Entre 2022 y 2023, dos yacimientos paleontológicos fueron incluidos en la lista de Los Primeros y Los Segundos 100 Sitios de Patrimonio Geológico auspiciados por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS por sus siglas en inglés), un órgano asesor de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Estos yacimientos conservan los biomas más diversos y “exuberantes”, según el Servicio Geológico Colombiano (SGC), los cuales brindan pistas sobre la historia de la Tierra, la evolución de la vida e, inclusive, la respuesta contra el cambio climático actual. Este hecho abre posibilidades para el fortalecimiento de la investigación paleontológica en el país y la educación ambiental. Analistas explican la relevancia de esta declaratoria.
Los yacimientos paleontológicos son sitios donde afloran rocas formadas hace miles, millones e, incluso, miles de millones de años, que conservan fósiles dentro de ellas. Entre más exploraciones y estudios se pueden realizar, mayor es el conocimiento sobre el pasado remoto de nuestro planeta, como lo explica Luis Gonzalo Ortiz Pabón, miembro del Grupo de Investigación en Paleobiología e Historia Natural de la UNAL Bogotá.
En la localidad de La Venta, en el desierto de La Tatacoa, hay dos yacimientos paleontológicos de distintos momentos. Uno, preserva fósiles del Pleistoceno (hace cerca de 16.000 años) y, el otro, del Mioceno Medio (cerca de 13 millones de años). Esto significa, dijo Marianela Vargas, geóloga del Museo Geológico Nacional José Royo y Gómez del SGC en un boletín de la entidad, que tanto los fósiles como las rocas son “una especie de biblioteca ancestral aún sin estudiar por completo, de importantes períodos de cambios climáticos, tectónicos y geográficos, que ocurrieron en un momento particular de la historia de la Tierra”.
Lo que se ve allí, en términos geológicos, es un bosque húmedo tropical con sistemas complejos de ríos, llanuras de inundación, bosque de galería y amplias praderas que hoy ya no están presentes allí, pero que, en su momento, de acuerdo con el SGC, albergaba gran variedad de flora y fauna, incluidos anfibios, aves, mamíferos, invertebrados, peces y plantas. Además, en La Tatacoa, para lo que el Mioceno Medio respecta, explica Ortiz Pabón, hay dos formaciones geológicas: la Formación La Victoria y la Formación Villavieja, en las que se han identificado ecosistemas de lagos y ríos meándricos y trenzados.
Camila Martínez Aguillón, profesora del Área de Sistemas Naturales y Sostenibilidad y de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingenierías de la Universidad Eafit, cuenta que: “Encontrar fósiles en los trópicos es algo que, hasta hace algún tiempo, se consideraba bastante difícil, porque, normalmente, cuando se habla de lugares con fósiles se imaginan los grandes desiertos, sobre todo en Norteamérica o, incluso, en la Patagonia. En Colombia, la mayor parte del territorio está cubierto por bosques. La Tatacoa, al ser uno de esos pocos lugares muy secos de la región, ha llamado la atención de exploradores desde hace más de 100 años. Algunos investigadores de Los Hermanos De La Salle fueron de los primeros en llegar a este lugar para explorarlo y, a partir de eso, surgió el interés de otros investigadores extranjeros de Estados Unidos, Japón y Europa”.
Yacimientos paleontológicos en Colombia
La Tatacoa es el sitio más estudiado en el país a nivel paleontológico. Sin embargo, hay otros lugares de gran interés e importancia como los siguientes:
- Yacimiento de Ricaurte Alto, en Boyacá, donde afloran, principalmente, rocas del Cretácico temprano (hace aproximadamente 125 millones de años).
- La Cuenca de Cocinetas, al norte de La Guajira, donde hay rocas del Mioceno temprano (hace aproximadamente 20 millones de años) y del Plioceno (hace aproximadamente 4 millones de años).
- En la Serranía del Perijá, municipio de Manaure en el Cesar, se han hallado rocas del Jurásico temprano (hace unos 200 millones de años), donde se halló la única vértebra de Perijasaurus lapaz, una especie de dinosaurio herbívoro, de cuello largo y de cuatro patas.
