“El meteorólogo Edward Lorenz decía: el clima es lo que usted espera y el tiempo, lo que usted obtiene”.
Germán Poveda, del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, refiere esa cita para ilustrar mejor la diferencia entre tiempo atmosférico y clima.
El primero es, básicamente, la escala de tiempo a la cual se refieren los fenómenos: “es lo que pasa hoy: cómo amaneció, si está nublado o está lloviendo, qué se espera en las próximas horas, ¿habrá sol, lluvia, ventarrones, frío, granizo? Se refiere al muy corto plazo, a lo sumo una semana”, dice.
El clima, agrega, son promedios del tiempo atmosférico durante varios días, meses o años. Este tiene aspectos predecibles y al manifestarlo recuerda a su abuela, quien decía: abril lluvias mil. “Conocía eso porque tenía 92 años, era una vieja sabia y a través de muchos abriles de su vida aprendió que durante ese mes llueve mucho”. Sin embargo, “no es lo mismo un abril que otro”.
La variación del clima y la del tiempo atmosférico no se deben confundir. Sobre esto último se sabe que si en diciembre o en enero hay, por ejemplo, cielo despejado que se va a mantener así durante todo un día, probablemente se dé un descenso de temperatura en las madrugadas y heladas meteorológicas, (es decir a 0°C o menos en alturas inferiores a de 2 metros sobre el suelo).
Otro panorama puede ser que en días de abril o mayo u octubre o noviembre con cielo despejado y factores que propician la lluvia, haya tardes con granizo o tormentas eléctricas, “por lo que hay que estar pendiente del comportamiento y las variables meteorológicas”.
Así lo sustenta Mery Fernández, jefe de la Oficina de Pronósticos y Alertas del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), quien comenta que son varios los tipos de variabilidad climática, de los cuales explica tres.
El que más se conoce está asociado con los fenómenos de El Niño y La Niña, que es interanual; puede cambiar de año a año, pues no es cíclico. Otra es intra-anual, es decir, cambios que ocurren entre meses de un mismo año.
Una más que está siempre presente es “la convergencia de vientos alisios del norte y del sur que generan una nubosidad a lo largo del Ecuador; hace que tengamos varias épocas de más lluvias o menos en el territorio nacional”, asevera.
Otra es la variabilidad intraestacional, que agudiza periodos de lluvia o los inhibe, dependiendo de cómo esté la fase de la Onda Madden y Julián (nombre dado por los científicos descubridores), que es la circulación en los vientos, el cual se propaga hacia el oriente a través de la zona tropical. La Onda, “en el pasado mes de mayo activó de manera significativa las precipitaciones en gran parte del país”, ejemplifica la experta.
Las alteraciones hacen que el clima sea variable, lo que se ve reflejado en eventos extremos como los de periodos de lluvias torrenciales o intensas en cortos periodos de horas que influye en el cambio de niveles de precipitación año tras año. A principios de este año, por ejemplo, en Chocó se registraron casi 210 milímetros en una estación, lo cual causó desbordamientos y niveles altos en las cuencas de la zona.
Adaptarse para sobrevivir
La variabilidad climática tiene sus implicaciones. De hecho, hay varios efectos documentados. Un ejemplo es el desplazamiento de diferentes especies de aves de distintas altitudes de montaña de la región Andina hacia zonas más frescas o cálidas, según su capacidad adaptativa, en la medida en que cambian cinturones de temperatura y pluviosidad típicos de sus hábitats, según Brigitte Baptiste, directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.
“El incremento de temporadas secas o la prolongación de temperaturas en momentos críticos de la reproducción de las especies va generando que los individuos tengan que buscar mejores ofertas de hábitat para sobrevivir”, explica.
Los efectos, continúa, también son sobre el bienestar humano. La disponibilidad de comida es uno de ellos, pues los polinizadores ya están operando distinto y en ese sentido, las cosechas están cambiando en términos de cantidad, calidad y temporalidad, lo que se refleja en precios.
“El cacao es polinizado por un conjunto de pequeños dípteros (un orden de insectos) sensibles a los cambios de humedad y temperatura de los bosques y áreas donde se siembra esta planta. La polinización del cacao tiene que ser silvestre, debe hacerse con estos organismos, de manera que pequeñas variaciones en sus condiciones de vida hacen que no se dé con la misma eficiencia y, por lo tanto, la producción de cacao comienza a verse afectada”. También se altera el servicio ecosistémico de la regulación de poblaciones microbianas de la planta.
Los árboles registran el cambio climático
La variabilidad climática también es diferente al cambio climático, y así lo explica el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño.
“La variabilidad climática se presenta cuando con cierta frecuencia un fenómeno genera un comportamiento anormal del clima, pero es temporal y transitorio. El cambio climático, por otra parte, denota un proceso que no es temporal y que puede verificarse en el tiempo revisando datos climáticos”, se lee en el sitio web del Centro.
Sobre este último ha indagado el profesor Jorge Ignacio del Valle, del Departamento de Ciencias Forestales de la Sede. Lo ha hecho de una manera no convencional en el país, tan poco que, el laboratorio que dirige es el único en Colombia en esa área de estudio: la dendrocronología.
Es la ciencia de la datación de anillos de crecimiento en troncos de árboles, los cuales, entre varios datos, revelan información sobre los ciclos de lluvia y de verano en un periodo determinado.
Al profesor no le bastan las palabras para explicar las investigaciones que ha desarrollado junto con un grupo de estudiantes, así que camina por el laboratorio y muestra núcleos de madera de diferentes especies de árboles procedentes de distintas regiones.
De datos sobre condiciones climatológicas en Colombia solo hay registro a partir de 1970. Eso lo menciona mientras se acerca a un póster en el que señala gráficas y las compara. Muestra que en Laboratorio generaron datos desde 1943 gracias al análisis de anillos de árboles de La Guajira.
“El Ideam dice que con el cambio climático La Guajira se va a calentar y se va a hacer más seca. En el trabajo, con esos datos, se equivocó. Nosotros, con el doble, predijimos que la reducción de la precipitación no es estadísticamente significativa; que virtualmente no existe y así con muchos casos”, afirma.
Planeación nacional, acción regional y local
En Colombia la planeación para afrontar la prevención en el marco de la variabilidad climática tiene base en varios soportes, afirma Óscar Lozano, líder del Grupo de Cambio Climático de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).
Entre los insumos, utiliza la Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático, documento que indica cuáles son los departamentos y municipios que podrían afectarse más por cambios en porcentajes de 0,7 a 1 y medio de temperatura, y entre 15 y 30% de precipitación. “Si hay niveles más bajos se puede trabajar con las medidas normales de prevención”, cuenta.
Para el caso de las sequías, la estrategia tiene que ver con sugerir a los municipios sistemas alternos de agua potable, analizar los tiempos y fechas de siembra, si se deben cambiar las técnicas de cosecha o mover los animales de sitio. No obstante, asegura, son los consejos municipales y departamentales de gestión del riesgo los que actúan.
El documento Variación del clima y el cambio climático en Colombia del Ideam y la U.N., dice que para obtener óptimos resultados en la gestión del riesgo de desastres por fases extremas de variabilidad climática es necesario comprender los procesos y saber cómo es que ocurren en el territorio en el que habitamos.
Informa que “conocer el clima y sus variaciones posiblemente se convierte en el primer mecanismo de adaptación a la variabilidad y el cambio climático en un país”.
17 de junio de 2019