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Recientemente se anunció la publicación en 2024 de la novela póstuma En agosto nos vemos del fallecido escritor Gabriel García Márquez, sobre la cual no se han dado detalles. Pese a eso y dada la relevancia de la obra del Nobel colombiano, académicos analizan lo que puede significar este hecho en la literatura.

El libro lo publicará Penguin Random House en países de habla hispana, excepto en México, donde será publicado por la editorial Planeta. Foto del Centro Gabo, tomada de goo.su/NxHV.

“Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las dos de la tarde. Llevaba una camisa de cuadros escoceses, pantalones de vaquero, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso y, como único equipaje, un maletín de playa. En la fila de taxis del muelle fue directo a un modelo antiguo carcomido por el salitre. El chofer la recibió con un saludo de antiguo conocido y la llevó dando tumbos a través del pueblo indigente, con casas de bahareque y techos de palma, y calles de arenas blancas frente a un mar ardiente”.

Así comienza En agosto nos vemos, la novela póstuma de Gabriel García Márquez —o Gabo— que cuenta la historia de Ana Magdalena Bach, quien cada agosto durante 28 años va a la isla donde está la tumba de su madre y en estas visitas aprovecha para transformarse en una persona diferente.

La obra estaba entre los archivos personales del escritor que custodia el Harry Ransom Center, en la Universidad de Texas, y su familia decidió sacarla del anonimato. De hecho, el prólogo es escrito por Gonzalo y Rodrigo García Barcha, hijos del escritor, según quienes este libro fue el último esfuerzo de su padre por seguir creando.

¿Publicar o no obras póstumas?

Para Iván Vicente Padilla Cashing, profesor del Departamento de Literatura de la UNAL Bogotá, la publicación es importante dado que podría representar un aporte para explicar cambios de perspectivas en la obra de Gabriel García Márquez y plantear preguntas distintas frente a los problemas y la historia colombiana. “Hay personas que, por pudor, por respeto al autor, a su memoria y todas esas cosas, no están de acuerdo”, menciona. No obstante, llama la atención acerca de lo común que se “rescaten” textos en los estudios literarios.

Con él concuerda Danny Jean Paul Mejía Holguín, docente del pregrado en Literatura de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) y coordinador del Semillero de Investigación Aquenarre, para quien este es un ejercicio más de la literatura y considera que, para los lectores y estudiosos del tema, es un texto esperado en el contexto de la melancolía, de la avidez por leer a un autor que, si bien murió, “dejó un regalito ahí en espera”.

Con la decisión de publicar obras inéditas también se vienen cuestionamientos, así como lo hace Félix Antonio Gallego Duque, coordinador del Doctorado en Literatura de la Universidad de Antioquia y docente de la misma institución, quien considera primordial tener en cuenta el rol de los herederos, en este caso, y la intención frente a la publicación que se hace en el marco de su natalicio, el 6 de marzo del 2024, fecha en la que García Márquez cumpliría 97 años.

Para el profesor de la Universidad de Antioquia, tanto la gestión de los herederos como el propósito de esa labor para promover la publicación pueden convertirse en facilitadores o en obstáculo para acceder al legado literario y a los archivos, material valioso para los investigadores y críticos en la tarea continua de la búsqueda por comprender las obras: “Aunque suene polémico, hay unos intereses económicos. De alguna manera se tiene que mediar con la ética frente a qué tanto podemos conocer unos documentos privados e inéditos que tal vez los autores en vida no quisieron publicar. Ahí nos falta ser muy conscientes frente al legado de los escritores”.

“Gabo” es visto de forma casi excepcional, como una persona que crea belleza con sus palabras, afirma el profesor del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de Los Andes Hugo Hernán Ramírez Sierra, lo que crea expectativas sobre una obra inédita cobijada por el “manto” creado en nuestro contexto y alrededor de la obra de Gabriel García Márquez que genera la percepción o la imagen del autor “como una figura un poco romántica, por decirlo de alguna manera”. El académico añade que la espera se convierte en una campaña publicitaria, lo cual también es parte de la producción literaria, estrategia que, como cuenta, fue utilizada por el autor con el lanzamiento de Cien años de soledad.

El desafío de editar

La obra de Gabo tuvo varios momentos: el Premio Nobel, su versión posterior a eso y el autoexilio. Escribió cuentos, novelas, guiones de teatro y en todas fue exitoso, refiere el profesor Mejía Holguín. Destaca que el escritor nunca se alejó de Macondo, motivo por el que la edición debería ser extremadamente cercana tanto a él como persona como a su trabajo. Asimismo, se respeten las diferentes versiones en la medida en que “lo bonito de que salga esta obra es que los lectores puedan aproximarse a ella para elegir, no para criticar, para decidir, por ejemplo, cuál final hubiese deseado más Gabo. Creemos que lo conocemos a través de las letras porque lo hemos leído, pero sería muy valioso, incluso, que nos permitan leer sus notas y lo que él proponía”.

