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Las redes sociales han transformado la forma en que nos comunicamos y la adición de términos como "delulu" (estar "delirantemente" ilusionado) y "skibidi" (asociado a un popular meme) al diccionario de Cambridge es la prueba más clara. Esta decisión refleja cómo la cultura digital ya no es un fenómeno marginal, sino una fuerza que moldea el lenguaje formal.

 

Imagen de referencia juego Skibidi toilet.

 

Skibidi, delulu, tradwife y broligarchy: ¿qué hay detrás de estas expresiones? Forman parte de las seis mil nuevas palabras, frases y significados en inglés que el Diccionario Cambridge incorporó en el último año. La mayoría surge del ecosistema digital de redes sociales y videojuegos, mientras otras se relacionan con celebridades, lo que refleja la velocidad con la que el lenguaje se reinventa. Estas adiciones no solo muestran cómo lo virtual permea la vida cotidiana, sino también cómo el diccionario se convierte en un espejo de las transformaciones culturales y sociales de nuestro tiempo.

De acuerdo con voceros del Diccionario de Cambridge, algunas de estas expresiones han ganado fuerza en redes sociales y medios tradicionales, impulsadas por figuras influyentes como Kim Kardashian (skibidi), Hannah Neeleman (tradwife) y el primer ministro australiano Anthony Albanese (delulu with no solulu, “delirante sin solución”).

El término de argot skibidi tiene múltiples usos: puede significar algo “genial” o “malo” o, incluso, emplearse sin sentido específico, a modo de broma. Su origen está en la serie de videos virales Skibidi Toilet en YouTube, de donde surgieron frases como “What the skibidi are you doing?” (“¿Qué demonios haces?”) o “That wasn’t very skibidi rizz of you” (“Eso no fue muy skibidi de tu parte”).

La popularidad del término creció al punto de que, en octubre pasado, Kim Kardashian compartió en redes sociales un collar que su hija le regaló por su cumpleaños con la inscripción “Skibidi Toilet”. Hoy la palabra es especialmente usada por la llamada generación alfa (otra nueva entrada del Diccionario de Cambridge), para referirse a quienes nacieron en la década de 2010 considerados los primeros nativos digitales plenos.

Por su parte, delulu es un juego de palabras derivado de delirious “delirante” que describe la creencia en cosas irreales o imposibles, muchas veces de manera intencional. En marzo de 2025, la expresión alcanzó notoriedad cuando el primer ministro australiano, Anthony Albanese, utilizó ante el parlamento la frase “delulu without solulu” (“delirante sin solución”), retomando así el lenguaje de la generación Z y llevándolo al discurso político.

Este es un fenómeno que va más allá de la lengua, explica la profesora emérita del Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, Neyla Graciela Pardo Abril. “El lenguaje es la corporalidad, el gesto, las maneras de transitar de las personas, todo eso genera significado. Hay una relación entre la corporalidad y el discurso verbal, esto permite analizar cómo la sociedad se transforma desde el lenguaje humano, no solamente desde la lengua, también las maneras de proponerse físicamente, en una imagen gráfica, en una fotografía, en un video”.

El origen de las nuevas palabras

“No todos los días se ven palabras como skibidi y delulu en el Diccionario Cambridge. Solo añadimos palabras cuando creemos que perdurarán. La cultura de Internet está cambiando el inglés y es fascinante observar y plasmar su efecto en el Diccionario”, señala Colin McIntosh, director del programa léxico del Cambridge Dictionary ante la inclusión de estos términos.

Por su parte, para Neyla Pardo, magíster y doctora en Lingüística Española, así como analista crítica de los discursos multimediales o mass media, el fenómeno de las redes sociales es un ejemplo claro de las transformaciones que la sociedad está viviendo debido al lenguaje, que a su vez nos está cambiando como sujetos sociales.

“Si pensamos en Instagram, en Facebook o en TikTok, lo que estamos viendo son unidades discursivas que incluyen lengua, colores, cuerpos, formas, música, sonidos, ruidos, todo eso crea significado y por eso estamos hablando del carácter multimodal del lenguaje y cómo cambia todo en este proceso de transformación social integral en el que estamos inmersos los seres humanos”.

