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Emisión del 18 de abril a las 7:10 a.m. Foto: cortesía Hugo Fernando Murcia Agudelo.

 

Ante una posible erupción, se afectarían zonas rurales de Manizales, Villamaría, Chinchiná, Palestina, Neira y Anserma (Caldas); Armero Guayabal, Casabianca, Fresno, Herveo, Murillo, Líbano, Lérida y Palocabildo (Tolima), según el Servicio Geológico Colombiano (SGC). Ante la expectativa y la incertidumbre, académicos explican la actividad volcánica, cómo ha avanzado el país en el conocimiento de volcanes y, a partir de la información, invitan a mantenerse alerta y al tanto de la situación. Reflexionan sobre la pertinencia de estudiar los territorios y de generar investigación para evaluar mejor el comportamiento de estos sistemas naturales.

¿Cómo es vivir en un territorio en constante amenaza volcánica? “Ante la cotidianidad de vivir con un volcán activo, uno se acostumbra, a nosotros se nos hace normal que haga emisión de una columna de ceniza de dos kilómetros o que haya temblores. Estamos más o menos a 15 o 17 km en línea recta al volcán y eso hace que personas que vivimos en esta zona ya tengamos una familiaridad con él”, cuenta Breyler Sanabria Cortés, guía turístico y licenciado en danza, quien habita en Murillo, y cuya familia fue sobreviviente a la tragedia de Armero ocurrida en 1985.

A su criterio, más que cuestionar el miedo que existe en la comunidad porque “uno no sabe a qué se va a enfrentar”, hay que preguntarse y preocuparse por la gestión de riesgo que, para él, “es un tema que todavía está en pañales”, pues considera que “un pueblo como Murillo debería tener todas las herramientas tecnológicas, de señal eléctrica, de información en torno a lo que significa vivir alrededor de un volcán, porque en últimas la gente no se va a ir, entonces tiene que aprender a identificar las señales”.

¿Cuáles son las características del volcán Nevado del Ruiz? En general los volcanes de la Cordillera Central colombiana son de tipo compuesto, lo que quiere decir que son complejos en su forma, que han tenido diferentes tipos de erupciones a lo largo del tiempo, algunas veces principalmente expulsan lava y otras, de manera explosiva, materiales sólidos, de acuerdo con John Jairo Sánchez Aguilar, profesor del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín.

La actividad de los volcanes de tipo compuesto dura en promedio un millón de años. Es el caso del Nevado del Ruiz, que ha entrado en esa etapa madura, según el docente, porque la geología indica que las erupciones más antiguas de ese complejo volcánico datan de ese periodo.


¿Qué está pasando?

Lo que hace un volcán es sacar a la superficie de la Tierra materiales calientes que están en su interior y a los que en geología se les denomina magma, que básicamente equivale a roca fundida, expone el profesor, que contiene líquidos, gases y cristales de minerales, cuya textura es viscosa y su temperatura supera los 800°C, se ubica a varios kilómetros de profundidad y se moviliza hacia arriba, pasando por la corteza de la Tierra y por grietas, cavidades o discontinuidades complejas, por lo que su tránsito implica fracturas de roca y produce movimientos sísmicos.

A través de su sitio web, el Servicio Geológico Colombiano ha explicado que el volcán Nevado del Ruiz ha estado en erupción desde hace aproximadamente 10 años, con episodios menores cuyas afectaciones han estado relacionadas con la caída de ceniza en diferentes sitios dependiendo de la dirección del viento. El 24 de marzo de este año “la actividad sísmica del flanco sur empezó a incrementar de manera importante y el 29 de marzo se registró el mayor número de sismos diarios registrados desde que su actividad sísmica comenzó a monitorearse en 1985”, indica la entidad. Ante esa inestabilidad se cambió el nivel de riesgo de amarillo a naranja, lo que significa que una erupción mayor sea probable en días o semanas.