Aunque hay prevenciones, las publicaciones póstumas no necesariamente pierden calidad y eso es claro para el docente Mejía Holguín, quien pone como ejemplo la novela póstuma de Marvel Moreno El tiempo de las amazonas —publicada 25 años después de fallecida la autora—, la cual califica como fantástica y un “ejercicio limpio, sin edición”.

Por otro lado, Padilla Cashing llama la atención precisamente sobre el reto de ser lo más fiel posible al manuscrito “y a la última voluntad del autor”. Se refiere también a la manera en la que está concebido el libro, pues la información existente es que el texto original está compuesto por varias historias autoconclusivas y con varias versiones de sus finales: “Lo más importante tiene que ser asumir una serie de responsabilidades y darle al lector información sobre el estado del manuscrito”. Lo afirma porque, si bien Gabriel García Márquez es un autor comercial, “nos acostumbró a una gran calidad literaria”.

El amor, la feminidad y el placer erótico

En agosto nos vemos es “una exploración de la feminidad, la sexualidad y el deseo, absolutamente cautivadora y moderna. Un magnífico broche de oro al legado del autor”, considera Maribel Luque, directora de la Agencia Balcells, según la cita El Colombiano en una nota publicada en octubre pasado. Sin embargo, no es extraño que García Márquez convierta a un personaje femenino en protagonista, lo que es recurrente e importante en las obras del autor, en lo cual coinciden los académicos. A Padilla Cashing, por ejemplo, no le resulta novedoso el hecho de que en la obra del Nobel de Literatura colombiano las mujeres estén dispuestas “a reivindicar su corporalidad”, pues estos personajes son caracterizados, como él lo dice, por ser de armas tomar. Pilar Ternera o Remedios, en Cien años de soledad, son algunos ejemplos que expone.

Gabo fue un hedonista, al menos en sus obras, de acuerdo con Mejía Holguín. En la obra del autor, refiere, está presente el tema del placer por la comida y por la sexualidad. En este último caso reconoce que Colombia es un país tradicional al que ese asunto aún le cuenta, añade, “pero la sensualidad en los libros de Gabo es única. Más allá de verlo como un hito, si esta es la promesa de la novela, significa volver al original, al que nos hizo soñar con bellas durmientes, con rastros de sangre en la nieve”.

¿Qué se puede esperar?

Padilla Cashing menciona que el autor expresó en vida su miedo a tornarse repetitivo. Entonces conocer cómo se reconfigura el García Márquez conocido, si hay algo distinto para leer o si hubo intención de desprenderse del realismo mágico, considera, genera expectativa, pues se trata del escritor colombiano más representativo “que hemos integrado en nuestro imaginario”.

Los textos inéditos que, seguramente, comiencen a ser publicados tienen el valor de archivo para rescatar, por ejemplo, correspondencias o datos preliminares, que son una manera de ver del autor, “y uno tiene que reconocer eso”, plantea Ramírez Sierra. Una novela nueva, dice, “crea belleza, pero pierde de vista la materialidad de la escritura como proceso”.

Hay quienes ven en la publicación póstuma una acción más optimista. Es el caso del profesor Mejía Holguín, quien advierte que es común que se hable de El Quijote, pero que no se lea, igual puede ocurrir con Gabo. Lo que puede esperarse de esta obra póstuma, para el autor, es un aporte para la renovación de su obra y sus lectores. Además, teniendo en cuenta que el autor fue una figura importante del Boom Latinoamericano “y eso a los colombianos nos dio una perspectiva distinta de la literatura”.

En agosto nos vemos es un libro que “no puede ser valorado en la misma dimensión de las que el autor de manera consciente quiso dar a conocer al público lector y que no podemos poner a la altura de sus grandes obras maestras”, llama la atención Gallego Duque. Sin embargo, considera, “indudablemente que haya una obra del Nobel colombiano, que se puedan explorar otras posibilidades de lectura frente a ese corpus tan amplio que él ya nos ofreció, de todas maneras puede aportar nuevos elementos, incluso otros vínculos con obras anteriores. Queda la expectativa, pero yo creo que también debemos ser prudentes frente a cómo vamos a valorar esta obra para la posteridad”.

El libro En agosto nos vemos saldrá a la venta el próximo año en versiones física, electrónica y audiolibro, “y en las principales lenguas del mundo”, informó Penguin Random House.

(FIN/KGG)

4 de diciembre de 2023