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La crisis política en Venezuela es cada vez más intensa, en parte por el impulso del gobierno de Estados Unidos y varios de sus aliados, entre ellos Colombia. Aunque el presidente, Donald Trump, no ha anunciado directamente una intervención militar, tanto él como sus asesores lo han planteado como posibilidad, de manera velada.

Para algunos académicos, se trata de una estrategia de política internacional a la que suele acudir la potencia mundial, y que en el Siglo XXI ha tenido lugar en Afganistán, Irak, Libia y Siria, además del patrocinio a la intervención de Arabia Saudita en Yemen.

Pero muchos creen que, con esto, “lo único que han introducido al mundo es más desorden, violencia y terror. Es decir que la cura es más amarga que la enfermedad”, como expresó el internacionalista Forrest Hylton.

El profesor Hylton, está vinculado a la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, y es uno de los autores de la carta abierta que firmaron 70 intelectuales, entre ellos también Noam Chomsky, reconocido lingüista, politólogo y filósofo estadounidense, para solicitarle a Estados Unidos no interferir en los asuntos internos de Venezuela.

Un temor que persiste, aunque el Congreso de Estados Unidos manifestó que no apoyará la intervención militar. Según el profesor Hylton, las consecuencias de una aventura como ésta están claras y son evidentes, por ejemplo, en el Medio Oriente, por eso se pregunta “¿por qué habría de ser diferente en las américas?”. “Una intervención de Estados Unidos en Venezuela lo único que podría hacer sería desestabilizar al continente entero y aumentar el nivel de sangre”, reafirma.

La carta es, entonces, un llamado a recurrir al diálogo en lugar de acciones y posturas bélicas, ante el riesgo que expone: “Venezuela fácilmente podría convertirse en una especie de Siria en Suramérica, lo que habría que evitar a toda costa”.

Sin embargo, reconoce que en caso de una intervención militar alguien se beneficiaría o podría sacar provecho. “Todos los elementos militaristas del hemisferio, comerciantes de la guerra. Las fuerzas armadas dentro de varios países se podrían fortalecer simplemente resguardando sus fronteras”.

Los intelectuales que suscribieron la carta conocen bien cómo funciona la política exterior de Estados Unidos, sobre todo, en tiempos de Donald Trump. No es una política exterior racional que obedece a la razón sino a otro tipo de intereses, insiste Hylton y advierte que lo que pase en Venezuela nos afectará irremediablemente a todos.

No es coincidencia que los países en los que Estados Unidos ha hecho intervenciones militares sean petroleros. Aunque la economía de Venezuela es rentista y se ha basado principalmente en petróleo, la nación tiene otras ventajas como reservas de oro, gas y coltán, además de contar con la mayor cantidad de agua dulce líquida.

Eso en este momento, cuando hay crisis ambientales en América Latina, se convierte en foco para superarla, según el estudiante de Ciencia Política de Sede, Alexander Bacca.

Estados Unidos: el patógeno

La de Venezuela es una crisis multidimensional que cada vez tiene menos sentido y que es difícil separar por aspectos ya sean económicos, políticos o sociales. No es una situación nueva, pero sí que se agrava.

Bacca apunta que “desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1999 Estados Unidos le puso el ojo encima y comenzó el sabotaje a sus procesos políticos” y lo sitió económicamente. Algo que también ya había realizado a las revoluciones cubana e islámica. Así, “es difícil para un país desarrollarse”.

“Decir que es culpa del socialismo es un discurso mentiroso que los medios de comunicación nos quieren vender con fines políticos”, expone, por su parte, Aaron Tauss, profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la U.N. Sede Medellín.

Ese ‘pretexto’ ha sido frecuente, pues manifiesta que en Austria la derecha utiliza a Venezuela como ejemplo para mostrar cómo termina el socialismo. En Colombia no es distinto, también aquí se volvió recurrente usar a la nación vecina como referencia para deslegitimar a la izquierda o a alguno de sus candidatos. Lo mismo pasa en Argentina o Brasil, y según los analistas es una práctica cada vez más generalizada.

¿Juan Guaidó es la esperanza?

El pasado 23 de enero el mundo recibió la noticia de que el diputado Juan Guaidó, se proclamó como presidente interino de Venezuela, apegándose a los artículos 333, 350 y 233 de la Constitución Nacional.

Gabriela Ranowski es venezolana y, pese a que vive desde hace nueve años en Colombia, cree en él como opción para superar la crisis de su país natal. Considera que: “Es el cambio que necesita Venezuela. Joven, preparado y con un norte político claro que a pesar del riesgo de terminar como preso político decidió tomar las riendas y recibió apoyo internacional”.

Ese último aspecto es lo que más destaca Toni Vitola, vicepresidente de la Corporación colonia de venezolanos en Colombia (Colvenz), quien aplaude el respaldo a Guiadó y la disposición de la comunidad internacional para afrontar la situación.

España, Eslovenia, Francia, Reino Unido, además de casi todos los países del continente americano, lo han respaldado. Con respecto a Nicolás Maduro, el profesor Hylton señala que hay que reconocerlo porque es el presidente electo. “Este otro (Juan Guaidó) apareció de la noche a la mañana; queda por ver qué fuerzas tiene realmente y qué va a suceder”.

La certeza, concluye, “es que eso se tiene que resolver entre venezolanos con la ayuda de mecanismos internacionales y en este momento, empujados por Estados Unidos, lo único que están haciendo es darle gasolina al fuego y empujar hacia un conflicto militar tipo guerra civil”.

 

18 de febrero de 2019