La profesora Pardo Abril indica que tal vez una de las particularidades fundamentales de la comunicación contemporánea es la transformación en las formas y la velocidad de eficiencia, de apropiación de expresiones emocionales que conducen a caracterizar el discurso que se instala en las plataformas digitales.

“Entre estos cambios que se están generando está la aparición de nuevos géneros discursivos. Tenemos narrativas que no podemos diferenciar a qué género discursivo pertenecen: no sabemos si es un poema, ficción, eso tendríamos que estudiarlo para descifrarlo. En el carácter híbrido de los discursos contemporáneos usamos varios recursos tecnológicos al tiempo, empiezan a aparecer usos fonéticos, fonológicos, gráficos, no solo desde la lengua, sino otros recursos como los emoticones o emojis, el uso de memes y todas estas cosas que se han venido transformando rápidamente”, señala.

 

En las expresiones del argot cotidiano, que se han instalado en los discursos que circulan en Internet, se evidencia el manejo de las emocionalidades más íntimas del ser humano y la construcción irónica de discursos, atravesadas por la forma en la que algunas personas hablan, lo que hace que se pierda la dimensión de esa colectividad del discurso, señala la académica.

 

Pero esto también sería un asunto generacional. Las más jóvenes encuentran maneras de comprender el mundo y explicarlo desde la multivariedad de signos que hay disponibles, esto les permite imponer temáticas y volverlas más presentes en la vida social, como las formas de hablar cotidianas, que generalmente son propias de un grupo específico en un momento determinado.

“Pensemos en los tipos de generaciones que se han tipificado en los últimos 30 años en el mundo. La generación Z (también conocidos como centennials o zoomers, son aquellos nacidos aproximadamente entre 1997 y 2012) tiene una característica particular y es una tendencia muy marcada a utilizar unidades gráficas visuales, símbolos, íconos, que dan cuenta de una manera de visualizar la realidad en un lenguaje visual gráfico muy conciso. Tenemos maneras de insultar o expresar amor a través de un emoticón, eso es reciente. También podemos analizar los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) o la generación X (1965 a 1980), donde había una tendencia a generar expresiones discursivas más formales que combinaban el uso de lengua e imagen”, agrega Neyla Pardo, investigadora adscrita al Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura (IECO) de la UNAL y líder del grupo de investigación de Análisis del Discurso Mediático del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia (MinCiencias).

Nuevos términos y palabras

Entre las nuevas incorporaciones al Diccionario Cambridge también aparecen términos vinculados a la moda, las redes sociales, la tecnología y hasta el medioambiente.

En el ámbito de la moda, destaca lewk, un juego de palabras con look que describe un estilo o atuendo llamativo, inusual e impactante. Su uso se consolidó en el periodismo especializado y alcanzó gran popularidad gracias al reality show RuPaul’s Drag Race.

Otra voz que ha generado debate es tradwife, abreviatura de traditional wife o “esposa tradicional”. Esta tendencia, visible en Instagram y TikTok, exalta los roles domésticos clásicos: mujeres que se presentan como amas de casa dedicadas a la cocina, la limpieza y la crianza de los hijos. Hannah Neeleman, creadora de Ballerina Farm, es considerada una de sus máximas exponentes, mientras que la actriz Millie Bobby Brown fue etiquetada recientemente como tradwife por sus seguidores, tras casarse joven y adoptar un estilo de vida rural.

En el campo político y empresarial aparece broligarchy, fusión de bro y oligarchy, que alude a pequeños grupos de hombres extremadamente ricos y poderosos —en especial del sector tecnológico— con aspiraciones de influencia política. El término se utilizó para describir a magnates como Jeff Bezos, Elon Musk y Mark Zuckerberg durante la investidura presidencial de Donald Trump en enero de 2025.

El listado también incluye expresiones más ligeras, como inspo (abreviatura de inspiration), muy usada en redes sociales para referirse a ideas o motivaciones, desde rutinas de ejercicio hasta consejos de estilo de vida.

