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La queja de los futboleros que defienden el uso deportivo del estadio Atanasio Girardot, se contrasta con los elevados ingresos de los conciertos en este lugar. Foto: cortesía Telemedellín.

 

Medellín está en la mira de los empresarios de conciertos y grandes eventos, lo que ha contribuido a nuevas maneras de consumo de entretenimiento, economía local y a la proyección o visualización de una locación a la altura de los grandes escenarios del mundo. Expertos analizan la situación.

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Según Nora Espinal Monsalve, docente del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín y, directora del Área Curricular y de la especialización de Economía de la Cultura, en Medellín cada vez hay más eventos culturales, con una creciente llegada de visitantes que vienen a consumir en dos dimensiones: la forma de vida y las costumbres; y los grandes eventos y espacios culturales: “yo creo que los emprendedores de esas industrias no se equivocan, si de alguna manera los conciertos están desplazando los grandes clásicos del fútbol es porque hay una mayor rentabilidad, indudablemente son más ingresos para la ciudad. Creo que se están realizando porque hay una capacidad instalada para atender a la cantidad de personas, la ciudad puede con ello y cada vez aparecen más empresarios que toman el riesgo de ofrecer este tipo de espectáculos”, afirma.


Sociedad del ocio: la importancia del entretenimiento

No es nuevo que Medellín sea vista como un gran escenario cultural en Latinoamérica, pues desde los años 40 cuando se incursionó en las radiodifusoras se hizo evidente que aquí se escuchaban artistas de todo el mundo, abriendo el camino para la llegada de personalidades como Carlos Gardel, Hector Lavoe y disqueras como discos Fuentes, Sonolux, codiscos, lo que implicó que la ciudad se volviera una gran cabina de grabación para artistas como Julio Jaramillo, Richi Rey, Fruko y sus tesos, Piper pimienta, y todos los exponentes del folclor colombiano, hasta finalmente la llegada y permanencia exitosa de la industria popular y urbana.

En esta línea, espectáculos como el Bichota Tour de Karol G, y Medallo en el Mapa de Maluma incrementaron considerablemente el flujo económico de la ciudad, el primero con 7 millones de dólares y él último, uno de los más rentables, dejó alrededor de 15 millones de dólares con una capacidad hotelera al 95% según datos de la Asociación Hotelera y Turística de Colombia- Cotelco.

Espinal Monsalve recalca que las tradiciones cambian y cada generación va construyendo su identidad, el patrimonio se va conformando alrededor de sus gustos e intereses, por lo que las nuevas generaciones tienen al ocio como uno de sus pilares de vida e invierten en ello, lo vuelven una mercancía, “el florecimiento de ferias y festivales es porque el entretenimiento empieza a ocupar un espacio muy importante en la vida del hombre contemporáneo, cada vez es más imperante la necesidad de consumo, un omnivorismo cultural donde importa la cantidad”, dice.

Otro aspecto que la docente destacada es que después del encierro mundial masivo por la covid-19, se percibe que la gente tiene la necesidad de consumir cultura, incluso cuando apenas se estaban levantando las restricciones, lo que favorece la prevalencia de los eventos masivos, aunque otros aspectos de la economía sigan afectados.

Los últimos 15 años han sido particularmente importantes no solo en materia de eventos musicales, pues se empezó a apostar por convertir a Medellín en una plataforma del sector del turismo de reuniones y congresos, realizando eventos de gran formato como la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo, la Asamblea de la OEA, además del Foro Urbano Mundial en el 2014, generando resultados del orden de 34 millones de dólares en la ciudad.

“Hoy hay una estructura institucional enfocada en atraer visitantes nacionales e internacionales, la ciudad tiene una capacidad hotelera que se ha triplicado en los últimos 5 años, sin contar que tenemos una serie de instituciones que velan por impulsar más a Medellín, como la Agencia de Cooperación e Inversión, creada para atraer inversionistas de todo el mundo y por ende la llegada de grandes eventos. También tenemos el Medellín Convention & Visitors Bureau, la secretaría de Turismo de la Alcaldía, además de la creación de la Dirección de Relaciones Externas e Internacionales de la Gobernación”, afirma Uriel Sánchez Zuluaga, Secretario Regional y Sectorial de Desarrollo Económico de la Gobernación de Antioquia.


