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Uno de los casos más polémicos es el de la nadadora Lía Thomas, primera mujer transgénero en ganar un campeonato en EE.UU. de la División I. Foto: cortesía.

 

Durante el 2023, las federaciones mundiales de atletismo y natación prohibieron a las mujeres transgénero (que hayan realizado su proceso de transición después de los 12 años de edad), la participación en los torneos de categoría femenina. Por su parte, la Federación Internacional de Ajedrez, anunció que “las mujeres transgénero no podrán competir en eventos oficiales hasta que no se realicen análisis más detallados”. Estas decisiones generan debates sobre la necesidad de regulaciones especiales en los deportes en materia de diversidad y género, que consideren asuntos que van desde los derechos humanos y la interacción social, hasta temas médicos y psicológicos.Uno de los principales argumentos de estas medidas tomadas, es la ventaja hormonal que podrían tener las atletas mujeres transgénero sobre las mujeres biológicas, debido a que, generalmente, en los cuerpos de hombres biológicos hay una mayor producción de testosterona, hormona encargada de la fuerza y otros atributos característicos masculinos.

Las mujeres transgénero nacieron siendo hombres, cuya identidad de género no correspondía al sexo biológico o de nacimiento. Por esta razón, realizan la transición de género, que se acompaña de tratamientos médicos, hormonales, orientación psicológica, y de acuerdo a la decisión de la persona, de cirugías para feminizar el cuerpo, una de ellas, la reasignación del sexo. Mientras que los hombres transgénero, nacieron siendo mujeres e hicieron su transición a hombre de una manera similar. 
Hormonas en la competencia

La profesora María Elvia Domínguez Blanco, asociada al Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia Bogotá, señala que, “el tratamiento hormonal es un derecho, al igual que el tratamiento psicológico, acompañado de una evaluación genética”. “En realidad con los hombres transgénero no hay unas medidas que le impidan la competencia deportiva como tal, porque digamos hay una etapa en la adolescencia a partir de los 12 años, donde el hombre llega a un punto de testosterona donde se desarrollan ciertas facultades en ellos como las físicas y antropométricas, lo que más se ha estudiado es la fuerza. De acuerdo a eso, allí es donde se ve la diferencia en las competencias en las cuales están las mujeres cisgénero, que es una mujer que nació mujer y lo sigue siendo mujer, y las mujeres transgénero”, señala la médica y especialista en actividad física y deporte, Vanessa Muñoz Gallego. La funcionaria del Ministerio del Deporte, explica que, por esta razón, desde el 2003, el Comité Olímpico Internacional ha entregado una serie de directrices al respecto.  En ese entonces fue la primera vez que se abordó para tratar de incluir a los atletas transgénero en las competencias. “Se llegó a un consenso para que compitieran si tenían un procedimiento quirúrgico de reasignación de sexo, el reconocimiento legal de la transición de género, y que se hubieran sometido un tratamiento con terapia de reemplazo hormonal, para reducir las ventajas en el deporte durante dos años después de haber hecho transición quirúrgica conocida como la gonadectomía”.Posteriormente, en el 2015, se levantaron las restricciones, las mujeres transgénero podían competir sin necesidad de reasignación de sexo, con la condición de que hubieran tenido una declaración del género actual y que no modificaran esa declaración por motivos deportivos durante cuatro años. “Allí fue cuando se habló por primera vez de los niveles de testosterona, que estos estuvieran durante 12 meses previos a la competencia por debajo de 10 nmol/l. Sin embargo, hay estudios que, aunque no se han hecho en atletas, se han hecho en mujeres transgénero que han demostrado que a pesar del uso de terapia de reemplazo hormonal hasta por 8 años, y con niveles de testosterona menores a 10 nmol/l, ya habían ciertas condiciones que se habían adquirido, que les permitía una ventaja con respecto a las mujeres cisgénero, así tuvieran terapia de reemplazo hormonal”, relata la deportóloga Vanessa Muñoz. Luego de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, los últimos realizados y donde más personas de la comunidad LGBTIQ+ han participado, con tres atletas mujeres transgénero; el comité Olímpico internacional realizó nuevamente una declaración en 2021. “Allí elimina a las atletas la solicitud de reducir los niveles de testosterona para competir, y deja en manos de cada federación la responsabilidad de avalar o no la participación de mujeres transgénero”, agrega Vanessa. Para cumplir las nuevas condiciones de las Federación Mundial de Atletismo, una mujer transgénero debe realizar una declaración escrita y firmada de su identidad de género afirmando que sea femenina y no haber experimentado una pubertad masculina después de los 12 años, “o sea que debían empezar una transición a una etapa muy temprana, desde la niñez, y que desde la pubertad debieron haber mantenido de manera continua niveles de testosterona menores a 2.5 nmol/l, y deben continuar así en todo momento”, añade la médica y deportóloga.  Sin embargo, la terapia hormonal para someterse a la transición de género tiene sus desventajas y complicaciones para las deportistas, de acuerdo con la investigadora Elvia Domínguez.“Algunas presentan complicaciones adicionales, en ocasiones no logran adecuar su imagen corporal a los cambios físicos, hay disminución de la serotonina, de los neurotransmisores, hay un cambio corporal por lo que tiene que someterse a una readecuación de la imagen. Con una mayor cantidad de estrógenos van a perder musculatura, fuerza, y se generan otros caminos fisiológicos, cuando la testosterona disminuye obviamente afecta la capacidad física. Desde el punto de vista psicológico hablamos de cuerpos estrogenados, femenino o masculino es una categoría social, cuerpos estrogenados”, afirma la coautora del capítulo del libro Primeras cirugías de cambio de sexo en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá entre 1969 y 1974. Durante los años 30, se popularizaron los exámenes hormonales a atletas afroamericanas, debido a su alto rendimiento relacionado con una mayor presencia de testosterona; lo que se consideró racista y discriminatorio pues esto era producto de una función biológica normal del cuerpo humano y distinta en todos los organismos. Esto se ha presentado desde entonces en diversas competencias deportivas en el área femenina, sin embargo, la revisión es poco común en las categorías masculinas.Con respecto a este asunto, la doctora en educación Elvia Domínguez, destaca que los exámenes hormonales para mujeres biológicas en el ámbito deportivo también discriminatorios. “Es injusto, si soy mujer biológica y tengo alta testosterona, desde que eso no afecte mi ciclo reproductivo me da una ventaja, más resistencia, eso no es un delito, es obra de la genética”.