El 18 de abril la entidad informó que el volcán Nevado del Ruiz expulsó ceniza y la columna alcanzó los 1.800 metros. Se trató de una erupción menor que, al día siguiente se extendió hasta Anzoátegui (Tolima). El nivel de alerta se mantiene en naranja, “lo que indica que existe una mayor probabilidad de que en días o semanas haga una erupción mayor a las que ha hecho en los últimos diez años”, señaló.

De acuerdo con el docente Sánchez Aguilar, hay, adicionalmente, un aspecto relativamente reciente que científicamente genera expectativa. Se trata de una estructura denominada domo, una masa de rocas calientes ubicada en el fondo del cráter Arenas, que es el hoyo de la cima del Volcán. Este se emplazó allí entre el 2010 y el 2015. Aún continúa ahí y es monitoreado. La presencia de esta estructura, como él lo comenta, genera nuevos indicios de evaluación acerca del cambio de la actividad.


Actividad vulcanológica

¿A qué se puede dar la actividad actual del volcán? El Servicio Geológico Colombiano ha explicado que lo más factible es que se trate del desplazamiento del magma por uno de los principales sistemas de fallas de Colombia que es La Palestina, donde está la cadena volcánica del Parque Nacional Natural Los Nevados. “Se cree que una porción de magma está empujando desde la parte sur del volcán hacia el cráter”, señala.

La probabilidad de que se den erupciones regulares es baja, según el docente Sánchez Aguilar. No obstante, hay casos excepcionales como el del volcán Estrómboli, en Italia, que se ha caracterizado por llevar cientos de años en actividad eruptiva y que para ciertos eventos tiene una periodicidad. Los volcanes de la cordillera de los Andes, en Colombia, no presentan esas características.

“Si uno mira el registro geológico a largo plazo, y estoy hablando de varios miles de años, se nota que, en el caso del Nevado del Ruiz, por ejemplo, han ocurrido unas 14 erupciones explosivas muy grandes en los últimos 13000 años aproximadamente. A escala humana no podemos decir que cada 10, 15 o 20 años tenga una actividad superficial o una erupción de tal tipo, eso no es posible”, explica.

Hay casos relativos. José Fernando Duque Trujillo, director del área de Territorios y Ciudades de la Universidad Eafit, cuenta el caso del volcán Paricutín, en México; “el único que se ha visto nacer y morir”. Comenzó a surgir en 1943 y estuvo activo durante más de 40 años.

Ahora bien, las erupciones pueden ser de varios tamaños: pequeñas, moderadas, grandes y gigantes, que son las super erupciones, retoma el profesor Sánchez Aguilar. Las primeras son las que actualmente se registran, con ceniza que los vientos dispersan rápidamente. Y la magnitud de estas va avanzando con respecto, por ejemplo, a la columna de ceniza, a grandes distancias, de materiales. Incluso, comenta, alrededor del mundo en los registros geológicos de varios países hay evidencia de erupciones que han producido extinciones bióticas.

Lo que ocurrió el 13 de noviembre de 1985 fue un lahar, un torrente de ceniza, rocas volcánicas y agua. Es un evento peligroso que en ese entonces afectó los departamentos de Caldas y Tolima, y dejó unas 25000 víctimas. Si bien fueron graves afectaciones, la erupción que se dio en 1985, según el profesor Sánchez Aguilar fue moderada: “algunos procesos volcánicos son de largo alcance y, si la gente está expuesta, pueden causar calamidades”.


Conocimiento de la vulcanología en el país

Hasta 1984 el conocimiento sobre volcanes activos en Colombia era prácticamente nulo, y los estudios académicos eran escasos. “En un año tocó aprender, reaccionar y construir un mapa de amenaza (publicado en octubre de 1985), que es una tarea titánica”, dice el profesor Sánchez Aguilar. Desde entonces se fortalecieron las instituciones de monitoreo y las investigaciones científicas.

