A inicios de noviembre el presidente de la república, Gustavo Petro Urrego, decretó el Desastre nacional, dado el incremento de emergencias como consecuencia del fenómeno de La Niña. Entre las estrategias de mitigación informó sobre la ampliación del Programa de Alimentación Escolar (PAE) para el 100% de niños hasta el 31 de diciembre, un subsidio de 500.000 para cada una de 1 200 000 personas a las que va dirigido y un auxilio del 100% a fertilizantes. Las lluvias también afectan la economía; analistas explican cómo.
“Ni siquiera el desastre de 2011, logra los niveles actuales”, dijo el presidente Gustavo Petro cuando anunció la situación de Desastre nacional que decretó “después que casi 300 municipios lo han hecho a través de calamidad, la figura que se utiliza municipalmente. Ya nos acercamos a 800 municipios afectados y el número de muertos asciende a 266. Hay una pérdida ostensible de cosechas que agrava la situación de los precios de alimentos, que ya vienen altos por los choques internacionales, por la inflación en dólares de los alimentos, por la caída del peso. Y la situación, entonces, se va tramitando por el incremento del hambre”, añadió.
“Estamos atravesados por temporadas de lluvias y de sequía, que se acentúan con los fenómenos de El Niño y La Niña, que afectan la economía colombiana”, también llama la atención Camilo Ignacio Coronado Ramírez, profesor del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín.
El clima, agrega, incide en la actividad agraria en cultivos como el café y las hortalizas, importantes para el país. Además, que el exceso de lluvias tiene un impacto grande en reducirla, afectando principalmente la producción de leche y de carne. Esto, aunque Colombia “no es un país que tenga una participación grande en materia de PIB (Producto Interno Bruto), pero sí como sector estratégico alimentario y productor de materias primas. En ese sentido, su importancia para el aseguramiento alimentario y aprovisionamiento”. También menciona que hay repercusiones en el empleo rural.
El transporte también se ve afectado. “Todas esas cosas deben medirse, porque lo que ha dicho el Banco de la República es que va a haber desaceleración económica y uno de los puntos que impulsa que ello se vaya a dar es que las lluvias vayan incluso hasta tres meses más de lo previsto”, asegura el profesor Henry Amorocho Moreno de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario.
Planeación
La planeación y previsión, de acuerdo con el profesor Coronado Ramírez, no es sencilla, dado que los aspectos climáticos no son fáciles de prever, aunque se conozca sobre meses lluviosos y otros más secos. “A veces ocurren lluvias atípicas como las actuales, que son de las más fuertes que ha tenido el país en 40 años. Lo que sí ha habido es zonificación de riesgos, estudios y aspectos de generalidad. Con todo y eso, los suelos del país están afectados y desestabilizados provocando deslizamientos e inundaciones con efectos dramáticos”, afirma.
“La afectación sobre la infraestructura vial también es evidente y no solo afecta la movilidad de las personas, sino de la carga de las cosechas, y es de impacto económico severo”, añade. Se calcula que los daños pueden ser del orden de los 9 billones de pesos y hasta ahora el gobierno ha destinado 2,1 billones de pesos para la atención primaria en lo que tiene que ver con nutrición, salud, relocalización y atención de las personas damnificadas.
Para Amorocho Moreno, las lluvias y sus efectos son previsibles desde la óptica de la jurisprudencia del Consejo de Estado. “La actual temporada está dejando al desnudo que mucho de lo que está sucediendo es porque no se ha planificado a tiempo. De hecho, hasta ahora el gobierno va a utilizar 2,1 billones de pesos para atender esta crisis. No sucede como en otras partes del mundo y aunque la comparación sea con un país desarrollado como Japón, este tiene una reserva especial de fondos para atención de desastres. De igual manera las soluciones, pese a las grandes dimensiones, se dan en el corto plazo con efectividad. En Colombia, la foto es distinta, pues la solución se da después de ocurridos los desastres con fórmulas improvisadas de traslados y adiciones presupuestales, entre otros”.
También refiere cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) que indican que, entre agosto y septiembre de 2022, en Colombia hubo un crecimiento económico del 7%, lo que la entidad considera aceptable pese a que el indicador del trimestre anterior fue de 12,8%. Lo que llama la atención, según el docente, es que la agricultura cayó en 1,4%, “es decir que las lluvias ya están afectando la oferta de alimentos con las respectivas consecuencias de escasez de alimentos y de alzas de precios”.
Para Germán Darío Valencia Agudelo, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, es importante analizar el tema desde la perspectiva económica, “porque, aunque hemos visto el mundo por sistemas, hay una interrelación muy fuerte”.
La pobreza y la falta de alimentos debido al cambio climático se comenzó a identificar a partir de la década del 60, complementa el profesor, quien menciona que en esa relación propicia la reducción de los alimentos, pero también la preocupación por el desarrollo sostenible, de lo cual se viene hablando desde 1957 con el Acuerdo de Roma.
Desafíos
Dada la ocurrencia del cambio climático, continúa el docente Valencia Agudelo, se ha ido haciendo difícil hacer pronósticos certeros, adicional a que “vivimos en un sistema desorganizado, dadas las variables de crecimiento poblacional, económico, urbanístico y otros, y en el país no hay control del riesgo ni de las variables, no somos una sociedad planificada”.
Según el profesor Coronado Ramírez, en lo que tiene que ver con la parte agropecuaria, deben existir fondos de compensación a esas pérdidas y el gobierno debe contribuir a manejar mejor los cauces de ríos importantes, generando distritos de riego y embalses que permitan amortiguar los efectos de las lluvias.
La recuperación del sector agricultor, según el docente Amorocho Moreno, no es pronto y se puede dar en el mediano plazo “si efectivamente el gobierno nacional le presta un verdadero apoyo en materia presupuestal y con políticas dirigidas a la disminución de costos del sector por la vía arancelaria y de asignaciones de subsidios”.
El profesor de la Universidad del Rosario también llama la atención sobre los riesgos que implican los periodos de sequía, por tanto, expone que, Colombia debe enfrentar la desaceleración de la economía con un eficiente manejo del gasto y aplicando adecuadas políticas públicas para “luchar contra el fenómeno inflacionario”.
Por lo pronto, la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres (UNGRD), trabajará en cuatro líneas: Servicios generales de respuesta, Hambre cero y empleo de emergencia, Agroinsumos y producción de alimentos, y Respuesta a emergencias viales.
(FIN/KGG)
21 de noviembre de 2022