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 La contaminación del aire en Colombia, especialmente en regiones como el Valle de Aburrá, representa un desafío de larga data, al ser producto de una compleja combinación entre factores geográficos, cambio climático y actividades humanas. A pesar de los esfuerzos a corto y mediano plazo para mitigar las contingencias, la mala calidad del aire persiste en algunos periodos y exige respuestas integrales que trasciendan con los años. Ante esta situación, las autoridades trabajan en ajustes normativos, monitoreo constante, planes de prevención y promoción de tecnologías limpias, entre otras alternativas, en la búsqueda por revertir esta tendencia y garantizar un aire apto para ser respirado por las futuras generaciones.

 

En el Valle de Aburrá la emisión de material PM2.5 proviene un 96% de fuentes móviles y un 4% de fuentes fijas, según el Área Metropolitana. Foto cortesía del Área Metropolitana

 

Medellín, Itagüí, Sabaneta, Bogotá y Soacha son las ciudades que, durante el 2024, han superado los límites permitidos de material particulado PM10 y PM2.5, según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) recolectados en las 203 estaciones de monitoreo de calidad del aire, distribuidas en 20 departamentos como Antioquia, Cundinamarca, Valle del Cauca, Cesar, Magdalena, La Guajira, Risaralda, Quindío, Ibagué y Santander.

 

Los contaminantes de mayor preocupación para la salud pública incluyen partículas de monóxido de carbono, ozono, dióxido de nitrógeno y azufre, presentes en el polvo, el hollín, el humo, los aerosoles y otros elementos que quedan suspendidos en el aire. Entre los más populares están los materiales particulados PM10 y el PM2.5, llamados así por su tamaño que se mide en microgramos (imperceptibles para el humano), y que una vez inhalados se acumulan en el sistema respiratorio, en los pulmones y viajan por el torrente sanguíneo. Estos diminutos invasores están relacionados con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y muertes prematuras, advierte la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

 

La meta a 2030 en Colombia, basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y los parámetros entregados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que el 60% de las estaciones del país que miden estos dos contaminantes muestren índices por debajo de los límites máximos permitidos, de acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MinAmbiente).

“Actualmente, para el PM10, el 54,5% de las estaciones cumplen con esa condición, estaríamos a un 15.5% de lograrlo. De igual forma, para el PM2.5, estamos a un 22.4% en términos de estaciones de monitoreo que aún deberían reducir la concentración de este para alcanzar nuestro objetivo a 2030”, explica María del Carmen Cabezas, profesional especializada de la Dirección de Asuntos Ambientales, Sectores Urbanos, de MinAmbiente.

La funcionaria agrega que, para mitigar la contaminación del aire, especialmente en ciudades como Medellín y Bogotá, el Ministerio ha avanzado en la consolidación de un marco reglamentario de políticas y requerimientos técnicos que se adhieren a las leyes ya existentes: Decreto 1076 del 2015, Resolución 2254 de 2017 y el Documento Conpes 3943 de 2018.

“Se actualizaron los requerimientos de calidad de combustibles menos contaminantes para vehículos con tecnologías euro 6 (filtro de partículas). En el 2023 se estableció el Plan Nacional para Controlar las Emisiones no Intencionales de Mercurio a la Atmósfera y presentamos el Tercer Informe Bienal de Actualización de Colombia a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) que, por primera vez, mostró una relación entre los gases de efecto invernadero y la contaminación atmosférica. En búsqueda de mejores prácticas ambientales para el sector alfarero y de producción de ladrillo se generó la guía para el control de monitoreo y seguimiento de emisiones de compuestos orgánicos volátiles”, agrega María del Carmen Cabezas.

Además, se cuenta con herramientas para que las autoridades locales desarrollen iniciativas basadas en la observación y el conocimiento de las dinámicas propias del territorio. Para el caso del Valle de Aburrá es el Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire (Pigeca).

 

De acuerdo con el Área Metropolitana, autoridad ambiental del Valle de Aburrá, el 96% del PM2.5 que se emite proviene de fuentes móviles, es decir, todas las formas de transporte y vehículos que usan combustibles fósiles para su funcionamiento. Por su parte, el 4% procede de fuentes fijas como chimeneas industriales. Aunque los incendios forestales y fenómenos naturales también estarían relacionados con la contaminación atmosférica, aún no se tiene un estimado del porcentaje de afectación de los mismos en la calidad del aire de esta zona. Estos episodios ocurren principalmente entre febrero y abril y octubre y noviembre.