- La Formación Cerrejón, que pertenece al Paleoceno (hace aproximadamente 60 millones de años), donde fueron encontrados restos fósiles de la Titanoboa cerrejonensis, una de las especies de serpiente más grandes de las que se ha tenido registro que alcanzaba hasta los 15 metros de largo, poco más de 1 metro de diámetro y 1,2 toneladas de peso.
Recientemente, con el yacimiento de La Venta, son tres los lugares que reciben el reconocimiento por parte de la IUGS, según el SGC. Los otros dos son el complejo volcánico Nevado del Ruiz, ubicado entre Caldas y Tolima, y el yacimiento paleontológico de reptiles marinos del Cretácico Inferior de Ricaurte Alto, en Boyacá. Ambos estuvieron seleccionados en la lista de Los primeros 100 sitios de patrimonio geológico.
El patrimonio geológico se ha posicionado a nivel mundial desde la década del 90 del siglo pasado; pero, en Colombia, este auge se ha dado particularmente en los últimos 10 años, de acuerdo con Albeiro Rendón Rivera, profesor de Geología ambiental del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín.
Añade que la legislación para la gestión integral del patrimonio geológico es reciente y el Decreto 1353 de 2018 da el marco jurídico a las posteriores acciones y políticas en torno al patrimonio como, por ejemplo, la Resolución D-192. A nivel mundial, la Unesco es el organismo que ha liderado el conocimiento del patrimonio geológico con varias figuras de gestión y divulgación, como convocatorias periódicas e invitaciones a nivel mundial para proponer sitios con el fin de conservarlos.
Ventajas y aportes
Actualmente, de acuerdo con Ortiz Pabón, en Colombia, un grupo amplio de paleontólogos están tratando de entender cómo era el ecosistema de hace 13 millones de años, en lo que en la actualidad se conoce como el Desierto de la Tatacoa. Lo que se evidencia, groso modo, es que era similar a lo que es actualmente el Amazonas, pero con espacios abiertos, llanuras de inundación y canales de ríos. La Tatacoa, expone, es fundamental para entender y responder el actual cambio climático, esto debido a que durante el Mioceno hubo un “bajón de temperatura” y otros cambios de orden geológico que modificaron las dinámicas de este ecosistema, a los cuales algunos organismos generaron una respuesta óptima para mantenerse en la historia de la vida de la Tierra.
“Los eventos ambientales quedan conservados en las rocas, como letras escritas en hojas, ya sean mareas, tempestades u otros eventos. Hoy en día siguen pasando eventos ambientales que están generando una huella en el registro geológico, tal como ocurrió en el pasado. Nosotros (los paleontólogos), viendo los actuales procesos, es que podemos inferir los ocurridos en el pasado remoto. Por eso se dice que el presente es la clave del pasado, pero también es viceversa”, explica.
En ese sentido, indica que, a partir de información sobre la fluctuación de fenómenos que ocurrieron y ocurren en la naturaleza en tiempo geológico, la paleontología busca entender la respuesta de organismos, especies, poblaciones y ecosistemas a los cambios y, con base en ello, establecer diferencias y planes de acción para afrontar el cambio climático global, a propósito de la COP16 de la que Colombia es anfitrión.
Para el profesor Rendón Rivera, el hecho de las declaratorias abre posibilidades de financiación para la preservación de los sitios y para la investigación, pero también para la apropiación social del conocimiento científico y del territorio, pues considera que el patrimonio geológico tiene sentido en la medida que “lo conozcamos y quede al servicio de la gente”.
Así mismo, cree que motiva la promoción de la paleontología como parte de las carreras profesionales de geociencias y abre oportunidades de nuevas investigaciones, teniendo en cuenta que, según él, el país está retrasado en temas relacionados con esta área del conocimiento.
Como desafíos hay dos factores importantes para considerar, a criterio de la profesora Martínez Aguillón: el primero, conseguir recursos para continuar la investigación en lugares como la Tatacoa, a fin de conocer cómo se comporta el clima y la biodiversidad. El segundo, la conservación de lugares como estos, pues en la Tatacoa, específicamente, la actividad turística no controlada puede ponerlo en riesgo, por ejemplo, con saqueos de fósiles como producto de la curiosidad y el desconocimiento. Fomentar la educación para entender la importancia del lugar es imperante y, de ahí, destaca la labor loable que realizan los museos locales, como el de Historia Natural de la Tatacoa y el Museo La Tormenta.
(FIN/KGG)
5 de noviembre de 2024