Para el docente, un ejemplo de los aprendizajes más certeros es la erupción mayor del volcán Nevado del Huila sucedida el 18 de abril de 2007, la cual, si bien causó afectaciones a la infraestructura, no dejó pérdidas humanas, lo que según él evidenció los avances en los planes de contingencia.

En 1985 apenas se estaba caracterizando y difundiendo el conocimiento de la amenaza, según Hugo Fernando Murcia Agudelo, doctor en Geología y profesor de la Universidad de Caldas: “el último mes antes de la erupción se logró transmitir lo que podría pasar, partiendo del hecho de que no existía un precedente de una erupción pequeña que causara un gran desastre”, dice y destaca que, en ese ese entonces no había precedente de erupción menor, y que a partir de esa fecha se ha avanzado en sistemas de monitoreo y alertas tempranas, así como en el mapa de amenaza volcánica

Gracias a eso y pese a que no es posible predecir la manera en cómo ocurriría una erupción, sí es factible tener pistas acerca de los sitios por donde descenderían los lahares. También, expresa que las caídas y expulsión de ceniza, como ya se ha dado, son indicadores para tener precauciones, que hay claridad sobre qué comunidades deben ser evacuadas y hay conocimiento de que las bases de los ríos representan una amenaza potencial, como lo es el Chinchiná.

Y es que, por los afluentes bajan los lahares, a cuyo avance puede contribuir las capas de hielo y nieve de los volcanes nevados, pero también por los ríos se puede dispersar el flujo piroclástico, que son rocas con polvo y ceniza, como lo explica el docente Duque Trujillo.

 

Mantenerse alerta

Otro motivo de inquietud es el volcán Cerro Bravo, acerca del cual quedan vestigios de erupciones del pasado que, según el docente Murcia Agudelo, pueden verse como capas de unos 30 cm en terrenos de construcción de obras en Manizales. Lo ha estudiado junto con otros investigadores, pues es importante conocer el entorno y el comportamiento, pues según él, para Manizales específicamente, ese sí representa una gran amenaza.

En ese sentido, llama la atención acerca de que es necesario continuar con la generación de conocimiento, puesto que alrededor de Manizales, dice, hay más de 20 volcanes que apenas se están reconociendo. De ahí que considera que la investigación y la divulgación científica es primordial.

La tarea debe hacerse de modo ininterrumpido, según los especialistas, sin embargo, no es sencilla. De acuerdo con el profesor Duque Trujillo, los volcanes son un enigma muy grande, porque son un sistema geológico muy complejo. Además, porque hay espacios donde los científicos no pueden acceder para estudiarlos, por lo que la volcanología se ha desarrollado a partir de información secundaria. Pone un símil: “Es como si un médico tratara de saber qué tan fuerte fue la fiebre o la varicela a través de una cicatriz que se generó hace años”.

El docente Duque Trujillo también llama la atención acerca del volcán Cerro Machín. Manifiesta que es muy peligroso por el tipo de erupciones que ha hecho en su historia que, asegura, “han sido mucho más explosivas que las que ha hecho el resto de los volcanes que están en esa zona”.

El académico explica que los volcanes que han tenido mucha actividad en su historia tienden a ser más altos que los que están inactivos hace mucho tiempo, porque las mismas erupciones y erosión los han ido reduciendo.

El Servicio Geológico Colombiano realiza monitoreo periódico de otros sistemas de volcanes formados en la Cordillera Central de Colombia, como cadena volcánica de los Coconucos, una agrupación de 16 volcanes entre los que están Puracé (en Cauca) y Pan de Azúcar (en Huila) o el complejo volcánico Doña Juana, cuya última erupción fue en 1906.

Su mensaje final: “Es importante que la gente sepa que estamos ante una situación que ocurre y que ha ocurrido durante toda la vida del planeta, solo que a nosotros nos toca prácticamente una o dos veces en nuestras generaciones. Se nos hace muy extraño, pero es normal”. La recomendación que hace, en todo caso, es estar pendientes de la información generada por el Servicio Geológico Colombiano.

(FIN/KGG)

24 de abril de 2023