 

Con respecto a las acciones a largo plazo, además de una red de monitoreo de calidad del aire que permita medir diversos contaminantes y tener un protocolo de atención de episodios de contaminación, “el Área Metropolitana apoya el fortalecimiento del sistema integrado de transporte público del Valle de Aburrá y trabaja en una mesa regional de movilidad sostenible con Empresas Públicas de Medellín, el Metro y otras entidades. También se constituyó una Unidad Interinstitucional de Gestión Integral para la Movilidad Sostenible y allí se trabaja en una política municipal y regional de renovación vehicular con tecnologías limpias, que se hizo para segmentos priorizados, donde a partir de los inventarios de emisiones que se tienen hay unos escenarios evaluados de cuáles serían las reducciones en contaminación que se podrían alcanzar al ingresar mejores tecnologías y sacar de circulación esos vehículos obsoletos. Estas iniciativas incluyen educación ciudadana y trabajo con las empresas para promover la movilidad alternativa”, destacó Eliana Molina Vázquez, profesional del enlace del proyecto de Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA) y el Área Metropolitana.


El futuro: más allá de la norma

Aunque el país parece avanzar en normativa y otros trámites administrativos en pro de un aire más limpio, aún hay otros factores necesarios a tener en cuenta y que requieren de medidas estructurales, enfatiza el profesor del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, Néstor Yezid Rojas Roa.

“La deforestación es la principal emisora de gases de efecto invernadero en Colombia. Mucho más que toda la energía que se produce por termoeléctricas y que las emisiones de quema de combustibles por el transporte, eso es lo que debería priorizar el Gobierno, la deforestación además está muy ligada a la pérdida de biodiversidad, o sea que realmente debería ser el tema prioritario del país, minimizar la deforestación y las quemas asociadas a la misma”, indica Rojas Roa, miembro del grupo de investigación en Calidad del Aire de la UNAL.

Para el docente, traer a Colombia buses con tecnología euro 6 es otro tema pendiente que podría contribuir a contrarrestar esta problemática a largo plazo. “En nuestro país tenemos los buses euro 5 que son los de la flota más nueva de Transmilenio, además de buses a gas natural. En el transporte de carga hace falta una renovación importante, lo mismo pasa con las volquetas, los carrotanques y la maquinaria amarilla o para la construcción. También hay que revisar los procesos de las ladrilleras, fábricas de cal, las carboneras informales, es decir, aquellos procesos donde se produce el carbón de palo, carbón vegetal, digamos que hay un sector informal que produce ese carbón vegetal y que contamina y requiere más controles”.

 

Una iniciativa que destaca para disminuir la contaminación a largo plazo es la renovación urbana, con zonas libres de contaminación o baja emisión, implementadas en ciudades como París y Barcelona que buscan “quitarle algunas calles a los carros y dárselas a los peatones para proteger las poblaciones vulnerables y privilegiar el transporte sostenible como la bicicleta”, complementa el doctor en Ingeniería.

 

Por su parte, el Ministerio de Medio Ambiente también considera imperante promover la renovación del parque automotor, para la integración de tecnologías más limpias a la flota vehicular colombiana, tarea que va de la mano del Ministerio de Transporte y en la que aún se trabaja. A esto, se suma la estandarización de los requisitos de los vehículos que ingresen nuevos al país que generen menos contaminación.

De otro lado, “la revisión técnico mecánica sigue siendo un tema para nosotros de gran preocupación porque es el mecanismo para verificar que los vehículos en circulación cumplan con los estándares de emisión establecidos en la reglamentación nacional, pero tenemos un nivel altísimo de evasión en este procedimiento. De acuerdo con la Agencia Nacional de Seguridad Vial hay una evasión cercana al 50% y el elemento común es que los vehículos que no tienen revisión técnico mecánica también están por fuera del radar del seguro obligatorio. Pero además de la evasión, hay prácticas no muy apropiadas en la operación de algunos centros, por eso aquí me parece clave la llegada de un nuevo actor dentro de toda esta conversación que es justamente la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que también ha anunciado recientemente que está haciendo una avanzada para la actualización de la reglamentación aplicable a estos diagnósticos”, manifiesta María del Carmen Cabezas.

Mientras se avanza en el aterrizaje y la implementación de las leyes y otras deudas pendientes del país que buscan una contribución a la disminución de este problema y resultados cuantificables a largo plazo, en este camino hacia un aire más limpio la conciencia ciudadana juega un papel clave. El respeto por la norma y el uso de alternativas de movilidad más amigables con el medio ambiente, como el transporte público sostenible y la bicicleta, son pequeñas acciones que en conjunto pueden traer grandes resultados.

(FIN/JRDP)

26 de agosto de 2024