Infraestructura: más allá de la intención política

Los beneficios económicos de estos grandes montajes son indudables, sin embargo, hay un vacío de infraestructura que la ciudad ha tratado de solventar con otros espacios, que, aunque no fueron diseñados para albergar conciertos, se han adaptado para ello.

“Es claro que falta infraestructura para recibir a los grandes artistas, lo que pasa es que se cruza con un par de temas: el primero tiene que ver con la cultura musical, aquí gusta mucho la música, pero hay que auspiciarla; además las prioridades urbanísticas de la ciudad han estado enfocadas en otros proyectos de transformación social”, dice Carlos Alberto Mejía Barrera, docente de la Facultad de Arquitectura adscrito a la Escuela de Construcción de la UNAL Medellín.

Uno de los lugares más usados para conciertos es la plaza de toros La Macarena, transformada en un lugar de eventos, pero que por la misma configuración de la ciudad no ha funcionado bien, pues el acceso a este lugar es complejo por estar rodeado de una vía rápida, además de estar desconectado del sistema de transporte público, agregando las fallas acústicas con las que cuenta debido a su construcción original.

Otro de los espacios usados es el estadio Atanasio Girardot, que fue concebido, diseñado y construido para jugar fútbol, entonces no tiene la acústica ni la logística necesaria para albergar grandes eventos, “sin embargo, el dueño de este escenario deportivo es la Alcaldía de Medellín, entonces partiendo de ahí es más importante para los intereses de la ciudad tener un evento internacional en un escenario público, pues pone al mundo a mirar hacía aquí, y se cruza con el cambio de la transformación que ha tenido la ciudad de pasar de ser industrial a convertirse en una que oferta servicios, siendo el espectáculo uno de ellos”, afirma Mejía Barrera.


Los intereses de la ciudad buscan proyectar a Medellín ante el mundo

lo que privilegia un concierto ante un clásico de fútbol, como sucedió en el último show de Maluma, sin embargo, existe el riesgo de ocasionar algunos daños a la infraestructura de estos espacios, como el visto a la gramilla del estadio.

Debido a esto surge entonces la pregunta de si Medellín necesita un nuevo escenario masivo que albergue los grandes espectáculos culturales, discusión que se ha dado muchas veces, y se han planteado espacios como el norte del Valle de Aburrá, donde finalmente se construyó el autódromo de Bello. También la polémica sobre el aeropuerto local, que se ha pensado como un gran parque que también pueda albergar estos formatos.

“Medellín debería concretar un centro de eventos o mejorar alguno, pero por más buenas intenciones que tenga el alcalde de turno debe ser avalado por el concejo, y muchas veces no alcanza ese consenso, además el dinero invertido en un espacio de proyección se podría ver reflejado en proyectos de vivienda o espacio público, lo que ha limitado a muchas administraciones. Yo pienso que tocaría esperar la llegada de un inversionista privado que le interese el tema”, explica Mejía Barrera.

Por su parte Uriel Sánchez ve la llegada de un gran escenario como algo no tan lejano, pues “creo que va a ser inevitable, si la ciudad sigue en ese ritmo de crecimiento cultural, será necesario construir un sitio o transformar algunos, pues será un costo beneficio totalmente viable, llegará una administración que le apueste a ello, pues la inversión se recuperará en muchos frentes, como la participación ciudadana, la recreación y el disfrute del arte, pero además una capacidad instalada de ese tipo en una ciudad tan apetecida sería muy rentable, los costos que ingresarían serían muy buenos. Más temprano que tarde la ciudadanía va a exigirle a sus dirigentes este tipo de proyectos”.

Entre tanto la discusión no solo se eleva a niveles económicos o arquitectónicos, pues deja abierta la posibilidad para que investigadores locales e internacionales abran una conversación sociológica y política sobre los efectos negativos del turismo, y las reglamentaciones sobre este tipo de economía.

(FIN/DQH)

13 de junio de 2022