Más allá de la capacidad física

La prohibición de la participación de las mujeres transgénero en competencias deportivas femeninas que no requieren de contacto físico o fuerza, y que por ende no representarían ninguna ventaja o desventaja física como el ajedrez; abrió paso a discusiones que trascienden temas médicos, psicológicos y hormonales y ponen la lupa en la discriminación y el machismo en el contexto deportivo, donde se cuestiona y se ha cuestionado por años otras habilidades de las mujeres biológicas para competir en esta clase de justas, como la motricidad fina, que nada tienen que ver con la fuerza o resistencia física.En el billar, considerado un deporte de precisión, una de las principales exponentes en la categoría femenina nacional e internacional, y quien ha sido la latinoamericana mejor posicionada en el ranking mundial en este deporte, es una mujer natural no biológica. Nació siendo hombre y realizó su proceso de transición hace 10 años.   En sus más de 7 años de trayectoria como deportista profesional, se ha enfrentado a diversos obstáculos por ser una mujer natural no biológica. La deportista comenta que se prepara para participar en los próximos días de una competencia por fuera del país, “tuve que realizarme exámenes de laboratorio para demostrar que mis niveles de testosterona y estrógenos estuvieran dentro de los estándares permitidos”. Además, menciona que ha tenido inconvenientes para su participación en los Juegos Nacionales. “No miran quien soy sino quien fui. Todo lo he ganado a pulso, porque lo que hago con disciplina, no porque tenga una vagina o un pene. Si fuera realmente cierto que por haber sido hombre alguna vez tengo una ventaja en este deporte, habría ganado todos los torneos en los que he participado. Este juego es de mucha estrategia, constancia y dedicación.”, expresó ella. Sobre los estigmas y discriminación entorno a la transgeneridad, señala que, “acostumbrarnos a prejuzgar desde el desconocimiento, esto hace que haya un abismo entre la realidad que deberíamos vivir y la realidad que vivimos. Este temor impide comprender que las personas tenemos un derecho existencial que nos da la constitución, pero nos catalogan por el pene o la vagina. Entre el blanco y el negro hay grises, y todos tenemos un lugar dentro del continuo sexual, hasta las personas asexuadas, que son aquellas que no tienen genitales”, comenta la billarista. Ante la pregunta si la testosterona también influye en el desempeño en esta clase de deportes, la deportóloga Vanessa Muñoz afirma, que, “se pensaría que no tiene ninguna influencia. Sin embargo, también hay que tener en cuenta las opiniones de los deportistas cisgénero y esto depende de lo que digan las federaciones de acuerdo a la caracterización de cada deporte y si esto puede generar ventajas o no”.Sumado a los reglamentos y exámenes, también entra en el debate el uso de espacios como baños y camerinos por parte de las deportistas transgénero que no han terminado su transición o aún no han realizado la cirugía de reasignación de sexo. Algunas han denunciado dificultades para acceder a estos lugares destinados para mujeres. “Todo esto tiene una relación con los genitales externos, la sociedad no se pone de acuerdo, ¿son los niveles de hormonas los que incomodan, o finalmente es la apariencia física la que incomoda?”, plantea la profesora Domínguez. En materia de legislación, la investigadora señala que, para el caso de Colombia, “existe el cambio del nombre y género en el registro civil; para que se pueda incluir femenino, masculino y otro, de acuerdo a la descripción identitaria de las personas. Que en este documento se reconozca una tercera identidad abre paso al respeto por la diversidad”.  Mientras se encuentran soluciones a estas prohibiciones, distintos sectores del ámbito deportivo y social continúan el debate sobre si estas medidas son discriminatorias y van más allá de reglas para practicar algún deporte, a temas de derechos humanos. 

(FIN/JRD) 

11 de septiembre de 2023