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Los destinos rurales y naturales, algunos en lugares sin infraestructura y experiencia para recibir altos volúmenes de foráneos, son cada vez los más recomendados y promocionados en redes sociales, aumentando el interés de más personas por visitarlos. Sin embargo, la industria del turismo debe aprender de experiencias anteriores para evitar errores e inconvenientes, sobre todo, relacionados con la capacidad de carga. En el buen desempeño de la actividad turística inciden distintos actores con responsabilidades compartidas. Analistas explican.

 

En la vía Manizales (Caldas) - Murillo (Tolima) colapsó la movilidad dado el alto flujo de visitantes que buscaron ingresar al municipio. Foto de la Gobernación del Tolima.

 

Ubicado en un ecosistema de páramo, con aguas termales y paisajes en los que se funde el verde con el azul, está Murillo (Tolima), un destino que llama la atención y ha tomado auge entre los lugares recomendados. Durante los días de Semana Santa a ese municipio intentó entrar una cantidad no habitual de visitantes que generó congestión vehicular en la vía desde Manizales.

No fue, sin embargo, el único inconveniente. Miguel Bermúdez, director operativo de Tránsito de Murillo, en su momento, llamó la atención por el comportamiento de los turistas: “es lamentable la falta de conciencia de algunos visitantes. Dejan pañales, residuos y hasta hacen paseos de olla en una zona donde no está permitido hacer este tipo de actividades”, dijo a través de un comunicado de la Alcaldía municipal.

Adicionalmente, mencionó que la administración municipal trabajaría en la gestión del riesgo, en aumentar la presencia de policías en la vía y en la sensibilización a turistas para que no arrojen basuras, no se bajen de los carros en sitios no permitidos, “no abracen frailejones”, ni dañen el ecosistema.

Auge del turismo rural

Para Elkin Argiro Muñoz Arroyave, profesor de la Escuela de Planeación Urbana Regional de la Facultad de Arquitectura de la UNAL Medellín, el auge del turismo tiene varias razones que lo favorecen, entre ellas la imagen del país a nivel internacional después del Acuerdo de Paz, teniendo en cuenta que la violencia de las décadas del 80 y el 90 fueron limitantes. Con esto, nuevos territorios se abrieron a la actividad turística, sobre todo de naturaleza en zonas a las que antes no era fácil acceder.

Beatriz Bedoya Velásquez, jefe de la Maestría en Dirección estratégica para el Turismo de la Universidad EAFIT, expone que el turismo rural no es incipiente en el país, sino que aumentó su demanda después de la pandemia por Covid-19.

El ecoturismo, categoría en la que se engloba el turismo rural o de naturaleza, surge como necesidad de personas que se ven asediadas por el tradicional de sol y playa, que se ha venido masificando, de acuerdo con Carolina Marcela Perlaza Lopera, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Medellín, quien indica además que "desde gobiernos anteriores se ha empezado a tener la percepción del turismo como una locomotora del desarrollo económico del país", dice la académica.

La premisa para ella, sin embargo, no debe impulsar a que el turismo se haga de cualquier forma. Lo menciona, porque considera que, si bien es cierto que los visitantes buscan actividades más tranquilas, eso no quiere decir que los servicios o los sitios de interés sean precarios.

Por otro lado, comenta que ciertamente el turismo rural puede ser incluso más costoso, dado que el acceso a algunas zonas de interés puede ser complejo por estar alejadas de las urbes o municipios principales.

Planear para controlar y la necesidad de establecer límites

En Colombia, el turismo es considerado como una actividad beneficiosa para el desarrollo del país y la generación de ingresos. Bajo esa perspectiva, la institucionalidad lo ha impulsado y promocionado tanto a nivel nacional como internacional, además ha creado competencias para atender la demanda, según Muñoz Arroyave.

“El problema es que no es tan clara la regulación de la actividad turística, allí hay un reto. También en construir una institucionalidad con una intención y reputación más fuerte: no pensar simplemente en el componente económico, porque normalmente son los locales los que reciben las consecuencias negativas en los territorios”, afirma.

Con el turismo rural, apenas se está entendiendo que hay oportunidades, pero también complejidades por abordar y pensar para no afectar la vida de quienes habitan los territorios rurales que se han transformado en atractivos turísticos, según Bedoya Velásquez.

Para ella, no se trata de “poner en una cajita de cristal para que la gente mire”, porque los turistas tienen expectativas de involucrarse, de ser parte activa, de tener unas experiencias diferentes de conexión y cocreación. En ese sentido, considera fundamental planear, organizar, capacitar a las comunidades y analizar cómo resolver.

Para evitar que la situación se desborde o empiecen a generarse problemas en los destinos hay que establecer estrategias rápidas de acción y, en opinión de la analista, en ello la gobernanza tiene un rol preponderante: “Cuando los sitios naturales están cobijados bajo esa sombrilla, así mil personas quieran entrar, si hay organización y operación clara desde el inicio, no van a poderlo hacer”.

Pone como ejemplo a Machu Picchu, en Perú, donde en algún momento la demanda se desbordó, por lo que el país debió realizar un ejercicio de planeación y control y estipular la entrada limitada de personas al día. La solución, indica la profesora, no es cerrar, sino establecer visitas escalonadas en horarios establecidos. “El control de acceso a los espacios naturales con capacidad de carga limitada no es una cosa que nos tengamos que inventar aquí en Colombia, eso ya está inventado”, afirma.

Otro asunto sobre el que llama la atención es que, si bien en Colombia se deben madurar leyes y normativas de turismo, “hay que garantizar que se le pongan dientes a esas políticas y regulaciones. Si tenemos un aparato que es la Policía de Turismo, pues debe estar empoderada para ejecutar las penalidades que sean necesarias”.

Acerca de esa figura, el docente Muñoz Arroyave considera que hace falta reevaluar el rol, dado que, en su opinión, la labor está más enfocada en proteger la seguridad de los visitantes que la integridad de los destinos y los entornos naturales de interés turístico.

Para hacer mejor planeación y control, es necesario hacer clasificación de turistas, a fin de conocer sus intereses, de acuerdo con Perlaza Lopera. Esta medida es para ella de gran pertinencia, en la medida que “se puede ver cómo a partir del turismo generar educación para la conservación de los recursos naturales y las tradiciones culturales de las comunidades y sus formas de vida”.

¿Turismo cómo? Con corresponsabilidad

En primera medida, el deber de los turistas es ser responsables, pero el de la institucionalidad es ponerles límites, de acuerdo con Muñoz Arroyave. Establecer restricciones es fundamental, sobre todo cuando se trata de turismo rural y de naturaleza, como el que está tomando auge actualmente en el país. Los prestadores de servicios turísticos también tienen responsabilidad.

El docente llama la atención acerca de que la Ley sí permite cobrar impuestos por el ingreso a los sitios para hacer más sostenibles los espacios. No obstante, no se suele usar como control de turistas sino como forma de obtener ingresos para el destino turístico.

Las corresponsabilidades deben ser tanto de visitantes como de la comunidad que habita los sitios de interés y que los opera turísticamente, en la opinión de la profesora Bedoya Velásquez. Para ella, quienes habitan estas zonas deben convertirse en guardianes empoderados que contribuyan a sensibilizar a los turistas para proteger el territorio.

Por su parte, la docente Perlaza Lopera considera que el marketing tiene también un deber: ser responsable con las maneras de dar a conocer o recomendar los destinos turísticos, propendiendo por la sustentabilidad para no generar inconvenientes como los que se registraron durante la Semana Santa en Murillo. El rol debe apuntarle, según ella, a educar.

(FIN/KGG)

29 de abril de 2024