En el terreno digital, la cultura del consumo rápido de contenidos queda reflejada en snackable, palabra que describe piezas breves y fáciles de leer o ver, pensadas para audiencias con tiempos de atención cada vez más cortos. También se añade mouse jiggler, un dispositivo o software que simula actividad en el computador, popularizado en el contexto del trabajo remoto.

Las relaciones personales tampoco quedaron por fuera. Expresiones como work wife y work spouse nombran lazos laborales estrechos basados en confianza y apoyo mutuo, mientras que red flag y green flag —bandera roja y bandera verde— sirven para señalar rasgos negativos o positivos, sobre todo en el ámbito de las citas y las relaciones de pareja.

Finalmente, el diccionario amplía su repertorio con términos del ámbito ambiental y de la construcción. Forever chemical (“químico para siempre”) se refiere a compuestos sintéticos que permanecen en el entorno durante décadas y resultan nocivos para la salud humana y animal. Por su parte, RAAC (sigla en inglés de Reinforced Autoclaved Aerated Concrete) describe un tipo de hormigón ligero utilizado en techos, suelos y paredes, cuya presencia en edificios públicos del Reino Unido ha generado preocupación por los riesgos estructurales que implica.

¿Y el español?

El español tampoco es ajeno a estas transformaciones. En noviembre de 2023, la Real Academia Española (RAE) presentó la versión 23.7 del Diccionario de la lengua española (DLE), con un total de 4.381 novedades entre nuevos términos, acepciones, enmiendas y supresiones. Se trata de una actualización que abarca campos tan diversos como la ciencia, las tecnologías digitales, la gastronomía, el deporte y el derecho, lo que evidencia la amplitud de los cambios que experimenta la lengua en la vida cotidiana.

Entre las nuevas voces se incluyen alien, chundachunda, georradar, oscarizar, regañá, supervillano, tecnociencia o videoarbitraje, además del acrónimo VAR. También se incorporan expresiones complejas como fila cero, línea roja, masa madre o pobreza energética. La penetración de los extranjerismos resulta igualmente visible con términos ampliamente difundidos en la era digital, como big data, cookie o banner.

El ámbito medioambiental gana terreno con palabras como biocapacidad y descarbonizar, junto con expresiones como corredor ecológico, huella de carbono, huella ecológica o huella hídrica. En la esfera de la sexualidad y el género destacan inclusiones como no binario o disforia de género, mientras que en el campo de la salud aparecen voces como cardiocirculatorio, hormonación, implantología o presoterapia.

El DLE también amplió significados a entradas ya existentes como ocurre con tóxico, término que, además de aplicarse a sustancias dañinas, incorpora el sentido figurado de aquello que ejerce una influencia nociva o perjudicial en las relaciones humanas.

Estos cambios, tanto en el Diccionario de Cambridge como en la RAE, evidencian, además, como empiezan a aparecer formas muy concretas de simplificar lo que se expresa, para decirlo brevemente pero de una manera más amplia y cómo se diversifican los sistemas sígnicos disponibles en la cultura: las formas sonoras, gráficas y verbales, concluye la profesora Neyla Pardo.

La docente recalca que este proceso de transformación de las expresiones cotidianas humanas podría considerarse como la “inscripción del ser humano a procesos discursivos digitales que son más visuales que en otro momento de la vida. Es un asunto importante debido a que esto da cuenta que esas transformaciones han ampliado y acelerado los procesos de comunicación, fortalecido vínculos sociales. Pero, también, tenemos que reconocer que debemos que afrontar, desde ese uso integral del lenguaje, algunas maneras de exclusión”.

En definitiva, la entrada de expresiones nacidas en Internet, tanto al Diccionario de Cambridge como al de la RAE, confirma que la lengua ya no se transforma solo en la academia o la literatura, sino en los espacios digitales donde se produce la vida social cotidiana. Memes, emoticones, modas virales y discursos políticos conviven en un mismo plano y se institucionalizan como parte del patrimonio lingüístico. Más que un simple registro de palabras, los diccionarios se consolidan así como testigos de época, reflejando la manera en que la sociedad global redefine su identidad, sus valores y hasta su forma de pensar a través del lenguaje.

(FIN/JRDP)

8 de septiembre de 2025