Escudo de la República de Colombia
A- A A+
A pesar de su apariencia, los alimentos feos tienen el mismo sabor y nutrientes que los demás. Foto cortesía: Fundación Banco de Alimentos Arquidiócesis de Medellín.

En este mundo que muere de hambre, pero bota comida, hasta los alimentos como frutas, verduras y hortalizas son víctimas de estándares estéticos. Una papa con un ‘cachito’, una zanahoria de ‘dos patas’ y cualquier otro producto agrícola que no sea agradable a la vista o que tenga algún imperfecto, es considerado de segunda o de tercera categoría, esto representa una dificultad para su venta, por no cumplir los estándares comerciales.

El menosprecio por la ugly food o comida fea, sumado a factores como las plagas, el cambio climático, el mal estado y la falta de vías, entre otros, contribuyen al incremento de la problemática global de pérdida y desperdicio de alimentos para el consumo humano.

Cuando se habla de pérdida, se refiere a los alimentos que se dañan en las etapas de producción agropecuaria, poscosecha, almacenamiento y procesamiento industrial. Mientras que, los desperdicios, son los alimentos que están en las etapas de distribución y retail (que están sobre las fechas de vencimiento o que su empaque no está en condiciones adecuadas), y durante su consumo, de acuerdo con el Departamento de Planeación Nacional, DNP.

En estas fases los alimentos se cultivan, cosechan, seleccionan, envasan, transportan, distribuyen, comercializan, adquieren y se preparan para terminar en la basura. Según el DNP, el mayor desperdicio ocurre en la etapa de producción agropecuaria, donde se desechan el 40,5% de los alimentos producidos, (3,95 millones toneladas de las 9,76 que se pierden cada año).


Mientras que 308 niños menores de cinco años murieron en Colombia por desnutrición durante el 2022, el 34% de los alimentos producidos ese año (cerca de 9,76 millones de toneladas) fueron a parar a la basura. De estos alimentos, el 62% correspondía a frutas y verduras (6,1 millones de toneladas) y el 25% a raíces y tubérculos (2,4 millones de toneladas). Las cerca de 9,76 millones de toneladas de comida desperdiciada en el país, pudieron ser distribuidas en 196 kilos de comida por persona, según datos de la Gerencia de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Antioquia, también llamada MANA.

“Este tema de los alimentos estéticamente no aceptados constituye un foco grande en la pérdida y desperdicio porque no cumplen ciertos estándares, son muy pequeños o tienen formas extrañas. Estos se desechan principalmente en las fases de producción agrícola, sabemos que estos procesos de selección de alimentos dejan muchos por fuera por sus formas o cualidades estéticas, hay que hacer todo lo posible para que esto no ocurra. Aunque un alimento agrícola sea considerado estéticamente inadecuado, este sigue siendo apto para el consumo y no hay razón para botarlo, pues pueden ser consumidos sin ningún tipo de inconveniente”, señala Juan David Correa Toro, especialista en Desarrollo de Software, de la UNAL Sede Medellín, y cofundador de la plataforma EatCloud, que usa inteligencia artificial para conectar a restaurantes, cafeterías, hoteles, entre otros, con bancos de alimentos y fundaciones.

El ingeniero administrativo Correa Toro, agrega que, a los alimentos feos, se suman los que tienen riesgo de ser desperdiciados por daños en los empaques como rasgaduras en la etiqueta, manchas, “o algo que para la comercialización no esté correcto, estéticamente son adecuados, pero no para las normas de los comercializadores”.

En Antioquia, según estimaciones de MANA, la pérdida de alimentos en todos los eslabones de la cadena es de aproximadamente 1,3 millones toneladas al año. Por su parte, la Fundación Banco de Alimentos Arquidiócesis de Medellín, advierte que en el departamento hay una población cercana a los 2 millones de personas (600 mil en Medellín), con inseguridad alimentaria, es decir, que no tiene acceso o no puede comprar suficientes alimentos o suficientes alimentos nutritivos. En la capital, una de cada cinco personas, no come las tres comidas al día.


Alimentos ignorados, despensa para los necesitados

Para la Fundación Banco de Alimentos Arquidiócesis de Medellín, cuya misión es recuperar alimentos que, por forma, tamaño, empaque o fechas próximas de vencimiento y otras razones no se pueden comercializar, entregarlos a poblaciones vulnerables de Antioquia, especialmente del Valle de Aburrá, es fundamental “no hay frutas, hortalizas, ni comida fea, simplemente hace falta tener una mirada diferente sobre ellas. Cuando alguien tiene hambre, cualquier alimento en buenas condiciones que se entregue de una manera digna y amorosa es útil”.

