Escudo de la República de Colombia
A- A A+


A Luis Alberto Angulo le parece que, para lo que su comunidad en Nuquí (Chocó) ha adelantado, el Puerto de Tribugá que se planea construir en el golfo que le da nombre al proyecto, “sería nefasto porque entraría a reñir con procesos ancestrales, culturales y de conservación”.

Los defensores del proyecto explican que el Puerto de Tribugá pretende propiciar el comercio con Asia desde el Pacífico colombiano. En la primera fase iniciaría con 16 metros y en la segunda se ampliaría a 18 metros de profundidad con un canal de acceso a tres kilómetros y luego, cuatro. La longitud de muelles planteada es de 700 metros. El diseño abarca unas 46 hectáreas y un área de puerto de 20 hectáreas.

Sin embargo, el proyecto ha sido objeto de críticas por parte de organizaciones, expertos y ciudadanos, a pesar de lo cual, la Cámara de Representantes aprobó el artículo 78 del Plan Nacional de Desarrollo que habilita su construcción, a la que, según el senador del Centro Democrático, Carlos Felipe Mejía, se le debe dar prioridad para apalancar el desarrollo de la zona.

Para el profesor Andrés Osorio Arias, director del Grupo de Investigación en Oceanografía e Ingeniería Costeras (Oceánicos) de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, ese es un argumento cuestionable.

“Toda la inversión económica que se va a hacer en construir una infraestructura portuaria sí puede dinamizar la economía, pero en una visión de largo plazo no hay evidencias claras de que eso vaya a generar prosperidad, que no es solamente el aumento del valor económico; hay que identificar el balance integral del valor social y el ambiental”, señala.

Las tres actividades fundamentales de la economía en Nuquí son la pesca artesanal, el ecoturismo y la agricultura. El Puerto “no tiene bajo la lupa nuestro desarrollo ni nuestro pensamiento, que no se enmarca en ese tipo de proyectos”, dijo Luis Alberto, encargado de comunicaciones de la Asociación Los Riscales, en declaraciones a U.N. Análisis de U.N. Radio.

Al respecto, William Naranjo, gerente de la Sociedad Arquímedes (impulsora del proyecto), afirma que “un puerto por sí solo no es la reivindicación social de las comunidades ni tampoco la visión de desarrollo. Lo que significa es una infraestructura importante que debe ser aprovechada y planificada para sacarle los mejores réditos desde el punto de vista económico y social, eso sí, respetando la sostenibilidad ambiental”.

Ese último punto es el que ha llamado la atención de la opinión pública en Colombia, país que se caracteriza por su biodiversidad. Manuel Rodríguez Becerra, profesor de la Universidad de Los Andes y exministro de Medio Ambiente, refirió en conversación con U.N. Análisis de U.N. Radio, un estudio ambiental de alternativas de ubicación de puertos en el Pacífico que hizo una firma americana hace 15 años. Según él, la investigación señaló que Tribugá es una zona muy rica en diversidad biológica y no valía la pena sacrificarla para construir un puerto.

“La zona donde supuestamente quedaría el Puerto de Tribugá es sensible, pero hay otras más sensibles en el país”, expresa el Gerente de la Sociedad Arquímedes, quien califica como infortunadas algunas expresiones que, considera, poco fundamentadas.

Por ejemplo, agrega que “dicen que el puerto va a acabar con la selva, es una predicción apocalíptica que no tiene ningún sentido porque no va a quedar encima. Que va a acabar con los manglares; ese puerto no queda dentro de una ensenada sino en la parte externa muy alejada de ellos”.

El riesgo que el Puerto podría significar para las ballenas es otro tema que ha generado debate. Al respecto, el Gerente de la firma Arquímedes argumenta que “en Tribugá no hay una sola evidencia de que haya nacido algún ballenato. En la Ensenada de Utría, que está más arriba, eventualmente sí”. Además añade que en la zona no han ocurrido casos de colisiones entre ballenas y barcos, aunque se compromete a que, de todas formas, haya protocolos de disminución de velocidad en los tres meses en los que las ballenas cruzan por esas zonas.

Natalia Botero, bióloga, doctora en Comportamiento Animal y directora de la Fundación Macuáticos, explica que las ballenas jorobadas del stock G tienen sus zonas de reproducción entre el norte de Perú y sur de Costa Rica, y entre junio y octubre hacen presencia en la zona que incluye el Golfo de Tribugá.

Además de las colisiones, uno de los factores de inquietud es la contaminación acústica. “Se quiere hacer un puerto multipropósito y de aguas profundas por lo que entrarían embarcaciones de gran porte, cuyos sistemas de propulsión tienen un ruido prominente asociado. Eso es muy preocupante para mamíferos marinos porque son especies que se comunican y cuyos procesos comportamentales y de reproducción dependen de sus sonidos”, aseveró.

Durante la temporada de reproducción de ballenas en 2018, la Fundación Macuáticos sumergió en la zona, entre 15 y 20 metros de profundidad, un dispositivo que tiene acoplado un hidrófono con el que caracterizan las fuentes de sonido. “Hay casos puntuales que nos avalan la preocupación: hay partes en las que se oye el canto de las ballenas y cuando cruza una lancha rápida, se deja de escuchar”.


Son necesarios los estudios técnicos

En torno al Puerto de Tribugá, el profesor Osorio Arias reflexiona que “cualquier intervención que hagamos los seres humanos sobre el territorio implica impactos ¿Cuántos? No lo sabemos, por eso la discusión original es: ¿vale la pena hacer ese estudio? Claro que sí. Hay que monitorear, medir, modelar esos escenarios futuros”.

Y añade que una vez se haga la evaluación, habrá que preguntarse, “cuáles son los beneficios que nos genera. Ahora que estamos viviendo en un planeta altamente contaminado, ¿será que vale más un territorio conservado que nos aumenta el oxígeno o un lugar intervenido?”.

El Puerto de Tribugá se viene pensando desde el Gobierno de Gustavo Rojas Pinilla cuando en 1953 se definió la necesidad de un puerto alterno al de Buenaventura y está involucrado en documentos del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) como el 3342 de 2005 y el 3611 de 2009. Sin embargo, su oportunidad, sus beneficios, siguen siendo materia de discusión y motivan posiciones encontradas.

Aunque el proyecto no cuenta aún con estudios de impacto ambiental, el Gerente de Arquímedes, asegura que “todos los días comprobamos más y más que no solo el puerto es una oportunidad para Nuquí y las zonas influenciadas sino que es una necesidad para Colombia”.

Lo contrario cree Luis Alberto Angulo, quien afirma que lo que necesitan en su territorio es que el Gobierno nacional se pronuncie con acciones contundentes y “obras que le sirvan a la gente en educación, salud y energía; que nos resuelvan problemas estructurales”.

La Universidad debe tomar posiciones académicas frente a la visión de progreso que se plantee para el país, dice el profesor Osorio Arias, con miras a entender que Colombia es una nación megadiversa con complejidades ambientales únicas. El llamado, entonces, debe ser a entender la diversidad, la diferencia y “que no todos los modelos de desarrollo tienen que ser iguales”.

4 de junio de 2019