mujer deben estar para el placer masculino.


En el caso de lo ocurrido en el Metro de Medellín, la docente, adicionalmente, llama la atención sobre el hecho de incitar a otros tipos de violencia desde justificar el abuso sexual o físico, “lo que es absurdo”.


Salas de lactancia


En Colombia la Ley 1823 de 2017 dispone que a partir de enero de 2022 entidades públicas y empresas privadas con más de 50 trabajadores deben implementar salas de lactancia y “garantizar las condiciones adecuadas para la extracción y conservación de la leche materna, bajo normas técnicas de seguridad, para luego transportarla al hogar y disponer de ella, para alimentar al bebé en ausencia temporal de la madre”.


Para el profesor Castaño Zapata lo que esta disposición legal hace es reafirmar la dimensión íntima de la lactancia, además de no visibilizar a las madres como sujetos políticos. No obstante, considera interesante la decisión de la mujer de sentirse cómoda, pues “peligroso sería que el uso de las salas de lactancia fuera obligatorio”.


¿Qué se debe hacer y cómo para reconocer y tramitar como excepcionales cuestiones que son básicas? Se pregunta. Hay que conversar más sobre la dimensión del cuidado, que es el fundamento de la vida. También señala que el patriarcado no se va a acabar de golpe y que, sencillamente, hay que enfrentar el tabú.


Como ejemplo habla de que hace unos años era todo un escándalo ver a una pareja de hombres o de mujeres dándose besos en la calle, pero hoy ya no lo es. Considera que ahí hay una lección que podemos aprender, y es que una manera de ir combatiendo el rechazo es precisamente exponerse más a lo público. De a poco, afirma, iniciando una contrahegemonía para generar solidaridad, pequeños movimientos y grupos de apoyo. En ese sentido, “una práctica política es seguir dando la teta en público para que haya mayores escenarios de visibilización y discusión”.


Deja un mensaje claro, que “las mujeres lo que deben hacer es llenarse de coraje, de valentía y decir: esto que estoy haciendo no solo es una necesidad que me pide el cuerpo de mi niño y mi propio cuerpo, sino que es una declaración política de manifestar que aquí me planto en contra de las miradas conservadoras”.

(FIN/KGG)


6 de junio de 2022