El director ejecutivo Javier Humberto Ramírez Vergara, comenta que, “en el comercio, los productos considerados de primera son los que más se mueven, los de segunda y tercera categoría se quedan disponibles hasta el final. Cuando hay algarabías de precio o hay escasez, las feas y las bonitas sirven; pero cuando hay abundancia en la producción, ahí es donde empieza a darse con potencia el recaudo de estos excedentes del sector agropecuario”.

Sin embargo, ante la escasez de algunos alimentos durante la pandemia en Colombia, las frutas y verduras en cualquier condición se vendían, lo que favoreció la comercialización de alimentos feos, situación que prevalece. Sin embargo, esto afectó considerablemente las donaciones para los bancos de alimentos y fundaciones.

“Se empiezan a vender alimentos feos o de segunda mano. Esto se volvió un tema comercial importante, al punto en que hoy ya no nos donan esas frutas y verduras, sino que se comercializan normalmente. Para nosotros ha sido extraño que alimentos que no tenían su valor comercial a tope, hoy día se estén vendiendo al mismo precio que los de primera categoría. Tenemos un proyecto para no entregar el alimento feo, sino picado en julianas en bolsas, cuando empezamos los adquiríamos a precios inferiores o los recibíamos por donación, ahora por el valor en que los venden esto se ha vuelto insostenible para hacerlo de manera asistencialista con un aporte solidario”.

Ramírez Vergara agrega que, pese a que esta situación es un indicador que las personas están consumiendo más frutas y verduras sin importar si está “feíta o no, lo cual es positivo, porque pasamos de consumir al día 40 gramos de frutas y verduras a 100 gramos”, los campesinos o productores manifiestan que en ocasiones nadie quiere comprar la fruta de tercera, lo que les genera considerables pérdidas.

“Aun teniendo estos aumentos, hay algo que impide el consumo completo de estos productos y es el costo de los mismos, por lo que quien está comercializando o vendiendo necesariamente tiene que desperdiciar algo. Los campesinos afirman que con la comercialización completa de esas frutas y hortalizas feas que se clasifican como terceros, podrán ajustar para pagar la labranza, abono y semillas. Con las donaciones que recibimos en dinero, nos desplazamos hasta las zonas para comprar esos alimentos que no se fueron para comercio”.


Altos precios y estándares de calidad = bajo consumo

El líder de la línea de Recolección de Alimentos de la Fundación Saciar, Mateo Acevedo Muñoz, enfatiza que otro factor que contribuye al desperdicio y pérdida de alimentos feos en el país, son los estándares de calidad.

“Los estándares de calidad para el campesino son muy altos, esto suma a la pérdida y promociona el desperdicio de alimentos directamente con la fuente primaria. El campesino redujo de su producción, para tener más cuidado en la estética y en la cantidad del producto. Sin embargo, sufren angustia por este tema, pues si a un cultivo de repollo, por ejemplo, lo picó una plaga en las primeras hojas, este ya no alcanza a cumplir con los estándares de calidad”.

La anterior, es una de las razones, enfatiza Mateo Acevedo, por la que el campo colombiano se volvió un monocultivo. “Somos uno de los departamentos más ricos en diversidad de pisos térmicos, pero como el pequeño productor busca tener ganancia sin pérdida, desplaza en sus cultivos una diversidad de productos. La variedad está escaseando y los productos en monocultivo están presentando una alta tasa de malformación por la aceleración con químicos, o se cosechan productos que no son tan gustosos”.


No discrimine a los feos

Aunque gracias a iniciativas como EatCloud y el trabajo de los bancos de alimentos y fundaciones como la de la Arquidiócesis de Medellín y Saciar se evita la perdida y desperdicio de millones de toneladas de alimentos en Antioquia al año, el hambre sigue siendo un problema grave.

Al momento de adquirir un producto agropecuario, los expertos invitan a revisar que esté fresco y en buen estado, sin importar aquellas ‘imperfecciones físicas’. Además, de hacer las compras de manera objetiva, de acuerdo a lo que se va consumir, pues esto evita desperdicios, al igual que adquirir prácticas culinarias que permita el uso de cáscaras y otros sobrantes que son considerados desperdicios.

Al respecto, también se hacen necesarias políticas públicas que beneficien a los pequeños productores y combatan de manera directa en las distintas etapas de la cadena de producción, la pérdida y desperdicio de frutas, hortalizas, verduras y demás alimentos que no cumplen con los requisitos para su comercialización

De acuerdo con MANA, las pérdidas de alimentos no sólo generan deterioro del hábitat, sino que representan un lastre al desarrollo y calidad de vida de la población, así como una pérdida de oportunidad para alimentar a quienes carecen de suficientes alimentos para vivir.

(FIN/JRDP)

14 de agosto de 2023